Tengo que reconocer que esto se ha ido al carajo. Aunque pensándolo
empíricamente, que no sé qué significa, nunca ha dejado de estar
un poco en el carajo. Este blog nunca ha llegado a despegar, dejando
de lado los primeros años en los que contaba con algunos amigos y
compañeros de afición como lectores y ese repunte que tuvo en la
época del Google+, nunca fue algo para tirar cohetes. Y ya van diez
años de blog, no os creáis que acabo de llegar...
Comencé
a escribir azuzado por eso que se decía en la época de que “los
blogs están muertos” y ahí me tiré de cabeza, por mi amor a las
cosas decadentes, olvidadas, inútiles… y aquí sigo diez años
después, sin un número significativo de lectores, sin apenas
comentarios que
llevarme a la boca, sin “feedbacks” ni “hypes” ni otras cosas
de esas modernas que hacen populares a los contenidos de internet.
Pero ya he
reflexionado muchas veces sobre las causas de esto. Que si empecé en
mal momento… Que si los contenidos son demasiado dispersos… Que
si escribo mal y a nadie le interesan mis mierdas… Y no voy a
seguir por ese camino, lo juro. Lo que voy a hacer va a ser
sintetizarlo todo con un ejemplo de algo que me pasó hace muy
poquito y que resume muy bien no solo el sentido de este blog, sino
mi vida en general.
Hallábame yo
ejerciendo mis obligaciones laborales casi empezando mi jornada
intensiva de 12 horas divididas en dos fracciones mañana-tarde para
mayor comodidad de mis viejos y cansados huesos cuando mi teléfono
móvil me notificó una notificación, válgame la redundancia. Al
abrir la tapa del aparato me encuentro con que he recibido un mail de
una chica, lo que hace que me lama la palma de la mano y me la pase
por el pelo instintivamente. Al leerlo descubro que ésta se ha
puesto en contacto conmigo ya que forma parte de una nueva editorial
rolera llamada Shadowlands y quieren contar con el apoyo de mi blog
para reseñar sus nuevos productos, basados en la quinta edición del
D&D. Y aún no jugando a esa edición me siento profundamente
halagado ya que en secreto siempre he sentido cierta envidia de esos
blogs a los que una o varias editoriales eligen para ser sus
reseñadores oficiales. Y fantaseo, como no.
Cierro los ojos y me
imagino recibiendo cada mes una caja con libros que analizo con
profesionalidad y reseño exhaustivamente, cuyas visitas van
aumentando, las ventas de esos libros creciendo y debido a la fuerte
conexión entre blog y editorial terminamos forjando una alianza
irrompible. Lo demás ya lo imagináis: hordas de jugadores
peregrinando hasta mi casa para que les dirija campañas que no
piensan abandonar a medias por nada del mundo, bragas y sujetadores
colgadas en mi puerta todas las mañanas, sacrificios en mi honor,
baile y jolgorio en celebraciones narcotizadas por el efecto de las
drogas y los dados de veinte trucados… Pero me dura poco la
alegría.
Al
cabo de unas semanas comienzo a ver reseñas de “Tormenta de fuego”
(así se llama el
libro) en otros blogs y páginas especializadas. Al principio son los
habituales y no me puedo quejar ya que tienen enormes audiencias y no
me extraña que también se
lo hayan ofrecido,
pero poco a poco la cosa se va volviendo extraña. Comienzo a ver
reseñas del juego en blogs no especializados en el rol, como los
dedicados a wargames, empiezan a aparecer en páginas que ni conocía,
blogs que llevaban meses o incluso
años abandonados, comentarios en las redes sociales diciendo cosas
como “Fijaos, me han regalado un juego a pesar de que abandoné mi
blog rolero hace quince lustros” y cosas así que hacen que pierda
esa ilusión de exclusividad que me creé yo solito y termino
aceptando que no soy especial para nadie, sino un mediocre más.
Desgraciadamente, siempre se puede caer más bajo. Ya veréis, ya.
Pasan los días y no
dejo de mirar mi buzón al llegar a casa, esperando que por lo menos,
siendo más o menos exclusivo el libro me mole, pero no llega. Pasa
una semana, dos, tres… Todo el mundo ha reseñado el módulo ese en
sus blogs, canales de youtube y podcasts excepto yo, porque ni lo he
olido. Supongo y temo no equivocarme, que esa editorial llamada
Shadowlands dedicó una parte de la tirada inicial, treinta o
cuarenta libros a promoción y yo estaba el número cuarenta y uno. Y
me quedé fuera. Como siempre. Con la ilusión hecha para nada. Con
los sueños construidos para ahora poder sentarme y ver como se
deterioran y se caen, convertidos en polvorientas ruinas roleras.
Como todo en esta vida ya. Que asco me da todo a veces, joder.
He aquí mi ejemplar del libro. |