Hace un
par de años (¡Diosmiocomopasaeltiempo!) escribí la crónica de una partida del
Eldritch Horror que jugué yo solito en mi casa. La partida terminó mal para el
protagonista, pero después de esa hubieron varias más, no relatadas en el blog,
y que tuvieron un final un poco más feliz. Bueno, no todas. Creo que solo una,
de hecho. La cuestión es que ayer mi hija me insistió en “probar el juego ese
que parece más de mayores” y, efectivamente era más de mayores y no le gustó,
pero quise aprovechar que estaba la mesa puesta y esta mañana he jugado yo solo
otra vez, y aquí está el resumen de lo acaecido.
Elegí
como protagonista de la historia a Norman Whiters, un astrónomo jubilado que
encontró casi por casualidad pruebas de que se avecinaba un terrible mal desde
las estrellas. Sin nadie que creyera sus teorías, decidió salir él solito a
evitar la catástrofe. Desde Arkham partió en dirección a los mares del sur en
busca de pistas que le ayudaran a resolver el misterio, mientras portales
dimensionales se abrían en distintas partes del mundo y seres de pesadilla surgían
de ellos para aterrorizar y devorar nuestro mundo.
Y al
principio no le iba mal. El hombre tenía en su poder un conjuro de mejora
personal y, por si las cosas de investigar fallaban, un cartucho de dinamita
para volar por los aires a quien se le pusiera por delante, pero tras ser
afectado por una maldición y con tal cantidad de misiones urgentes, rumores,
pistas y portales activos, no era posible para una sola persona estar en todas
partes a la vez.
Yig, el
dios serpiente, estaba a punto de despertar y el pobre Norman apenas podía
avanzar entre tantas inclemencias y pistas imposibles de resolver. Finalmente,
y con el fin del mundo ya en ciernes, el viejo investigador encontraría la
muerte a manos (o tentáculos mejor dicho) de un cthonian cuando intentaba
acceder a un antiguo templo en África. Y ya está.
Debo
decir que el Eldritch Horror no es un juego tan difícil como algunos afirman,
ni de partidas tan interminables. Tiene un sistema sencillo (acción,
investigación, mitos) y es jugable tanto en solitario como con más gente. El
problema es que en el primer caso se depende mucho del azar (yo he ganado
partidas en apenas cuatro turnos jugando solo) y en el segundo los jugadores
deben estar muy coordinados debido a la frecuencia con la que pasan cosas chungas.
Quizás
no sea el mejor cooperativo del mundo, pero si que es uno de los que tienen más
“sabor a Lovercraft” de los que he probado, junto con el Arkham Horror.
Yo hice una partida muy entretenida con este juego. Aunque por redes sociales y el director de juego se lo tiene que currar de forma brutal.
ResponderEliminarSería un buen hombre, con total seguridad.
EliminarNo te creas... cuando mi personaje se volvió majareta, sonaba una risa tenebrosa que creía que era mi personaje, pero juraría que venía del móvil del director de juego... algo muy ¡inquietante! Aún resuena esa risa maléfica cuando intercambio mensajes. ;-P
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