Cae la noche. Subo a acostarme y me pongo el pijama completo, lo que
me da un poco de calor y por ello no me tapo. Me quedo mirando a la
puerta a ver si aparece el segundo fantasma pero parece que tarda. ¿Y
si lo de anoche hubiese sido un sueño? ¿Y si lo hubiese flipado
todo? Pero al mismo tiempo fue tan real... Miro el reloj y faltan
diez minutos para las doce. Si a y cinco no ha aparecido, me duermo y
que le den. Pero aparece, vaya si aparece, justo a las doce como un
ninja melenudo se planta ante mi el segundo fantasma. No cambia
demasiado respecto al primero a excepción de la espalda algo más
ancha, las facciones más cuadradas y que lleva una barba algo
descuidada.
-Hola -me dice-. Soy
el fantasma del rol del pasado, pero no tanto.
-¿Como que "del
pasado pero no tanto"? -le pregunto algo sorprendido-. ¿No
deberías ser el del presente?
-No porque eres tan
viejo que necesitas dos del pasado para poder ocuparnos de todas las
etapas.
-Pues yo creo que
habiendo puesto uno así sobre los veintipocos años habría sido...
-Mira, no he venido
a discutir esto. No sabes todo el papeleo que hay que montar para
esto de las apariciones como para que tu vengas ahora a opinar sobre
algo que no sabes. Venga, dame la mano que te llevaré a un sito
guay.
Y
así al tocarle damos un salto, no tan lejano en el espaciotiempo
como el anterior, pero igualmente sorprendente y mágico. Al
aterrizar nos encontramos en una especie de oficinas llenas de mesas
con ordenadores algo viejunos, posters de viajes y otras cosas
desconcertantes. Pero reconozco el lugar. Es el antiguo casal de la
juventud del pueblo donde actualmente resido. No hay ni dios porque
presumo que es fin de semana, pero al fondo hay una sala anexa donde
solíamos quedar. Está iluminada así que me acerco y miro en el
interior. Allí está mi yo barbudo y melenudo sentado a la mesa
dirigiendo una campaña de RuneQuest a Esteban, Ángel, Marcos y
Manolo. Automáticamente comparo la escena con la vista la noche
anterior y veo las diferencias.
Detecto algo de tensión en mis movimientos y palabras. Gente nueva
que está muy lejos de la complicidad que tenía con mis viejos
amigos, la responsabilidad de dirigir algo que les guste, la
incertidumbre de si querrán
quedar otro día...
-¿Qué te parece?
-me pregunta el fantasma del pasado pero no tanto.
-Esto ya no era lo
mismo, pero...
-¿Pero qué?
-Quizás no disfruté
de estas partidas por el miedo a no encajar.
-¿Hicieron ellos
algo para que no encajaras?
-No. Al contrario.
Me aceptaron como a uno más del grupo desde el primer día.
-¿Entonces quién
saboteó tu diversión?
-Supongo que yo
mismo, al preocuparme por cosas más allá de la simple y llana
diversión. Por primera vez en mi vida me preocupaba por utilizar
bien las reglas, por crear partidas con cierta coherencia lógica,
por...
Miro al fantasma con
tristeza y me doy la vuelta para salir de allí. Fueron buenos
tiempos sin duda, conocí a gente a los que sigo llamando amigos hoy
en día, pero no dejé que las cosas fluyeran por miedo, o añoranza,
o simple cabezonería.
-Llévame a casa -le
digo al fantasma-. Quiero dormir un poco.
Y sin decir palabra
me pone una mano en el hombro y aparezco de nuevo en mi habitación.
Tenía sueño antes pero ahora no puedo dormirme.
En la próxima
entrada... ¡Aparece otro fantasma del rol! ¿Pero cual?
¿El de "casi el presente" o el del "presente"?
ResponderEliminarTe iba a responder, pero he preferido subir la parte siguiente.
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