Hoy se ha celebrado el segundo partido
de esta liga, tan absurda como incomprensible. De no ser por la
capacidad de viajar a través del imperio libremente, ya habría
abandonado, especialmente después de lo de hoy.
Esta vez nos enfrentabamos a un equipo
de elfos y después de la experiencia con los asalvajados enanos,
parecía fácil. Di instruccioes a mis jugadores, especialmente al
grandote, para que jugaran sucio y atacaran sin piedad a sus frágiles
rivales. Y el partido comenzó bien. Con cada empujón y zancadilla,
un elfo caía al suelo aturdido; había sangre, huesos rotos y
dientes volando por doquier. Es curioso, pero el espectáculo parecía
gustar a los espectadores y ello se me contagió de algún modo. Me
cuesta admitirlo, incluso comprenderlo, pero por un instante fuí
capaz de alcanzar a entender el porqué de la emoción de este...
bueno, deporte.
Pero muy pronto las tornas cambiaron.
Los elfos supieron reaccionar y, aprovechando su agilidad y velocidad
emprendieron un juego de esquivas, saltos y pases que convirtió a
mis no muertos en simples obstáculos inmóviles en medio del campo.
El rugido de los fans se volvió contra mi y, después de la derrota
tuve que abandonar el campo escoltado por mis propios jugadores, que
recibían pedradas e insultos a partes iguales.
Maldita sea todo.
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