Aunque todavía me queda una entrada para habblar de la relación entre el rol y los videojuegos, me tomo la libertad de hablar de un juego en concreto, sin relación con el rol ya que pasé un buen número de horas jugandolo y estoy en deuda con él.
La saga Tenchu comenzó sus andaduras en la PlayStation1. Recuerdo
ver el juego por primera vez en casa de un amigo, muy a oscuras y sabiendo que
su compañero de piso había vomitado en algún lugar aleatorio de la habitación.
A pesar de probar el juego de pié y en un ambiente maloliente, oscuro y chungo,
me gustó, así que voy a hablar, un poco, de los hasta ahora (creo que) tres
juegos existentes.
Tenchu: Stealth assasins. Este es el primer juego de la
saga; Con unos gráficos sencillos y un ambiente oscuro y simplón debíamos ir
cumpliendo una serie de misiones de diversa índole.
Personajes: El primer Tenchu nos ponía en la piel de
Rikimaru (el ninja serio) u Ayame (la jovenzuela descarada) cuyo control era el
mismo pero algunos diálogos variaban (como el mercader corrupto que si jugábamos
con Rikimaru decidía hacerse el Seppuku y con Ayame quería luchar por ser
mujer.
Los dos protas de la historia. Yo siempre cogía a Rikimaru, que era como más mejor.
Misiones: Eran variadas pero escasas y en ellas debíamos,
desde meternos en casa de políticos corruptos para asesinarles, a robar
objetos, recuperar reliquias perdidas o simplemente, cruzar una aldea por la
noche sin que nadie nos vea el pelo. Tras cumplir la misión se valoraba nuestra
habilidad, teniendo en cuenta las veces que habíamos sido detectados, las
muertes sigilosas, si nos habíamos cargado a algún inocente… Y dependiendo de
nuestra puntuación se nos entregaban más o menos objetos ninja que nos
ayudarían.
La paciencia es la mayor virtud de un ninja. Si sabíamos escondernos bien y sorprender al enemigo su muerte era instantánea y según su posición, variada.
Objetos: Los clásicos de las pelis de ninjas (shurikens,
abrojos, bombas de humo, granadas explosivas...) además del imprescindible
garfio que nos permitía engancharnos a cualquier saliente y trepar. Además, si
superábamos alguna misión con la puntuación máxima (con no ser detectados
bastaba), se nos hacía entrega de un objeto especial, tal como una armadura
ninja, un disfraz de plebeyo o una divertida poción de velocidad, ideal para
huir de los problemas al instante, entre algunos otros.
La pantalla de selección de objetos, en chino, para no spoilear.
Extras: El juego contaba con un truco (de esos de poner
pause y efectuar una complicada combinación de botones del mando), que nos
permitía entrar en un (otra vez complicado) menú para editar nuestras propias
misiones. Con él no solo elegíamos un escenario y situábamos cualquier enemigo,
jefe final u objeto, sino que nos permitía controlar a los enemigos con el pad
2, con lo que podían jugar dos personas, alargando así la vida del juego. Eso
si, te tirabas media hora con el editor y si querías guardar la misión
necesitabas media tarjeta de memoria. Pero en esos momentos de mi vida el
tiempo no era problema para un jovenzuelo como yo.
Lo mejor: El ambiente oscuro, la simpleza de escenarios (que
le daba un toque de realismo), los objetos ninja y el editor, que era fuente de
diversión infinita si llegabas a dominarlo.
Lo peor: El combate era un poco ortopédico debido a la
limitación de movimientos y el alcance de nuestra visión algo limitado. Además,
gráficamente ha quedado algo desfasado.
Aunque la oscuridad no era más que una excusa para ocultar la pobreza gráfica del juego, daba a Tenchu un ambiente único que he echado de menos en las secuelas del juego.