Una vez estaba yo jugando al tenchu y mi ninja se hallaba oculto en una esquina observando a un ashigaru que hacía guardia en la puerta de una fortaleza. El guardia permanecía impasible hasta que en un momento de descudo giró la cabeza y mi ninja salió de su escondite y le cortó el cuello en absoluto silencio. Mi padre estaba observando la escena desde detrás de mi.
-Este juego... -Comenzó a decirme. -...es como la vida. Hay que saber esperar las oportunidades y cuando éstas salen, hay que lanzarse sin miedo.
No tuve muy claro si estaba aprovechando el momento para darme una importante lección o si quería encargarme el asesinato de algún viejo rival, pero por si acaso, a partir de entonces solo jugué al Mario en su presencia.
Si encima termina con un "Pequeño Saltamontes", ya tardas en sacar la flautita de bambú.
ResponderEliminar