Hace
poco me topé con un blog donde su autor, en pleno éxtasis egocéntrico,
enumeraba todos los juegos de rol que había dirigido en su vida, del primero al
último, y no contento con eso añadía pequeñas descripciones de cada experiencia
como si a los demás nos importara lo más mínimo. Por supuesto me pareció una
idea genial pero para hacerla yo, no él. Porque al margen de vacilar a la peña
con el “mira a cuantos juegos he jugado y tu seguro que menos” (hay que decir
que ese tipo había dirigido la tira de juegos distintos) supone a mi parecer,
un buen ejercicio de memoria así a nivel personal, y eso está muy bien. Así que
ni corto ni perezoso, voy a ver qué saco en claro de ese profundo abismo de
oscuridad que es mi pasado.
Primera
etapa rolera: Los principios de la afición.
He aquí algunos de los susodichos |
Comencé
en esto del rol a los… 14? 15? y entre mi grupo de amigos fui el primero en
dirigir una partida, la cual fue del Señor de los anillos básico y debo decir
que a pesar de la falta de experiencia (leí la parte del master a los jugadores
antes de empezar y no les permití leer el trasfondo de sus pjs), supongo que
nos divertiríamos, ya que seguimos con el hobby durante mucho tiempo más.
El
segundo en dirigir, unos meses después fue el Advanced Dungeons & Dragons y
a pesar de lo que podáis creer no fue en el Ravenloft sino en los Reinos
Olvidados. Y es que en aquél entonces solo teníamos un colega que dirigiera ese
juego y cuando nos comunicó que se iba un mes de vacaciones nos desesperamos.
¡Un mes sin aventuras, sin tesoros, sin subir de nivel! le gritábamos al oído y
al final me confió los manuales y tres o cuatro hojas del compendio de
monstruos para que dirigiera yo en su ausencia. Al final dirigimos todos y
cuando volvió de las vacaciones nuestros pjs eran ricos, estaban hinchados a
objetos mágicos y vivían en un castillo. Tuvieron una vida corta.
Pero en
mi búsqueda de juegos alternativos (cuando ya andaba liado desde hacía tiempo
con el Ravenloft) e influenciado por el Stormbringuer de Joc, me hice con el
RuneQuest, al que seguramente le he dedicado más horas de mi vida. Dirigí mi
propia campaña en mi propio mundo inventado Mierdland, (creo que ya he hablado
de él con anterioridad), dirigí todos los suplementos existentes en español y
aventurillas de revistas… y más.
Después
de eso seguí probando juegos, entre ellos el Fanhunter y ya que el mundo de
tineblas estaba pegando fuerte, me decidí por el Wraith inspirado por el que en
la época era mi héroe favorito: Spawn. Dirigí mucho más el primero que el
segundo, aunque no guardo un mal recuerdo de él.
Tiempo
después apareció el Dungeons & Dragons 3ª edición, el cual recibimos con
los brazos abiertos (estábamos sedientos de cambios en ese juego) y acabamos
rechazando a patadas. Debo admitir que no es un mal juego de primeras, pero una
vez uno ya se sabe los trucos y los usa para el muchkineo, es hora de partir. Y
partí, vaya si partí.
Segunda
etapa rolera: Tras la mudanza.
Cambio
de pueblo y hábitos roleros. A 400 km de mi antiguo grupo tuve que buscarme la
vida y acabé en un club de rol oficial, de esos que están formados y se
desarrollan, con sus luces y sus sombras. Por un lado teníamos un local,
subvenciones para comprar juegos y visibilidad para organizar actividades. Por
otro lado las puertas solían estar cerradas cuando uno las necesitaba, siempre
estábamos reunidos para hablar de cosas y nunca se jugaba. Fue una época rara,
pero a pesar de eso pude probar juegos nuevos.
Por un
lado dirigí Superhéroes Inc, un libro que me habían regalado y que a pesar de
su sistema horrible, gustaba a los jugadores. También probé con La llamada de
Cthulhu, al cual había jugado mucho pero nunca dirigido; y como eran los
tiempos de la supremacía de Edge en el mundillo editorial rolero, me hice y
dirigí el Redención, el HeroQuest y el que se ha convertido en uno de mis
favoritos: Feng Shui.
Interludio:
La gran oscuridad.
Cuando
nació mi hija y “decidí” sentar la cabeza (la vida de excesos y lujuria rolera
no es compatible con la paternidad responsable y honesta) pasé mucho tiempo
jugando por foro y tirando dados a solas en el lavabo. Sacié mis necesidades
lúdicas con juegos de cartas y con el warhammer, pero no puse un manual de rol
sobre la mesa hasta que…
Tercera
etapa rolera: Me florecen los capullos.
Cuando
me citaron por error en una de las quedadas gloranthanas y una vez allí no
pudieron negarme un sitio en la mesa, me lo pasé pipa. Llevaba años sin jugar a
rol en mesa y tomé la firme decisión de buscar gente y dirigir de nuevo. No fue
fácil, lo reconozco, pero al final lo logré.
El
juego elegido para abrir esta nueva etapa fue el Cthulhutech de Edge, con el
cual pude reconciliarme con el rol (y tener un grupo relativamente fijo) y el
cual abrió las puertas a otras muchas partidas, entre ellas un par de 3:16 masacre
en la Galaxia y otra que salió genial en unas jornadas de Cazafantasmas de Joc.
Y como no… Satarichi, el último clásico. Actualmente andamos liados con la
campaña del jardín en el infierno del novedoso (al menos estéticamente) Faith.
La
conclusión que saco de todo esto.
La
conclusión que saco de todo esto es que a pesar de que he dirigido bastantes
juegos, 16 para ser más concreto (aunque seguro que conociéndome, me dejo
alguno) he sido muy fiel a algunos de ellos, los cuales me han acompañado
durante muchos años y etapas como el AD&D, el RuneQuest o el Fanhunter,
mientras que algunos otros me han dejado satisfecho con solo una o dos partidas
dirigidas. Por supuesto, espero repetir con todos (o casi todos) ellos y que
aparezcan títulos nuevos que llevar a la mesa si no en ésta, en otra etapa, que
seguro la habrá.