jueves, 17 de marzo de 2011

Los (putos) regalos

El dia del padre se acerca y teniendo en cuenta que además de ser mi santo, ahora soy padre, me evoca a esas fechas señaladas (aniversarios, navidades etc...) que implican la recepción y/o emisión de regalos.
No es que no me gusten los regalos, así en general, no; No soy uno de esos seres irracionales que rechazan cosas porque les da "yuyu". Lo que pasa es que en mi familia y especialmente por parte de mi madre, había una costumbre que consistía en regalar cosas tontas (también llamadas "detalles") para quedar bien, aunque al otro ni le gustaran ni le interesaran. Eso me producía rechazo en mi adolescencia, ya que me obligaba a comprar otros detalles y al final todo quedaba en nada. Más tarde comprendí lo que esos detalles representaban para mi madre y que no eran otra cosa que una necesidad de demostrar afecto manteniendo vivas esas tradiciones bonitas que tienen sentido en la niñez. Pero es igual, no quiero desviarme del tema.
El asunto de los regalos tomó otro color cuando comencé a salir con la que hoy es mi mujer. Y no fué un color de rosa-amor o azúl-confianza. Fué un color gris-paranormal, de esos de serie de miedo los sesenta. Y así comenzó todo:
Al principio los regalos eran comunes y predecibles: Yo le compraba cosas que creía que le iban a gustar porque me gustaban a mi (como la música) y ella me compraba cosas útiles para mi dia a dia (como es la ropa). Así funcionamos un tiempo hasta que me di cuenta de que mis regalos no le acababn de emocionar. Entonces comencé a desesperarme y a darle vueltas al asunto tratando de averiguar qué podría gustarle. Lejos de tener éxito, cada vez la cosa degeneraba más y más y los regalos le gustaban menos y menos. Hasta que un dia, tras abrir un paquete de excrementos que había adquirido para ella me confesó la terrible verdad: Según ella, durante todo el año me mandaba "señales" sobre lo que quería, pero yo no las captaba.
Ni mas ni menos.
"Señales"
A partir de ahí comencé a preocuparme. ¿Acaso me faltaba algún órgano receptor de señales? ¿Las recibía pero no era capaz de traducirlas? ¿Rebotarían las señales en mi y llegarían a otro tio que se pasaría la vida comprando cosas compulsivamente?
Ante tal frustración, hablé con ella y llegamos al acuerdo de dejar de hacernos regalos. Había perdido el sentido.
Pero lo más terrible no era mi incapacidad por recibir "señales"; Lo malo era que yo me plantaba delante de un escaparate junto a ella, le señalaba con un dedo una preciosa figura de Chthulu mientras pronunciaba "Quiero esto" y ella tampoco parecía captarlo porque al final me regalaba un pijama.
Lo dicho. Se acerca el dia del padre y he visto unos muñequitos de Goku y Vegetta, articulados y con cabezas intercambiables (para transformarlos en superguerreros) que valen cada euro que cuestan. Pero claro, yo no sé mandar "señales" y voy a quedarme sin ellos.

sábado, 5 de marzo de 2011

Dragonball: Kamehames a la carta

Éste fué el primer juego de cartas coleccionablesque llegó a gustarme en la vida. Supongo que tendrá algo que ver mi fanatismo y devoción por la obra de Akira Toriyama, pero hay que decir, con la cabeza bien fria, que el jueguecito estaba muy bien.

El objetivo era el siguiente: Zurrar a tu adversario. Asi de simple. Encima de la mesa teníamos un campo de refuerzo (algo asi como el maná para los magiqueros) con el que personajes como Bulma o Puar se encargaban de usar sus habilidades de apoyo y de llamar a los guerreros, y el campo de batalla, donde los tipos cachas se repartían estopa con alegría. El procedimieto era sencillo. Ibas aumentando de poder a tus guerreros, convirtiendolos en superguerreros 1, 2 y 3 o transformandolos en monstruitos para después acabar con los del contrincante. Simple y directo, como a mi me gusta.


Vegito y Gotenks, dos claros ejemplos de violencia bien administrada.














Otro elemento importante eran las bolas del dragón. Obtenerlas las siete e invocar al bicho podía dar la vuelta a una partida ya perdida, lo que le daba un poco mas de interés al juego.
pero claro, no todo podía ser bonito. La publicidad del juego fue mínima, la traducción horrible y la distribución una pena. Asi no hay quien sobreviva y hasta el mismo Freezer acabó asfixiado. Que pena mas grande para unas cartas tan bonitas. Algún dia las sacaré del cajón y me haré un mural con ellas.