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Primer numero publicado en España |
Parece
mentira, pero ésta es una de las entradas que tengo pendientes desde que
comencé mi andadura por los blogs (y hace ya…) pero siempre, por una cosa o por
otra, la he ido aplazando y mira, creo que ha llegado el momento de hablar de
mi tebeo favorito de todos los tiempos: El Puño de la Estrella del Norte
(Hokuto no ken para los listillos y enteradillos, como yo, que por eso lo he
puesto en el título).
Y es
que hace ya muchos muchos años, un primo mío, muy aficionado a los tebeos me
habló de un nuevo tipo de cómics llegados de Japón, en blanco y negro y que….
(redoble de tambores) ¡No eran de putos superhéroes! Yo era lector de tebeos
ocasional y él, para vacilarme, me dejó un puñado de tebeos entre los que
estaba éste y que me dejó completamente fascinado. En sus páginas se mostraba
un mundo postapocalíptico, donde la humanidad había sido casi completamente barrida
por una guerra nuclear y cuyos supervivientes luchaban en medio de un yermo
enorme por un poco de comida y agua, imperando la ley del más fuerte. Y al
margen de todo ello teníamos a Kenshiro, único poseedor del sagrado arte
marcial de la estrella del norte (que le permite hacer cosas desde anular la
memoria inmediata, paralizar u obligar a sus víctimas a decir la verdad, hasta
a hacerles explotar el celebro o que se les salgan los higadillos por las
orejas), que buscaba sin descanso a su amor perdido, la bella Yuria secuestrada
justo después de la guerra por Shin, poseedor del arte marcial de la estrella
del sur (que como contrapartida, hace que la gente explote para adentro) y,
como no, eterno rival. Pero esto era solo la puntita de un enorme iceberg de
hostias.
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Aquí Kenshiro administrando justícia |
Como
decía, el tebeo me fascinó, pero en la edición española solo se publicaron
siete u ocho números y la película de animación que, aparte de ser el debut de
Manga films en nuestro país junto a Akira, aportaba bien poco al mundo. Que era
una mierda, vamos. Pero algunos años más tarde, el tebeo fue reeditado en su
totalidad en un formato microscópico que hizo las delicias de mi oculista y de
los lectores que vieron cómo Kenshiro seguía tras la pista de Yuria
encontrándose con todo tipo de personajes, aliados, enemigos y otros más
ambiguos que se zurraban entre ellos.
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Mamá, tráeme la lupa, que quiero leer un rato. |
Básicamente
la fórmula del cómic era esta: Primero aparece un malo supersádico a más no
poder que disfruta haciendo barbaridades tales como torturar a niños delante de
sus padres, matar viejas, llevarse jovencitas a su harén mientras mata a sus
padres delante de ellas y en definitiva, cualquier cosa que se os pueda ocurrir
combinando las palabras “Tortura, asesinato, violación, niños, ancianos,
padres” y es entonces cuando ya estás pensando “Kenshiro, pilla a ese cabrón y
reviéntalo” cuando éste da con él y le mata de una forma tan brutal que acaba
dándonos pena y todo “Joder, no había para tanto, pobre villano que sólo quería
un poco de atención, seguro que hacía esto como trauma de una infancia sin amor”
para acto seguido presentarnos a un malote todavía peor que el anterior y que
acabará muriendo de una forma aún más cruel que el de antes.
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Bracitos rotos. Por malote. |
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Rei y su tecnica del arañazo mortal |
Pero
no, no todo van a ser viejas explotadas con dinamita, niños empalados y gentes
de bien esclavizadas y torturadas hasta la muerte por desalmados que acabarán
derramando sus vísceras bajo la furia desmedida de nuestro héroe. El Hokuto No
Ken es una historia que habla sobre tenacidad, voluntad y amistad (si, como el
puto señor de los putos anillos), en la que un hombre, además de buscar el amor
perdido, tiene que luchar contra sus recuerdos (literalmente en muchos casos)
enfrentándose a viejos rivales, hermanos perdidos, sectas pseudonazis,
regímenes penitenciarios monstruosos y a toda una serie de amenazas a cuál más
curiosa y brutal a la par que ve como sus pocos amigos sucumben al fatal
destino que supone seguirle en su camino. Y aunque adolece de muchos tópicos de
los manga de la época, tales como la inutilidad de las mujeres que cuando
intentan hacer algo más allá de cocinar o lavar la ropa, acaban cayendo en
trampas y siendo rescatadas por los héroes masculinos.
Y como
no, tenemos las artes marciales, que abarcan todas las constelaciones habidas y
por haber, cada una con su efecto especial característico. Así, además de Kenshiro
y Shin, tenemos a Rei, que los corta en finas lonchas, Toki que les provoca
orgasmos que les revientan, Rao que los revienta a manotazos y luego están las
estrellas rodantes, que uno los corta quemándolos, otro los revienta
cortándolos, otro les toca y explotan, uno les revuelve y los revienta y otros
les revientan explotándoles las lonchas que les han cortado. Vamos, lo que
viene a ser un espectáculo para toda la familia. De hecho, la serie de
televisión (magnífica, por cierto), cuando fue emitida en Francia, una vez
censurada (si, en Francia hacen los dibujos para adultos en horario infantil
gracias a los recortes en las escenas violentas), algunos episodios pasaron de
los veinte minutos a poco más de cinco.
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Kenshiro y sus colegas valen su peso en esteroides. |
¿Y a
qué puede deberse tanta hiperviolencia? ¿Acaso sus autores decidieron
arriesgarse en un todo o nada y consiguieron crear un nuevo género dentro del
manga? Pues no. Estoy convencido de que Buronson y Hara, de chavales, eran unos
frikis que se llevaban collejas por un tubo, les robaban el dinero del almuerzo
día si y día también y que en los años de colegio/instituto, acumularon tanta
rabia en su interior, que crearon a Kenshiro como fruto de sus ansias de justicia.
¿Qué cómo he llegado a tal conclusión? Lo leí en una entrevista a los autores
del tebeo.
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Toki, el más atormentado de los hermanos de la estrella del norte. |
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Aquí el VHS que NO hace falta que veáis |
También
cabe destacar que el tebeo tuvo, además de la antes mencionada serie de dibujos,
una adaptación al cine de imagen real, con un Kenshiro bizco (que conste que no
tengo nada contra los bizcos, pero coño, en el comic no lo es) que no acaba de
estar a la altura y una segunda parte del cómic nunca editado en España. Por no
hablar de todos los OVAs, decenas de +videojuegos y merchandinsing (o como se
escriba) relacionado. En definitiva, un manga que merece la pena leer y
disfrutar, eso si, cuidado con mancharse de sangre o sesos, que salpica, y
mucho.
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¿O no? |
Interesante entrada, ya que aunque yo vi hace mucho tiempo la película (creo recordar), lo hice sin saber nada de la historia del manga (a lo mejor gracias a eso la disfruté más).
ResponderEliminarNo me siento muy cómodo con la hiperviolencia, pero valoro mangas como este por lo que dices al principio: es verdad que en su momento tuvo que ser un soplo de aire fresco en el mundo de los cómics, si todo eran superhéroes y más superhéroes. Al menos (entre otras cosas, y aparte de la calidad que tiene) hay que agradecerle el trasfondo diferente. Quizá eso fue lo que nos fascinó a todos de Bola de Dragón (por ejemplo), aunque sea en otro orden de magnitud (menos "serio").
Debía de ser difícil, eso sí, dejarse la vista en ilustraciones con tanto detalle en un tamaño tan pequeño. A pesar de todo, me deja con curiosidad sobre este manga.
Por cierto, que esta entrada sea una de las primeras que ibas a escribir le da un toque especial; es como si viera paseándose por la calle un vikingo o algo así, una reliquia de un tiempo pasado, un fragmento de la prehistoria de tu blog (ya sabes que a mi esas cosas me gustan e interesan).
Un saludo
Gracias por comentar. Realmente éste es un cómic a tener en cuenta, tanto por su calidad como por lo clasico del mismo. Y si no, siempre te quedará la primera película de animación, que viene a ser un resumen muy resumido del mismo.
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