En el año 2009,
justo cuando abrí este blog, hallábame yo en espera del nacimiento
de mi pequeña (ahora mi mayor) y entre todas mis ilusiones e
incertidumbres estaba la idea de que a partir de ese momento lo
tendría muy complicado para jugar a rol. Había llegado el momento
de buscar otra afición, pero me resistía a abandonar el mundo del
frikismo, por lo que pensé que era hora de meterme de cabeza en el
mundo de la pintura de miniaturas.
En primer lugar me
proporcionaría horas de entretenimiento solitario con el que
rellenar mis escasos huecos libres; también me daría la oportunidad
de crear un ejército, ya que era una espinita clavada desde hacía
años; y por último, al ser el Warhammer cosa de dos, me facilitaría
el jugar si alguna vez coincidía con alguien con la misma afición.
Y así sucedió.
El primer dilema fue
si Fantasía o 40K, clasico o futurista, retro o modernillo…
Realmente me gustaban más las miniaturas del Fantasía, pero también
sabía que tener 40K me facilitaría el poder jugar algún día, ya
que en esos momentos era el favorito por todos. Decidido por el juego
futurista estuve revisando los distintos ejércitos. Descarté
marines espaciales en todos sus capítulos y formas porque nunca me
ha gustado esa estética tan exagerada y entre las razas llamadas
“xenos” me decanté por Necrones o Tau, ya que me parecían más
sencillos de pintar y estéticamente más coherentes con un universo
de futuro hipertecnológico.
Y así, buscando por
los procelosos mares digitales me topé con un señor que vendía una
caja de batallón Tau a un precio muy reducido (casi la mitad que en
tiendas) y con eso, un par de pinceles y cuatro botes de pintura
comencé mi apasionante aventura maravillosa. Sí, he exagerado un
poco.
Con eso, iba a
decir, descubrí que pintar es algo complejo cuando se tiene el pulso
de un chimpancé asmático, pero divertido a pesar de todo; y
descubrí también que cuando te plantas en un lugar aleatorio del
planeta tierra y dices la frase “me he comprado Warhammer 40K”
aparece gente hasta debajo de las piedras buscando a alguien con
quien jugar. Y jugué, claro que sí. Aunque desgraciadamente mis
impresiones acerca del juego en sí no fueran las más afortunadas.
Detalles en la
proxima entrada.
Mis primeros pequeñines. |
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