El otro dia estaba viendo algún canal de esos raros en la tele y me encontré con una serie que hacía años que no veía. Se trataba de El pequeño saltamontes (ya sé que no es ese el título pero todo el mundo la conoce así), y como no la pude apreciar en anteriores estadios de mi vida, me decidí a visionarla.
En ese capítulo, David Carradine, que era una especie de monje de shaolín renegado y sin ser chino del todo, llegaba al oeste, donde le convencían para trabajar en las vias del ferrocarril. Una vez allí, descubría que los capataces eran malos de cojones y explotaban a los chinos hasta la muerte; Y no solo eso: Planeaban volar un túnel con todos los chinos dentro.
El prota, como no, se entera de los malignos planes de sus jefes y viendose incapaz de convencerles con palabras, les da una somanta de palos hasta que cambian su punto de vista sobre la situación.
Estuvo entretenido, pero no me llegó a fascinar. De todos modos, siempre es bonito encontrarse con una serie que nos enseñe que todos los problemas, por difíciles que parezcan, pueden arreglarse a base de puñetazos y patadas giratorias.
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