Por todos es sabido que los
dados son un elemento esencial para los juegos de rol (los juegos en
general, pero más en el rol) y pueden llegar a convertirse en
verdaderos fetiches, así como fuentes de supercherias y otras
tonterías para sus jugadores. "Éste no que solo salen unos",
"los dados amarillos son gafes" o "los dejo con el
número que quiero que salga para arriba para que así, al
aposentarse las moléculas en el fondo, aumenta en un 0,08% la
posibilidad de que salga" (este último es totalmente cierto)
son algunas de las frases que se oyen habitualmente en mesas de juego
y foros lúdicos. ¿Pero a dónde quiero llegar con todo ésto? A
ninguna parte, pues la entrada de hoy va por otros derroteros.
En mis tiempos iniciales,
conseguir dados no era tan sencillo como ahora. Recluidos en un
pequeño pueblo y sin internettes a nuestra disposición (ni la de
nadie porque no existía), la única forma de conseguir dados era la
de robarlos a quien ya los tuviera. En el caso de nuestro primer
grupo de rol, la víctima fue el hermano mayor de uno, el cual ya
jugaba desde hacía un tiempo. Con esos primeros dados pudimos salir
del paso, pero muy pronto se nos quedaron cortos. A medida que
teníamos más juegos y éramos más directores, comenzamos a
necesitar dados propios y si ahora un viaje a Barcelona (España en
el momento de escribir esta entrada) o un salón del cómic, mis
compañeros iban consiguiendo los suyos. En mi caso tuve que agarrar
la bicicleta y pedalear durante veinte quilometros hasta el pueblo
vecino donde contaban los rumores que tenían "dados de esos
raros" en una tienda de artículos de regalo. Y así sucedió.
Yo ya tenia un dado de seis
caras rojo y pequeñito que robé de un parchís que tenía mi
abuelo, así que la compra se limitó al d4 lila, d8 amarillo, d12
negro y un d20 verde. Debo decir que la elección de colores no se
debió a ninguna prioridad personal sino a la escasez de variedad y
también, que en esos tiempos no habian dados de esos transparentes
ni de los de nubecitas ni nada parecido. Resumiendo: Me hice con un
set de dados normales y corrientes. Sosos, pero mios.
No eran éstos, pero se daban un aire |
A partir de ese momento mi
vida mejoró muchísimo. De no tener dados propios a tenerlos había
un abismo adimensional, y eso debía de notarse. Además, llamadlo
superstición o llamadlo respuesta cósmica a las cosas bien hechas,
me daba la sensación de que la suerte me favorecía cuando utilizaba
mis dados. Lo que yo no sabía, era que oscuras nubes de tormenta
amenazaban mi bucólica vida rolera. Ya veréis, ya.
Cuando cumplí 18 años
"decidí" sacarme el carnet de coche y para ello era
necesario ir a pasar el test psicotérmico ese. Yo siempre llevaba
encima mis dados y cuando digo siempre es SIEMPRE, por lo que ese día
no era una excepción. Pero además de los dados, yo tenía como
costumbre vestir pantalones tejanos muy ajustados. Y cuando digo muy
ajustados digo MUY ajustados. Y es que pensaba que marcar paquete era
algo esencial para ligar, cuando por lo visto, causaba el efecto
contrario. Y recuerdo que caminando hacia el psicotrónico iba con
las manos en los bolsillos y jugueteando con los dados. Era
arriesgado, lo reconozco. Pantalones apretados y manos en los
bolsillos... Cuando me resbalé al subir una acera, toda mi vida pasó
ante mis ojos. Comencé a caer como a cámara lenta y no podía sacar
las manos de ninguna manera, ya que las tenía cerradas en torno a
los dados. Al final, cuando mi cara estaba a un palmo del suelo,
decidí abrirlas, sacarlas y apoyarlas en el suelo, pero eso causó
que los dados salieran disparados en todas direcciones. Sobreviví
con el cuerpo intacto, pero mi orgullo no lo estaba tanto. Todo el
mundo me había visto caer y se reían de mi con toda la boca abierta
y señálandome con sus dedos luminosos, por lo que apenas pude
recoger los dados y salir pitando de allí. Cuando por fin llegué a
fisolérdico, descubrí horrorizado que faltaban dos de ellos. El
grupo se había roto y jamás volvería a ser el mismo.
Sustituí rápidamente los
dados perdidos por otros que muy parecidos, pero las cosas ya no eran
como antes. Salian malas tiradas debido, sin duda, a una falta de
armonía entre ellos y a partir de ahí comenzó una convulsa etapa
de pérdidas, sustituciones, cambios y selecciones... Tenía coche
para desplazarme y comprar dados, pero irónicamente, no podía
recuperar los mios jamás.
Han pasado muchos años
desde entonces y ya dudo sobre si en mi actual bolsita de dados queda
alguno de esos primordiales (creo que el de 8 lo es, y el d4 y d12
podrían), por lo que ya presto escasa atención a esto. Mis tiradas
dan mucha pena pero por otro lado, me veo libre de la enfermedad del
coleccionismo de dados que tanto afecta a muchos de mis compañeros
de hobby. Además, y así a modo de conclusión, últimamente jugar a
rol es tan complicado para mi, que en caso de lograrlo me importan
bien poco los resultados de las tiradas.