No se puede jugar a warhammer sin un ejército. Eso lo sabe hasta un niño en el vientre materno. Y es por ello que elegir facción es una decisión trascendente y que determinará nuestra forma de coleccionar, pintar y jugar para el resto de nuestras vidas mortales. Pero mientras que cuando uno busca el juego competitivo, ganar torneos y regocijarse en las lágrimas de sus adversarios humillados, debe antes informarse sobre cuales son los mejores ejércitos, los más duros, afilados y galardonados del universo (eso es marines espaciales, básicamente), aquellos que buscamos el juego distendido y fugaz nos debemos centrar simplemente en el elemento estético, porque ganemos o no ganemos, vamos a jugar con los que más nos molan.
Diez años atrás elegí a los simpáticos tau (ahora t’au y a partir de este momento en este blog tau otra vez), unos alienígenas endebles y azulitos que dominaban una tecnología superior a la par que estéticamente menos sobrecargada que la de sus rivales galácticos. Los tau me parecieron bonitos, limpios, con un trasfondo atractivo y sobretodo acordes con un universo futurista. Y además tenían a los kroot, unos salvajes aliados que daban un contrapunto sucio y bárbaro a sus ordenadas filas de tiradores de élite.
Mientras que los tau seguían órdenes de los etéreos, sus líderes espirituales y vestían blancas armaduras de combate de tamaños desde lo personal a lo mazinguer, los kroot se lanzaban en tromba contra sus enemigos, armados con rifles de chispa y taparrabos, dando un aspecto visualmente muy atractivo al ejército.
Y así fue durante los años en los que jugué partidas ocasionales, centrándome en los tau pero sin olvidar nunca a los kroot que me encandilaron en su momento… Hasta ahora. Ahora el juego narrativo y como no, la predisposición de mi nuevo compañero de mesa a jugar de forma relajada me ha llevado a darle un cambio a mis tropas. Hasta ese momento los kroot habían sido las tropas prescindibles del ejército, los guerreros de apoyo, pero a partir de ese momento tomarían las riendas para convertirse en las estrellas de la función.
Un ejército casi enteramente formado por kroot está fraguándose y en futuras entradas iré desgranando unidad a unidad a esas bellas bestezuelas.
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