Me
siento a la mesa, coloco la pantalla oficial de Masque of red death
correspondiente a la mejor edición del mejor juego de rol de la historia ante
mi y carraspeo. En la mesa, mis cuatro jugadores favoritos de todos los tiempos
esperan, revisando sus hojas de personaje a que comience la apasionante
aventura en la que se verán sumidos. Siento algo de presión, pues de mi depende
su diversión durante las siguientes dos o tres horas; yo debo garantizar su
entretenimiento así como ser capaz de crear una atmósfera inmersiva y una trama
en la que puedan participar hasta el punto de que la recuerden durante el resto
de sus días. Estoy nervioso pero feliz. Carraspeo, recito de memorieta la
introducción de la partida y luego me oculto tras la pantalla para buscar las
fichas de algunos pnjs. Apenas tardo unos segundos pero cuando vuelvo a
levantar la cabeza la única jugadora femenina del grupo ha desaparecido del
mapa. No lo entiendo pero como nadie hace el mínimo caso, continuo con la
partida.
Los
ahora tres jugadores están explorando una pequeña aldea que parece abandonada,
como si sus habitantes hubiesen salido por piernas repentinamente. No hay
signos de violencia, las puertas ha quedado abiertas, hay cocinas todavía
funcionando y puestos del mercado abandonados a su suerte. Pregunto a los
jugadores qué van a hacer y descubro a dos de ellos jugando al magic en plena
partida. Ignorándome. Apelo al único jugador que queda fiel a mi trama pero
parece ausente. Le toco el hombro con un dedo a ver si reacciona pero cae fulminado
con mi contacto, cayendo al suelo convertido en ceniza. Me agobio un poco, lo
reconozco. Trato de llamar la atención de los otros dos pero no me hacen ni
caso, así que frustrado empiezo a guardarlo todo en la caja de nuevo pero no
cabe bien y se empiezan a doblar los libros, se rompe la pantalla, se pierden
los dados, la sala entera parece replegarse sobre si misma y amenaza con
aplastarme hasta que despierto con un grito de “¡No quiero mque encuentren mi cadáver junto a cartas
de magic!”.
Mi
mujer me da un codazo que me devuelve a la realidad y me dice:
-¿Otra
vez esa pesadilla de rol?
Trato
de conciliar el sueño de nuevo pero me resulta imposible, así que bajo a
escribir una entrada de blog.
Qué fuerte.
ResponderEliminarSi.
EliminarEres autoexigente a tope ¿no?
ResponderEliminar"...pues de mi depende su diversión durante las siguientes dos o tres horas; yo debo garantizar su entretenimiento así como ser capaz de crear una atmósfera inmersiva y una trama en la que puedan participar hasta el punto de que la recuerden durante el resto de sus días"
Nooooo veas. Cómo no sentir pesión con esa pedazo de losa a la espalda? Normal que tengas pesadillas bro
Así es, amigo Sirio. Mis partidas o son únicas e irrepetibles o no son.
EliminarY generalmente no son.
Perder los dados... perder los dados... ya que los he encontrado no quiero ni imaginármelo.
ResponderEliminar