domingo, 30 de octubre de 2016

Un monstruo viene a verme (llorar)



Para la mayoría de personas normales, es decir, individuos autosuficientes sin hijos, ir al cine puede ser un acto rutinario con el único obstáculo del dineral que cuesta la entrada y la posible presencia de adolescentes ruidosos que se ríen todo el rato en las butacas colindantes. Pero para mí y mi esposa, ir al cine había sido algo imposible desde el nacimiento de la mayor, hace como siete años. Creo recordar que la última que pudimos ver fue Spanish Movie, allá por el 2009 y desde entonces las apariciones por el cine había sido para ver Frozens, Pitufos y demás productos para críos.

Pero ayer pudimos romper nuestras cadenas, pedirnos una tarde libre abuela mediante y lanzarnos a la aventura del cine. La cartelera no era demasiado atractiva; había una de Tim Burton que quería ver mi mujer pero solo había un pase imposible a las diez de la noche; estaba el Doctor Extraño que es un superhéroe de esos que nunca me han gustado y estaba la de Un monstruo viene a verme que según ella, había leído muy buenas referencias, así que nos metimos a verla. Y ya veréis ya.

Antes de que empezara la peli le eché un vistazo por internet, a ver de qué iba la cosa y me llevé una sorpresa maravillosa. La película tenía a un monstruo en el título, a Sigurni Wivern en el reparto y el personaje principal era un niño llamado Connor. ¿Qué podría salir mal? Tres elementos que me llevaban a la mente algo así como xenomorfos venidos del futuro para acabar con un niño que sería protegido por una ex teniente de nave espacial. Abrí la bolsa de las palomitas, me acomodé en la butaca y… Mi gozo en un pozo tan oscuro y profundo como un pozo puede llegar a ser.
¿A que parece que vaya a molar?

Al final resultó que el monstruo era una especie de metáfora onírica que se le aparecía al niño para ayudarle a asimilar aquello por lo que estaba pasando por su vida. Un niño hijo de padres separados, que en el cole le pegan y cuya madre está muriendo de cáncer y por eso se ve obligado a vivir con una abuela a la que odia. Ni tiros ni explosiones ni cosas siendo arrojadas al espacio ni nada… Solo una sala de cine llorando y sonándose los mocos todo el rato mientras yo buscaba algún grupo de adolescentes con ganas de cachondeo para sentarme a su lado.

Y lo digo en serio. Si habéis sido niños maltratados en clase o habéis tenido el infortunio de ver morir a vuestra madre (u otro familiar cercano) de cáncer, como es mi caso, ni os acerquéis a esta peli ya que no es más que un palo que removerá la mierda que guardáis en vuestro interior, sacando recuerdos a la luz y haciéndoos revivir cosas que habría sido mejor dejar en el olvido. Pero ojo que no digo que sea mala. Solo que creo que ya tenemos bastantes penas en nuestras vidas como para ir al cine a sufrir más en lugar de utilizarlo como entretenimiento y evasión.

Al final salí del cine con la misma sensación que tengo cuando ponen una de nazis basada en hechos reales o cuando voy conduciendo y veo cómo atropellan un gatito. Ya no era muy amante del cine, pero ahora estoy más que convencido de que si no salen ninjas, zombis o robots del espacio, a mí no me vuelven a ver por ahí.
Las partes de película hechas por animación, lo único aprovechable.



sábado, 1 de octubre de 2016

Principe Valiente (Reglamentos alternativos para Glorantha pt.3)





Para esta tercera entrega de “OtrasreglasparaGlorantha” (creo que no se llama así, pero ahora de memoria no me acuerdo) estuve dándole vueltas a utilizar algún sistema narrativo; pero narrativo de verdad, no a uno de esos de vampirajos y perros grandes; pero me encontré con el problema de que nunca he sido capaz de dirigir uno (por una maligna combinación de falta de ganas y de oportunidades), con lo cual me encontraba ante una dificultad importante.

El primero que me vino a la mente fue el Fate Acelerado, ya que lo tengo por casa y me lo he leído casi todo, además de contar con el testimonio de Roberto Alhambra, quien lo ha utilizado con éxito para jugar en Glorantha en más de una ocasión. Pero claro, el señor Alhambra no es un señor normal y que él lo haya conseguido no significa que los masters mundanos vayamos a conseguirlo. Así que busqué en mi biblioteca alternativa (la de pdfs y fotocopias) para encontrar algo que se adaptara, hasta que ya preso de la desesperación y el desasosiego me acordé de un juego que mi amigo Cabezadeplomo me regaló: El Principe Valiente de Joc. No solo podía valer, sino que además es de Gregg Stafford, creador de Glorantha, con lo que no lo pensé más y me puse manos a la obra. Y he aquí el resultado.

Los personajes:
Este juego está preparado para ser jugado por caballeros y héroes galanes, pero su simplicidad hace que pueda interpretarse a cualquier clase de personaje. Básicamente hay que elegir un nombre, profesión, hacer una breve descripción y por último repartir puntos entre Músculo y Presencia. Lo siguiente son las habilidades y otros detalles.
Como podéis ver, en este juego la sencillez juega a nuestro favor a la hora de crearnos el aventurero que nos plazca, de la cultura y raza que sea.

La magia:
Aquí nos encontramos con un pequeño contratiempo y es que en este juego no hay magia. Ni listas de conjuros ni reglas para lanzarlos ni clases específicas para ello. Pero una vez más podemos aprovechar lo flexible del sistema para crear para cada personaje su propia magia. Es tan sencillo como definir un culto/ escuela de hechicería/ etcétera, y utilizarlo como si fueran habilidades.
Una vez más, la simplicidad abre un abanico infinito de posibilidades.



Los Monstruos:
El libro no nos ofrece un bestiario propiamente dicho, pero en la parte final hay una serie de desafíos que nos ponen buenos ejemplos de cómo deberían ser las amenazas no humanas en el juego en encuentros como “El troll” o “El dragón”.
Y sí. Otra vez. Es esa ausencia de plantillas definidas de monstruos la que nos da rienda suelta a crear de un modo rápido y fácil cualquier amenaza que podamos encontrar en nuestra querida Glorantha.

La conclusión:
Puede parecer una trabajina pero lo cierto es que cuando dominamos este sistema, resulta muy sencillo adaptarlo al entorno que deseemos. De hecho, me imagino jugando al Príncipe Valiente a lo hípster del rol, es decir sin tener el libro delante, sin fichas y hasta sin master si me apuráis. Eso sí, con un puñado de monedas sobre la mesa, pesetas a poder ser.

Y al final nos enseñan a hacer pulpo a la gallega.