Ya llega el fresquito y con él mi época favorito del año. El otoño
para muchos es triste, húmedo y sucio; pero yo lo veo como una época
de renovación donde todas las cosas comienzan a morir para renacer
más tarde o más temprano. En otoño el aire es fresco, el canto de
los pájaros (los que nos quedan) más nítido y las lluvias limpian
el aire y la tierra de desperdicios varios.
Otoño, como decía.
Las jornadas laborales no me dejan tan agotado y puedo permitirme ir
a la cama un poco más tarde. Me acuesto casi a medianoche y me tapo
la cabeza con las mantitas, que empiezan a hacer falta, cuando noto
algo extraño. Me siento observado, como si alguien hubiese entrado
en mi habitación y estuviera en silencio, mirandome. La sensación
no desaparece así que saco la cabeza y entonces le veo. Justo a los
pies de la cama una presencia preternatural que flota a un palmo del
suelo con la forma de un joven delgado, vestido de negro y con los
largos cabellos moviéndose en el aire, ingrávidos. Estoy a punto de
asustarme cuando me mira y habla.
-No te asustes -me
dice.
-¿Quien eres tu? Si
quieres dinero, no tengo. Y si vienes a por mi alma, tampoco.
-¿No me reconoces,
gilipuertas? Soy tú, hace veintipico años.
Entonces me fijo en
su aspecto, esas greñas tan bien hidratadas, la delgadez, la
expresión impasible en su imberbe rostro...
-¿Y qué haces
aquí? -le pregunto desconcertado.
-Soy tu fantasma del
rol del pasado -me responde tan tranquilo.
-¿Fantasma del rol?
¿Eso es como los fantasmas de navidad de Dickens pero en..?
-En rol -termina mi
frase.
-¿Y qué quieres de
mi? ¿He hecho algo mal? ¿Estoy siendo un mal rolero y por eso me
queréis hacer reflexionar?
-Algo así, pero no
tan serio -me explica-. Es más bien que eres un poco tonto y parece
que no te das cuenta de algunas cosas.
-No entiendo...
-Por supuesto que
no. Dame la mano y lo verás.
Y entonces me
levanto, le doy la mano a la aparición y juntos nos desplazamos a
velocidades supersónicas a través del espacio y el tiempo cruzando
ríos, montañas, ciudades, años y lustros como si nada. Llego un
poco mareado pero al recuperar la compostura miro sorprendido a mi
alrededor.
Me encuentro junto a
mi fantasma del rol pasado en un garaje de techo bajo junto a un
coche plateado. Hay una mesa de ping pong plegada, varios artilugios
de electricista y una puerta que conduce al piso de arriba. Reconozco
el lugar pues es donde nos reuníamos los viejos amigos para jugar;
nuestro santuario durante los primeros seis o siete años de juego.
Oigo voces en la esquina más lejana y al asomarme nos veo, en una
mesa montada junto a una batería, Joan, Lluis, Marcos, Rafa,
Cristian, Ferran y yo, riendo, tirando dados y comiendo galletas. La
escena trae tantos recuerdos a mi cabeza que me quedo aturdido, casi
emocionado. Los buenos tiempos del rol ante mis ojos, tan real…
-¿Qué te parece?
-me dice el fantasma.
-Bueno... Fueron
buenos momentos. Jugábamos mal, no entendíamos demasiado las reglas
de los juegos ni sabíamos estructurar aventuras ni campañas, pero
nos divertíamos muchísimo.
-¿Entonces tienes
claro que lo importante aquí es la diversión?
-Por supuesto.
Siempre lo he tenido claro. Oye... ¿No nos pueden ver ni oír, no?
-No.
Entonces me acerco y
me asomo tras la pantalla del AD&D donde Joan esconde algunos
mapas de los Reinos Olvidados y anotaciones totalmente
indescifrables. Siempre le dijimos que no necesitaba esconder sus
notas pues tenía tan mala letra que era imposible adivinar nada.
Después paso por detrás de mi yo anterior y los otros jugadores y
me fijo en los dibujitos de las hojas de personaje, las virutas de
las gomas de borrar, los dados escasos y gastados... Sin duda eran
buenos tiempos.
-¿Puedo tocarles?
-le pregunto al fantasma.
-¿Y para qué
quieres tocarles? Mira que eres raro -me responde-. Anda, dame la
mano que nos vamos.
-¿Ya? Vamos a
esperar un poco que creo recordar que ahora venía un combate épico
contra unos drow y...
Pero el fantasma
parece tener poca paciencia, me agarra por las orejas y en un
plisplas me planta de nuevo en mi cuarto, en la actualidad.
-Espero que pienses
en lo que has visto -me dice muy serio-. Mañana vendrá otro
fantasma y te dará otra lección.
-Lo suponía. He
visto la peli de "Los fantasmas atacan al jefe".
-Lo digo porque te
pongas los pantalones del pijama para dormir, que se me hace raro eso
de ir con un señor cuarentón en calzoncillos por ahí.
Y dicho esto
desaparece, me vuelvo a acostar y trato de dormir, sin lograr apartar
de mi cabeza tan bellos recuerdos.
En la próxima
entrada... ¡Aparece otro fantasma del rol! ¿Pero cual?
Mis inicios no fueron con un grupo fijo desde el principio. Tras jugar cerca de un año me apunté a un club de rol y las partidas eran aseguradas. Hice muchos amigos y aún hoy recordamos las anécdotas, los críticos y las pifias memorables de entonces.
ResponderEliminarMirar hacia atrás siempre es nostálgico pero satisfactorio... sobretodo si se viven tiempos de sequía rolera.
Eliminar¡No te pierdas la próxima entrada!
¡¡Y gracias por comentar!!
¡Qué grande! 👏👏👏
ResponderEliminarGrácias Ferran.
Eliminar¡No te pierdas la próxima entrada!
¡¡Y gracias por comentar!!