Aunque sé que hablar del Magic es un asunto delicado (y mas teniendo en cuenta que posiblemente no voy a hablar demasiado bien), para gustos colores y para colores el Magic.
Para quien no lo sepa: El Magic es un juego de cartas coleccionables que... Bueno, mejor me ahorro las explicaciones técnicas porque a estas alturas todo el mundo sabe qué juego es ese.
Sobre la mitad de la década de los noventa aparecieron esas cartas por primera vez en el garaje semisubterráneo donde nos reuniamos para jugar a rol; Creo recordar que vinieron de manos de alguien que solía viajar a Barcelona (tierra soñada de interminable disponibilidad de artículos nunca antes imaginados) y nos las presentó como algo super novedoso, divertido y facil de jugar. Nosotros, roleros de pro, lo vimos como algo poco imaginativo que nada tenía que hacer frente a nuestros clasicos juegos. El Magic no tenía un personaje al que subir de nivel, una princesa que rescatar o un equipo con el que compartir luchas y tesoros. Pero a pesar del desprecio inicial, las cartas llegaron misteriosamente al pueblo y la gente comenzó a comprarlas.
Entonces la cosa no era tan seria como ahora: Se jugaba por diversión, si ánimo de ganar nada y cuando a alguien le salía una carta buena todos corrían a fotocopiarla y pegarla en un cartoncito y era perfectamente válida. Lo importante era divertirse.
Después llegaron las hojas de precios y frecuencias, las actualizaciones de reglas y los minitorneos y las cosas se pusieron mas serias.
había dias en los que se dedicaba la tarde del rol al magic, y por ello acabé comprandome un mazo y un par de sobres para meterme en el juego.
Creo recordar que elegí el color rojo (que me permitía sacar muchos bichejos) y el negro (por el morbillo ese de la nigromancia y las calaveritas) y allí comencé con el intercambio y compra de cartas y las primeras partidas. Mi estratégia cosistía en llegar con un mazo de medio kg de cartas, casi todo tierras y bichos inútiles pero con un coste de llamada bajísimo y plantarlo a mi lado como una torre. A los dos minutos d epartida, mi lado de la mesa era un hervidero de orcos, elfos y otros insectos semiinutiles. Normalmente mi adversario me los mataba a puñados, pero en nada de tiempo ya volvía a tener otro regimiento en la mesa. Recuerdo una vez jugando en una mesa de ping pong, una partida eterna en la que mi rival apenas tenía sitio para poner sus cartas de la cantidad de morralla que llevava yo.
A mi me divertía jugar así, era el juego que me gustaba para pasar el rato; Pero pronto descubrí que el magic no era para divertirse, sino para ganar, y que siempre ganaban los que sus padres les daban mas dinero los fines de semana.
Cada vez los mazos eran mas competitivos, se prohibieron las cartas fotocopiadas y uno de nosotros (yo no) se alzó como el gran campeón imbatible y se quedó solo. La fiebre del Magic terminó para nosotros y volvimos a jugar a rol, como dios manda.
Ahora, aquí debería de haber una conclusión en forma de moraleja, pero la verdad es que no la habrá. Mi intención solo era la de explica rmi experiencia y prefiero que cada uno piense lo que quiera. Además, la niña está llorando y no puedo concentrarme para pensar ninguna despedida chocante.
La despedida es chocante, y demuestra que eres un padre como toca ;)
ResponderEliminarSobre lo que explicas, te diré que me ha gustado, y que doy gracias por nunca haberme gastado dinero en cartas del Magic... Si compré cartas del Señor de los Anillos, pero fueron sólo dos cajas y era por afán de coleccionismo. Pronto detecté que eso era un saca dinero cruel y despiadado y lo abandone...
Para mi la conclusión es clara y directa como un puñetazo a la nariz:
"La fiebre del Magic terminó para nosotros y volvimos a jugar a rol, como dios manda."
Riley