No es
ningún secreto decir que los videojuegos, como pasión y afición regular, han
pasado a la historia en mi vida. Hace más de diez años que no instalo un juego
en mi ordenador y le dedico las horas y la atención que éstos requieren y por
ende, he dejado completamente de lado los juegos de “rol” y otros igualmente
inmersivos. Creo que el último que pude disfrutar plenamente fue el Fallout 3 y
eso fue hace ya un buen puñado de años. Pero eso no significa que no haya
jugado a nada en todo este tiempo, ya que he ido encontrando juegos en saldos
por ahí que me he molestado en probar, aunque solo haya sido para lamentarme de
no poder dedicarles tiempo y hayan acabado relegados en estanterías mohosas y
polvorientas. Dragon Age, la saga Gothic, The Witcher y muchos más me ven pasar
a diario por delante de ellos sin que les pueda prestar la más mínima atención.
Pero siempre hay excepciones, por supuesto.
Me
considero uno de los traumatizados por el Diablo2. Jugué al 1 en su día en la
playestaixon y en cuanto salió el 2 me lo compré para PC. Pasé tantas horas
jugando que ahora tengo verdaderas lagunas de memoria en lo que refiere a esos
tiempos. Perdí amigos, un trabajo, dejé de darle comida al perro y se me hizo
caníbal… pero me lo pasé bien y disfruté de esa sensación vacua de subir
niveles, conseguir mejor equipo y machacar a los malos. Pero esos tiempos
pasaron y me despedí de los juegos hasta que descubrí… Titan Quest.
Matar! Matar! Matarrrr! |
Titan
Quest era uno de esos múltiples “clones” del Diablo 2 (misma mecánica, árboles
de habilidades, objetos mágicos, raros y únicos, runas que acoplarles, misiones
de “ve y mata”, “ve y consigue” o “ve y no vuelvas”… en fin, lo de siempre.
Pero el Titan Quest tenía algo que me encandiló: Estaba ambientado en la
antigua Grecia, con lo que quedaba muy lejos de esos juegos de elfos, orcos y
dragones. El (o la) protagonista era un pobre señor (o señora) con faldita y
sandalias que debía enfrentarse a hordas de faunos, centauros y bestias
salvajes enloquecidas mientras iba descubriendo que algo raro pasaba con los
dioses y solo había una forma de arreglarlo: zurrándoles. Para ello, al pasar a
nivel 2 podía elegir una maestría (Guerra, Fuego, Relámpago, Naturaleza,
Astucia, Caza, Defensa o Espiritual) y comenzar a desarrollar habilidades
especiales varias. Al alcanzar cierto nivel (creo que 9) se le daba a elegir
otra maestría de la lista, momento en el cual se combinaban las habilidades y
se definía la clase del personaje. Por ejemplo si habías elegido Guerra como
primera y luego Defensa, te convertías en un “Conquistador”, un guerrero en
toda regla; mientras que si ibas con Guerra y Astucia el resultado era un
“Asesino”. Las combinaciones eran muy numerosas y dentro de cada una había
donde elegir, por lo que la personalización de los personajes era muy interesante
y además guardaba un pequeño as en la manga y es que eligieras lo que eligieras
y combinaras como combinaras, tenías fortalezas pero también debilidades. Así,
el Conquistador antes citado era invencible en combate cuerpo a cuerpo pero muy
vulnerable a los conjuros, la maestría de Naturaleza proporcionaba defensas
elementales pero descuidaba el combate y así, siempre te quedabas con las ganas
de probar otra combinación mejor y la rejugabilidad aumentaba muchísimo.
Un
tiempo después llegó una expansión llamada “Inmortal Throne” la cual prolongaba
la aventura que pasaba de Grecia, Egipto y Oriente a llevarnos directamente al
Hades. Además de la lógica incorporación de nuevos enemigos y equipo, traía
consigo una nueva maestría llamada Sueño que tenía la característica de ser
capaz de compatibilizar con cualquier otra, rellenando esos huecos que creaban
debilidades. Por supuesto se convirtió en la maestría predilecta de todos los
jugadores pero a mi, que soy un pureta, no acabó de encajarme y seguí jugando
con mi Guarda (Caza + Defensa) en lo que venía a ser un arquero acorazado.
Desde entonces
el Titan Quest se ha instalado y desinstalado de mi ordenador múltiples veces,
he ido perdiendo los personajes guardados, he probado combinaciones y empezado el
juego tantas veces que ya me sé los primeros diálogos de memoria. Y justo la
última instalación la hice hace unos días, poco antes de descubrir que… ¡Doce
años después acababan de sacar una nueva expansión oficial! Y es que la
comunidad titanquestera se había mantenido viva durante todo este tiempo y se
seguían creando mods varios para aumentar las horas de juego, con lo cual la
compañía que creó el juego decidió devolverle a la vida con “Ragnarok” una
expansión que lleva al héroe a las tierras del norte, con los vikingos, para
pegarse con berserks, gigantes de hielo y con los mismos dioses (Loki
presupongo) para lograr salvar el mundo. Pero vamos con calma.
Me he
instalado la expansión y aunque he estado tentado de crear un “héroe
condensado” (o algo así) para poder jugarla directamente a nivel 40, he
decidido empezar desde cero (otra vez) y probar la nueva maestría “Runemaster”
que se basa en el uso de runas nórdicas para encantar las armas y lanzar magia.
Apenas estoy empezando, pero puedo contaros mis primeras impresiones.
El árbol de habilidades de defensa, mi prevorito. |
En
primer lugar, el juego ha sufrido algunos cambios en la disposición de
elementos en la pantalla, pero nada a lo que uno no pueda acostumbrarse. Por lo
demás es idéntico hasta que subimos a nivel 2 y se nos da la opción de elegir
la nueva maestría, con la que nos convertimos en “Señor de las runas”. Solo el
nombre ya mola un huevo, pero a ver qué hace. En un primer vistazo se trata de
una maestría no tan desproporcionada como “Sueño” y bastante equilibrada en
cuanto a magia-cuerpo a cuerpo. Demasiado diría yo. Demasiado porque así a
primera vista no queda muy claro con qué otra maestría es compatible. Por un
lado tiene la habilidad de encantar las armas para hacer daño elemental, lo
cual es muy útil para un personaje de melee, aunque ese daño elemental requiera
inteligencia para ser efectivo; por otro lado tiene buenos ataques mágicos,
pero éstos no rivalizan con los de las clases lanzadoras de hechizos. Yo, como
soy un fan de la maestría “Defensa” lo he combinado con ésta para crear un “Forjador
de runas” que por el momento y estando todavía a un nivel muy bajo, es como un
tanque que chuscarra a cuantos se le acercan gracias al daño elemental, la
furia berserk y el daño reflejado. Pero realmente, no sé como funcionará en
dificultades altas, cuando las cosas se ponen chungas y cada punto es esencial.
De
momento, eso si, estoy más contento que una… un… bueno que estoy muy contento
de ver que uno de mis juegos favoritos, por no decir el que más, ha recibido
una expansión de este nivel. Ya os contaré qué tal… si es que el juego me deja
tiempo, que espero que no.