viernes, 1 de enero de 2021

 


Debo reconocer que me ha resultado mucho más complicado volver que marcharme.

Anuncié el cierre, o mejor dicho la pausa indefinida de este blog con cierto alivio, supongo que debido al hastío que llevaba arrastrando desde hacía ya demasiado tiempo con mis fútiles intentos de mantener viva mi vida lúdica, especialmente en lo referente a juegos de rol. Es por ello que cuando pensé en seguir escribiendo aquí, algo en mi interior, esa vocecita cabrona que todos tenemos, me susurraba al oído eso de “callate, estate quieto que la vas a cagar”, pero tras mucho meditarlo, aquí estoy otra vez. Y por si queda alguien dispuesto a seguir leyéndome, voy a explicar el porqué.

Di el portazo, es cierto. Cansado de pelear por reunir a cuatro personas en la mesa, frustrarme en jornadas roleras y hartarme de sobornar a amigos con promesas de panchitos y fantas de naranjas, decidí alejarme de este mundillo, relegarlo a un cajón y centrarme en otras cosas. Fueron días de cambios al margen de todo esto. Vino el virus, cambié de trabajo, confinamientos, búsquedas de uno mismo en el oscuro y maloliente interior del alma y en medio de todo eso comencé a colaborar en un programa de televisión local hablando de literatura, escribiendo en mi tiempo libre y disfrutando de ese regalo de los dioses que son mis hijas cuando se portan bien, porque cuando no, me subiría a un avión y me estrellaría en los andes para comerme a mis compañeros de vuelo. Pero a lo que iba, que me despisto.

Di el portazo al blog y entre otras cosas me puse a vender algunos excedentes frikis de mi estantería tales como juegos de rol, de mesa y miniaturas del warhammer y fue entonces, estando sentado tranquilamente en el váter mirando el wallapop cuando sucedió el milagro. El vecino de atrás me habló. De pronto apareció un mensaje bajo el anuncio que había puesto para vender unos marines espaciales del conquest diciéndome “Hola, soy tu vecino de atrás. ¿Juegas a Warhammer?” Y así era. Ese tipo al que saludaba con un leve movimiento de cabeza por el simple hecho de vivir a escasos metros el uno del otro de pronto resultaba ser un aficionado a ese bello juego de miniaturas que tantas horas de juego me había dado en el pasado. ¿Y como podía ser que después de quince años de convivencia casi puerta con puerta no supiéramos nada el uno del otro? Pues supongo que por no exteriorizar nuestras aficiones. Igual si yo hubiese tenido un felpudo en mi puerta con el mensaje “Bienvenido aquél que siga al bien supremo” o él una bandera con el águila bicéfala del imperio en su tejado, todo habría sido más sencillo, pero no.

Como no, quedamos, hablamos y descubrimos que teníamos una visión del juego bastante similar, alejada de los sectores puramente competitivos y así llegamos a un acuerdo y comenzamos una campaña narrativa que lleva ya unos meses en marcha y pinta mejor a cada partida jugada. Como no, he vuelto a pintar, a comprar miniaturas y a reorganizar mi ejército que me está gustando más que nunca. Y es por ello que he decidido dejar constancia de todo esto en una serie de entradas que os podrán interesar o no, pero que me apetece escribirlas para empezar el año con algo más que buenos deseos y falsas esperanzas.

Saludos a todos y nos vamos leyendo.

sábado, 16 de mayo de 2020

Cerrad la puerta al salir.

Hay momentos en los que me cuesta entender como he llegado hasta aquí. Como he pasado de tener una pasión que no solo me motivaba sino que me definía e identificaba, a renegar de mí mismo en un gesto de autocondescendencia hacia ese yo pasado al que siempre combatí. Esa voluntad del guerrero que solo piensa en retiradas si es para coger carrerilla o en descansos si van a servir para luchar con mayor fiereza a continuación, ha quedado ya relegada al recuerdo, no necesariamente negativo pero sí algo cómico visto desde mi punto de vista actual.

Hay momentos en los que me cuesta entender como he llegado hasta aquí, decía antes. Pero este no es uno de esos momentos y por eso me he decidido a desprenderme de la pereza y escribir. Creo que no sería justo después de tantos años reseñando juegos, haciendo gracietas varias y enarbolando la bandera de una afición, desaparecer sin decir adiós.

Y si por echar las culpas fuera, supongo que no me faltarían los motivos. Durante estos años he visto como todos mis grupos de juego se han derrumbado, todos mis intentos de simplemente quedar con alguien y jugar a algo, incluso internet mediante, se han quedado en nada, y como no, siempre ha habido alguien a quien poner como excusa, algún factor externo inevitable y como cuando no llueve hace mucho sol, al final no se queda y no se juega y ay que pena a ver cuando podemos todos y que el tiempo acompañe.

Pero tonterías aparte, si tuviese que buscar un factor incapacitante en todos mis intentos de disfrutar de estas aficiones friki-sociales, común en todos los intentos fallidos desde hace quince años hasta hoy, no me costaría demasiado llegar hasta mí mismo. Será por mi soberbia, mi desprecio a todo aquello que huela a nuevo, mi falta de flexibilidad horaria o la nostalgia que me embarga, no he dejado de ponerme piedras en el camino, palos en las ruedas y otras formas de autosabotajes que por un lado me mantenían en mi posición cuasi legendaria de prefriki ancestral, pero que al mismo tiempo me aislaban en mi burbuja de rencor y rechazo.

Y aquí estoy ahora. Cansado y por qué no decirlo, también un poco triste. Rodeado de libros a medio leer, campañas a medio pensar y miniaturas a medio pintar. Embelesado mirando cajas y cajas de tableros y muñecos, cartas y cuadraditos de colores, dados y libros de instrucciones aprendidos y olvidados mil veces sin haberse puesto nunca en practica.

Será por eso que ya no tengo ganas de escribir, relegado a este mundo simple de videojuegos de bolsillo, partidas familiares y colecciones personales. No creo que mis opiniones ni reflexiones sobre nada, vayan a ser interesantes, ni siquiera entretenidas, mucho menos constructivas o edificantes, y por ello voy a cesar en este empeño de seguir por seguir, estar por estar y fingir que no estoy fingiendo.

Agradezco muchísimo todos los comentarios que me habéis dejado, aquellos ocasionales y sobretodo los habituales. Recordaré con cariño los tiempos de Google+ en los que la afluencia de público por aquí era notable. Y como no, atesoraré aquellos momentos compartidos con las gentes que conocí a través de este medio. Glorantha Hispana, Rol en Quart, Novelda Rolea, gentes que pasaron por mi casa venidas de Madrid, Murcia, Barcelona y Valladolid, todos aquellos y aquellas que me estoy olvidando, que no serán muchos pero ya sabéis como es la memoria de puñetera…

Yo me largo de aquí. No del mundo, por supuesto. Seguiré con mis otros blogs (de momento), en redes sociales y seguiré peleando por mi “carrera” como escritor y showman multidisciplinar, pero por otros sitios. Pero no voy a cerrar este blog, por si os lo estabais preguntando. No voy a destruirlo vilmente para poner fin a toda la información aquí contenida, como tampoco descarto pasarme de vez en cuando y dejar alguna reseña ravenloftiana de las que me quedan pendientes o escribir algo sobre algún juego que me esté entreteniendo en el momento, pero sin duda voy a dejar esto un poco aparcado, por lo que no esperéis mucha actividad, ni mucho menos periodicidad, y si alguna vez os acordáis de mí, pensad que solo fui un mal sueño, de esos de cuando uno cena demasiado aceitoso.

Un saludo y buenas noches.
Josep.


lunes, 30 de marzo de 2020

Tortugas ninja Leyendas: Mutantes en tu bolsillo.


Reconozco que lo estoy haciendo mal. Desde que empezó esto del confinamiento para sobrevivir a la pandemia soy incapaz de concentrarme en escribir nada con cierta continuidad, trabajar en la que ya debería ser mi página web o simplemente entender como funcionan esas aplicaciones para jugar a rol online y unirme a la marea de cyberjugadores. ¿Y qué hago en lugar de eso? ¿Ejercicio? Por supuesto que no. En realidad paso mi tiempo deambulando por casa en bata, mirando juegos en la estantería y jugando en el móvil a videojuegos. Y es de esto precisamente de lo que quiero hablar hoy.

En mi teléfono hay tres juegos instalados ahora mismo. El primero es el Dragonball Dokkan Battle, del que ya hablé en este blog hace unos años y al que sigo jugando ocasionalmente. El segundo es el Warhammer 40K Combat Cards que hace muy poco que lo tengo y me está enganchando bastante. Y el tercero es justo el que voy a describir aquí, nada más y nada menos que el Tortugas ninja Leyendas.

Al igual que el Dokkan (y el Warhammer), este Leyendas es un juego de cartas coleccionables. Empezamos con un número muy reducido de personajes y a medida que avanzamos tenemos la opción de adquirir nuevos, ya sea como recompensa al completar misiones o comprando sobres de cartas. Cada personaje tiene un valor en mutágeno que al alcanzarlo podemos desbloquearlo y a partir de ahí ir subiéndole de nivel, mejorando sus habilidades, etcétera. Del mismo modo si creamos un equipo (hasta un máximo de 5 pjs) que tengan relación entre sí (las cuatro tortugas y splinter, por ejemplo), nos daremos cuenta de que sus habilidades se complementan de maravilla y aumentará aún más nuestro poder en combate.

Como no, el juego tiene gran variedad de modos. En primer lugar tenemos el modo historia, con dos dificultades, que es la forma sencilla de avanzar, obtener objetos (esenciales para mejorar las habilidades), mutágeno y nuevos personajes; por otro lado hay misiones especiales y retos para conseguir personajes especiales y un modo de torneo semanal que nos recompensa a medida que subimos en el ranking. Además, y hablo en favor del juego, cuando nos enfrentamos a otros jugadores no lo hacemos “en directo” si no que jugamos contra sus mazos controlados por el juego, lo que nos evita esperas, lags y abandonos. Quizás eso no guste a los jugadores más competitivos, pero a mi me parece toda una ventaja.

Pero al igual que pasa con el Dokkan, éste es un juego de coleccionismo puro y duro. Las partidas, torneos y combates no son más que una excusa para conseguir más y más personajes en todas sus versiones (Nickelodeon, serie de animación clasica, comic original y película), subirlos de nivel a tope y buscar la forma de evolucionarlos para que molen todavía más. Por supuesto, y creo que sobraba decirlo, está creado para fans de las tortugas y quien no conozca la serie se aburrirá en seguida sumido en el desconcierto de no conocer a casi ningún personaje y no hallar lógica ni propósito en el tiempo invertido en el juego.

Lo mejor: El diseño de los personajes, los movimientos especiales, los escenarios y el modo torneo.
Lo peor: Llega un punto en el que cuesta subir a los personajes, a no ser que pagues un precio abusivo con dinero real por sobres especiales (he visto sobres de hasta 50€) y se vuelve algo monótono.


martes, 24 de marzo de 2020

Titan Quest: Atlantis


Pues ha vuelto a pasar, queridos amigos y amigas, numerosos todos, de este blog. El Titan Quest, el que es seguramente el videojuego al que más horas le he dedicado en mi vida y al único al que sigo jugando ocasionalmente hoy en día, ha recibido una nueva expansión. Y ahora os preguntaréis voz al cielo “¿Pero la compañía que desarrolló el juego no cerró hace mil millones de años?” y efestiviwonder así fue, pero como la comunidad de jugadores sigue tan activa, de vez en cuando algo se remueve en las entrañas del juego y aparecen expansiones sorpresa, como sucedió con el Ragnarok (del que hablé en esta entrada hace unos años), así que aprovechando que lo tengo y además ya me lo he pasado, voy a comentar un poco así por encima mis impresiones sobre este nuevo Atlantis.

Si el juego oficial consistía en encarnar a un héroe y viajar desde Grecia hasta el mismo Hades pasando por Egipto y llegando hasta la China haciendo la ruta de la seda enterita, y luego en Ragnarok teníamos que subir hasta Escandinavia para pegarnos con los mismos dioses del Valhalla, en Atlantis partiremos de Gadir (la antigua Cádiz) para viajar por el norte de África buscando unas reliquias que nos permitirán llegar a la mítica Atlántida para pegarnos con todo bicho viviente e inmortal que allí nos encontremos. ¿Os parece bonito? Pues ahora paso a hablar de lo que supone la expansión en sí.

En términos de juego, éste Atlantis aporta un nuevo escenario al juego con todo lo que ello conlleva, como son nuevos enemigos, nuevos objetos y dos habilidades nuevas para cada maestría (es decir que nuestro pj optará hasta a cuatro habilidades además de las que ya tengamos), así como nuevas misiones secundarias que nos aportarán beneficios varios. Ahora bien, aunque en un principio esto suene a gloria bendita, la realidad es que no termina de funcionar tan bien como debería. Y es que en esta expansión, el capítulo de Atlantis no sigue al de Ragnarok si no que podremos acceder a él ya desde el principio de Hades, por lo que queda “desconectado” de la trama principal. Y eso no supondría un mayor problema si no fuera porque la dificultad está ajustada para personajes de cierto nivel y si lo jugamos cuando ya nos hemos pasado el juego normal como hice yo, iremos muy sobrados de fuerza, los objetos encontrados no serán demasiado interesantes y al final todo quedará en un “pues que bonito pero si lo sé, paso”. Además, el detalle de los escenarios es mucho mayor que el de anteriores expansiones y eso hace que en un ordenador viejuno como el mio, el juego corra a la perfección hasta ese punto, que va a trompicones, con algunos parones y ruidos del motor.

Conclusión: Atlantis es una expansión bonita pero prescindible, con pinta "fanmade" solo para fans del juego que quieran ver a sus personajes evolucionar un poquito más de lo que el juego original permitía o personas en aislamiento domiciliario debido a cuarentenas por amenaza vírica mundial. Que no suele pasar, pero a veces ya lo veis.


Vaya, vaya, así que tritones... ¡Morid criaturas inmundas!

domingo, 15 de marzo de 2020

Kill Team: Terribles escaramuzas entre tuberías.


Uno de mis últimos, y porqué no decirlo desesperados intentos de seguir aferrándome a este mundillo lúdico como miembro activo en algo que no fuera mirar embelesado abarrotadas estanterías de juegos sin probar, fue el Kill team. No parecía mala idea así a priori: un juego de escaramuzas basado en el mundo de Warhammer 40K, al estilo de necromunda y muy atractivo a la vista. Bueno, bonito y (por lo menos para posibles jugadores que quisieran unirse a mi causa), barato. ¿Qué podía salir mal? Pues todo, por supuesto, pero voy a hablaros un poco del juego y luego ya os lloro en el hombro.

El Kill Team consiste en una caja grandota de cartón tan duro como el acero en cuyo interior hay un libro de reglas, tokens y cartas, un tablero reversible, dos facciones distintas que constan de una decena de miniaturas cada una y una cantidad ingente de escenografía modular para que puedas montarla a tu antojo cada vez y hacer de cada partida algo único e irrepetible. Una vez listo, dos jugadores deberán enfrentarse en lo que viene a ser una guerra de guerrillas para cumplir los objetivos de cada misión y alzarse así con la victoria. ¿A que parece práctico y sencillo? Pues efectivamente lo es, pero aún hay más.

A pesar de que se juega con miniaturas del Warhammer 40K (eso hace que quien ya tenga un ejército no necesite desembolsar un duro y quien no, pueda apañarse con una inversión de 25-30€), las reglas del juego no son las mismas. Aquí los turnos implican acciones casi simultáneas de ambos jugadores con lo que se evita esa incoheréncia del W40K en la que tienes que esperar mirando a que el otro te machaque en su turno antes de poder hacer nada. Recuerda en cierto modo y guardando las distancias al Infinity, juego que pienso que se cargaron tratando de meter nuevas reglas y complicándolo hasta el tedio.

Pero en mi opinión el punto fuerte de este juego es el modo campaña que nos permite crear un equipo de mercenarios aguerridos y llevarlos a través de misiones varias en las que podrán adquirir experiencia y subir de nivel, acumular heridas de guerra o directamente morir miserablemente para ser sustituidos por nuevos reclutas de nivel bajo que deberán ocupar su lugar. Si a todo esto le sumamos tropas especialistas, árboles de habilidades (como en el Diablo2), maniobras tácticas generales y exclusivas de cada facción y que las partidas no duran más de un par de horas… ¿Qué tenemos? El juego perfecto, sin duda. Y ahora viene lo frustrante.

A pesar de todo esto de arriba, llevo casi tres meses intentando quedar con alguien para jugar y me resulta imposible. De diez o doce intentos de quedada solo tuve éxito en uno en el que por lo menos pudimos probar el juego mientras que todos los demás se quedaron en tentativas y excusas y disculpas por no poder y “a la próxima seguro” pero al final no y uno se cansa porque tiene su poso de orgullo y al final me doy cuenta de que el Kill team será otra de esas cajas de estantería como el Shadows of the past o el Castle Ravenloft o el Urban Warfare que a los diez años de haberlo comprado lo abriré para deleitarme con sus bellos componentes, y seguirá oliendo a nuevo.

Algún inconsciente ha montado a los Tau como breacher team y ahora los lobos espaciales le van a dar de ostias.