Al principio de todo (joder, empiezo todas las entradas igual), cuando pasamos de los juegos d etablero al rol puro y duro nos enorgullecíamos al explicar a los curiosos que eso se juega sin tablero ni muñecos "sólo con la imaginación". Sabíamos que existían miniaturas dedicadas a ello y creo recordar que la primera edición del RuneQuest venía con una caja que incluía dados, tablero y miniaturas de papel, pero eso para unos roleros de pueblo para los que comprar un nuevo suplemento o unos dados de diez caras se convertía en una odisea no era una posibilidad a tener en cuenta. Con un folio y un lápiz eramos más que capaces de recrear cualquier batalla imaginable
Años después, con la llegada de la tercera edición del Dungeons & Dragons, descubrimos que jugar con miniaturas no solo era una posibildad sino una necesidad; Las nuevas reglas del famoso juego estaban llenas de referencias a flanqueos, distancias y movimiento, lo que obligaba a representar de algún modo a los personajes en la batalla ya fuera con pizarras de esas autoborrables, dados o lo que fuera. Al principio creímos que esas reglas eran para mejorar el juego hasta que descubrimos que los mismos del juego de rol estaban vendiendo miniaturas especiales para ello. Negocio, si, pero no estaba mal del todo. El juego se convertía en algo mucho más táctico: El mago ya no lanzaba una bola de fuego a los orcos "sin tocar a los mios", ahora había que demostrarlo sobre la mesa; y el clérigo ya no podía pasearse por entre el campo de batalla para curar al guerrero caído sin recibir en el proceso una buena somanta de palos.
Pero a mi nunca terminó de gustarme eso. A pesar del detalle ganado en el juego, cambió mi forma d ever el mismo. En mis partidas como jugador siempre había imaginado la acción desde una primera persona "Yo soy el héroe, yo estoy avanzando por el pasadizo en busca de la bestia que puede acecharme en cualquier recodo." Pero ahora la cosa tomaba otro punto de vista en mi mente. Pasé a imaginar la acción desde arriba, como si de un videojuego se tratara y eso quitó mucha emoción al juego.
De todos modos, repito, no me opongo a jugar con miniaturas y más después de conocer el Warhammer y darme cuenta de que con un grupo de jugadores estable no me importaría gastar algo de tiempo y dinero para poner sobre el tablero miniaturas como estas.
No me digais que estos bestigors no tienen cierto parecido "casual" con los broo de toda la vida.
Es verdad, esos bestigors parecen broos... ya tienes para ambientar una partida de RuneQuest con unos de los bichos más emblemáticos de Glorantha.
ResponderEliminarA mi me gustan las posibilidades que se abren cuando uno usa miniaturas en el juego. Recuerdo con fascinación cuando me enteré de que se podían usar miniaturas en el rol y el ver las figuritas de los que llevaban más tiempo jugando, y la ilusión de buscar mi primera figura (todavía la tengo, de hecho es la que sale en mi perfil).
Pensé que ampliaba mucho esa sensación que sólo el rol puede dar de "voy a probar a hacer ésto". No sé, te hacía imaginar con más viveza, sobre todo si el máster se lo curraba un poco (cosa que no hacía mucho, la verdad).
Poner sobre la mesa unas figuritas, y un par de pedruscos, un trozo de corcho, unos palos... y transformas un encuentro en una situación estratégica llena de "intrigantes posibilidades" como decía no recuerdo qué manual de rol.
Y no quiero pensar ahora que tenemos los "todo a 100" llenos de material que se puede usar como atrezzo... creo que mañana bajo al chino a comprar unos corchos de los que se usan en los belenes para ambientar mi (hipotética) próxima partida de rol (aunque la última vez que compre corchos de éstos para el belén los tuve que tirar porque salían unas hormigas muy raras).
Gran artículo. Un saludo.