domingo, 23 de septiembre de 2018

Una conclusión a la que llegué yo solito (y una nueva etapa en mi vida)


Desde hace unos meses estoy viendo la serie de Dragon ball (Bola de drac en este caso) desde el principio y con mi hija mayor. Vamos a nuestro ritmo, sin una periodicidad fija y aunque ella no lo sabe, nos saltamos esos episodios de relleno que tanto afearon a la serie de animación. Y le gusta. No solo disfruta de la serie si no que se ha convertido en nuestro pequeño ritual de antes de dormir al que también se ha unido la pequeña, a pesar de creer que siempre vemos el mismo episodio.
El caso es que estamos a la altura del tercer torneo de las artes marciales, el que enfrentaría a Goku contra Junior y daría fin a la primera etapa de la serie, y concretamente ayer vimos el combate en el que Yamcha era humillado por Shen, en el que recordé cómo cambió ese capítulo mi visión de esa serie.
Porque desde siempre Yamcha fue mi personaje favorito. No era tan fuerte como Goku, ni siquiera estaba a la altura de Krilin o el maestro Roshi, pero tenía un equilibrio entre fuerza y sabiduría muy atractivo. Era capaz de plantar cara a casi cualquier enemigo, como se vio en el torneo de Baba, y además podía predecir las técnicas enemigas, incluso disponer de recursos necesarios para el éxito de algunas misiones. Yamcha fue el primero en dominar el Kamehame por si mismo (dejando de lado a Goku que al final resultó ser un marciano, por supuesto), el que descubrió que Jackie Chun era en realidad Roshi disfrazado, el que descubrió el punto débil de Goku y comprobó que cortándole la cola a un Ozharu (mono gigante) éste revierte a su forma original. Además protagonizó el primer combate realmente espectacular de la serie, contra Ten Shin, el cual le arrebató el puesto desde ese momento.
A partir de la derrota contra Tien, Yamcha se convirtió en un secundario sin demasiada fuerza a pesar de todos los entrenamientos a los que se sometía, solo decía frases graciosas o fuera de lugar y se encargaba de testear en sus propias carnes los ataques de los enemigos a los que después se enfrentarían los otros. Saibaman, Androides, Celulitos... Y aunque personajes como Krilin, Vegeta o el mismo Goku murieron más veces que él, lo normal era verle por los suelos hecho un desastre. Hasta que se retiró de la lucha definitivamente y se dedicó a mirar desde las gradas como seguían con la dinámica de la serie sus compañeros.
Durante muchos años (pero muchos) me atormentó este giro de guión en el que Yamcha pasaba de un honorable segundo plano a un ridículo elemento de adorno y más de una vez me revolví públicamente, protestando por la poca delicadeza mostrada por el autor de la serie hacia ese emblemático guerrero venido a menos. Pero ayer, quizás por no poder soportar ya durante más tiempo tanto dolor, tuve un momento de iluminación y por fin comprendí.
Comprendí.
Comrendí que Yamcha no era un personaje venido a menos, odiado por su autor o ridiculizado para ensalzar a sus compañeros. En realidad Yamcha era alguien que había mantenido cierta coherencia durante toda la serie, entrenando duramente en los momentos necesarios y apareciendo en escena cuando era realmente necesario. Pero al contrario que sus compañeros humanos, Yamcha supo retirarse a tiempo cuando el nivel de las amenazas a combatir quedó fuera de su alcance. En ese punto en el que o tenías el cabello dorado y de punta (o muy de punta o incluso de nivel tres de punta y con rayitos alrededor) o te sacudían cual esterilla en un balcón, él decidió retirarse y vivir su vida. Y ahí está la clave creo yo de este tema: Yamcha hacía cosas mientras los otros hacían flexiones con gravedad aumentada y visitaban otros planos divinos. Yamcha tenía su pareja, iba al cine, cenaba en sitios buenos y se lo pasaba bien. ¿Disfrutó Goku alguna vez de su familia? En contadas ocasiones y en etapas muy breves. ¿Y Vegeta? ¿Y su eterno rival Tien que dejó escapar a la doblemente atractiva Lunch para entrenar eternamente junto a su amigo calvo Chaos y morir virgen? Y si no Krilin que tuvo que liarse con un robot... Realmente y visto desde este punto de vista, Yamcha no lo hizo tan mal. LLegó a entrenar con Kaito y alcanzó un nivel de poder en el que podía volar, esquivar las balas e incluso lanzar poderes capaces de reducir a gravilla una montaña... pero lo dejó todo de lado para ser feliz. Muy grande Yamcha.