¿Alguien mas aparte de mi se ha fijado alguna vez en que hay maquinas que nos tratan como a idiotas? Quizás la revolución tecnológica representada en peliculas como terminator no sea algo tan bélico y directo y se parezca más a una especie de humillación colectiva. Las máquinas no nos matarán sin miramientos pavimentando las calles con cráneos humanos, si no que mermarán nuestra autoestima hasta convertirnos en seres cabizbajos que no nos atreveremos ni a mirar a un semáforo a la cara.
¿Que porqué pienso eso? ¿Que porqué estoy tan loco? Pues muy fácil. Hay programas informaticos que ya están comenzando a actuar de este modo. Le das a borrar una foto en el movil y te dice "¿Seguro que desea borrar este archivo?" claro que si, si no no le habría dado al botón, pero gracias por preguntar; Pero cuando le das al aceptar te sale con un "Esto borrará permanentemente el archivo. ¿Desea continuar?" Por favor que ya me había quedado claro la primera vez.
Y si no en el ordenador. Cada paso te lo preguntan dos o tres veces. Por favor dejadme manejarlo yo. ¿No hay forma de evitar eso? De verdad que me siento como un crío a veces.
Y que nos deparará el futuro:
-Seguro que desea cerrar el programa?
-Si continua el programa se cerrará y regresará a Winows
-¿Pero seguro, seguro?
-Piense que después, si cambia de opinión tardará unos segundos en cargarse de nuevo.
...y así hasta terminar con nosotros.
Que futuro tan oscuro.
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viernes, 22 de enero de 2010
miércoles, 20 de enero de 2010
Runequest (2)
Si no fallan mis recuerdos, el libro llamado Los Vikingos fué el segundo en ser publicado en España justo después del libro de reglas básico.
En él se presentaba una ambientación nórdica (claro) en la que los personajes encarnaban a un grupo de aguerridos guerreros siempre dispuestos a defender su tierra y en su tiempo libre, salir a saquear y quemar en nombre de Odin.
A mi, personalmente, nunca me atrajeron las ambientaciones en el mundo real, y a pesar de que la magia y los seres mitológicos estaban presentes, nunca llegué a dirigirla en condiciones.
Lo que el libro contenía era un pequeño resumen de lo que serían las reglas avanzadas del juego, una correcta explicación de las costumbres y la vida de los vikingos y, lo mas importante, una serie de aventuras perfectas para desarrollar una buena campaña en la que los personajes pasaban de la defensa y el saqueo a enfrentarse a espíritus, gigantes y otros seres míticos.
El problema es que quizás la ambientación nórdica no deja lugar para mucho más, aunque seguro haría las delicias de fans de Manowar.
martes, 5 de enero de 2010
En nuestros tiempos mozos, a pesar de la rebosante imaginación y la poca exigencia de calidad a las partidas que jugabamos, había momentos en los que nos quedabamos en blanco y nos veíamos obligados a dirigir/jugar partidas insulsas o con esa sensación fea a "deja-vu". Pero por suerte, un dia descubrimos la maravillosa revista Dragón.
"La Dragón" como la llamaba todo el mundo, tenía artículos que nos hacían sentir interesantes al leerlos; varias secciones de cartas de lectores que preguntaban dudas, proponían ideas o simplemente anunciaban orgullosos sus clubes, lo cual nos hacía sentir menos solos; y esa apreciada publicidad y venta por catálogo que a los roleros de pueblo que vivíamos a años-luz de las librerias especializadas nos informaban y ponian a nuestro alcance los nuevos productos.
Pero lo mejor, mejor, mejor... eran los módulos preparados para jugar.
Esas aventurillas que a veces no tenían demasiada calidad o gracia nos hacían especial ilusión porque eran algo que venía "de fuera"; Más allá del almacén donde jugabamos, debajo de la casa de uno de nosotros parecía que el rol era algo ajeno e inexistente, pero la Dragón lo llevaba hasta nosotros.
El respeto a ese producto venido de la librería nos inspiraba tal respeto que una vez sentados en la mesa, si el master decía la frase "Esta es de La Dragón" nos poniamos firmes y la disfrutabamos como si de un manjar rolero se tratara. Esas partidas no tenían fallos (y si los tenían por lo menos no eran culpa nuestra) y si alguien se la perdía se arrepentía para siempre, porque habíamos jugado una de "La dragón" y eso era todo un acontecimiento.
Desgraciadamente "la Dragón" también acabó dandonos quebraderos de cabeza. la periodicidad no se ajustaba a nuestro ritmo de juego (debería haber salido una cada dos dias) y si tenemos en cuenta que eramos cuatro masters de Dungeons&Dragons, las disputas sobre quien debía comprar la revista y dirigir la partida no tardaron en aparecer. Algunas veces la misma partida anunciaba en qué escenario de campaña debía jugarse y en ese caso no había problemas, pero en la mayoría de los casos no era asi y el follón estaba servido.
A pesar de todo, la Dragón nos proporcionó horas de juego y montones de información. Aunque, me consta que no llegaba ni a la suela de los zapatos de la LIDER, revista que desgraciadamente, no tuve el placer de conocer en su dia, más que por ejemplares ajenos que apenas se paraban en mis manos.
"La Dragón" como la llamaba todo el mundo, tenía artículos que nos hacían sentir interesantes al leerlos; varias secciones de cartas de lectores que preguntaban dudas, proponían ideas o simplemente anunciaban orgullosos sus clubes, lo cual nos hacía sentir menos solos; y esa apreciada publicidad y venta por catálogo que a los roleros de pueblo que vivíamos a años-luz de las librerias especializadas nos informaban y ponian a nuestro alcance los nuevos productos.
Pero lo mejor, mejor, mejor... eran los módulos preparados para jugar.
Esas aventurillas que a veces no tenían demasiada calidad o gracia nos hacían especial ilusión porque eran algo que venía "de fuera"; Más allá del almacén donde jugabamos, debajo de la casa de uno de nosotros parecía que el rol era algo ajeno e inexistente, pero la Dragón lo llevaba hasta nosotros.
El respeto a ese producto venido de la librería nos inspiraba tal respeto que una vez sentados en la mesa, si el master decía la frase "Esta es de La Dragón" nos poniamos firmes y la disfrutabamos como si de un manjar rolero se tratara. Esas partidas no tenían fallos (y si los tenían por lo menos no eran culpa nuestra) y si alguien se la perdía se arrepentía para siempre, porque habíamos jugado una de "La dragón" y eso era todo un acontecimiento.
Desgraciadamente "la Dragón" también acabó dandonos quebraderos de cabeza. la periodicidad no se ajustaba a nuestro ritmo de juego (debería haber salido una cada dos dias) y si tenemos en cuenta que eramos cuatro masters de Dungeons&Dragons, las disputas sobre quien debía comprar la revista y dirigir la partida no tardaron en aparecer. Algunas veces la misma partida anunciaba en qué escenario de campaña debía jugarse y en ese caso no había problemas, pero en la mayoría de los casos no era asi y el follón estaba servido.
A pesar de todo, la Dragón nos proporcionó horas de juego y montones de información. Aunque, me consta que no llegaba ni a la suela de los zapatos de la LIDER, revista que desgraciadamente, no tuve el placer de conocer en su dia, más que por ejemplares ajenos que apenas se paraban en mis manos.