Cuando ya contaba
con más de un cuarto de siglo a mis espaldas me mudé, dejando atrás
todas mis rutinas y costumbres para adquirir otras nuevas. Y como
pretendía que los juegos de rol siguieran formando parte de mi vida,
busqué por mi nueva localidad y me topé con un cartel que anunciaba
un torneo de Warhammer Fantasía organizado por un club de rol local.
El Warhammer no me interesaba pero la palabra “rol” se iluminó
ante mis ojos, por lo que llamé al teléfono indicado y me puse en
contacto con Mr. E, a quien quizás conoceréis de viejas entradas
warhammeras.
En esos momentos
ingresé como miembro de pleno derecho en el club y conocí a
personas con las que sigo teniendo contacto en el mundo lúdico hoy
en día. El caso es que había un torneo de Warhammer en ciernes y se
habían apuntado un número impar de personas, con lo que necesitaban
a un pardill… a un voluntario para rellenar el hueco. Me ofrecí
(por eso de probar nuevas experiencias) y me dejaron un ejército
completo de Hombres Lagarto (ahora Seraphon) para crear una lista con
los puntos adecuados y jugar. Reconozco que fue divertido crear la
lista, pero cuando llegó el momento del torneo ya no me lo pasé tan
bien.
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Había mucha gente.
Eso no me gustaba. Y era un ambiente muy competitivo. No recuerdo
cual era el premio para el ganador, pero sin duda la gente iba a
ganar. Recuerdo encontrarme con una situación muy alejada de lo que
es una partida de rol al uso. Gente muy seria, llamadas al árbitro
porque “mira éste qué ha hecho creo que no es legal”,
decepciones y enfados de los perdedores, tensión… Incluso recuerdo
las burlas a un jugador que hizo una mala jugada y condenó la
batalla para su ejército de Khemri. Fueron cuatro partidas de dos
horas cada una que se convirtieron en un día largo y confuso. Al
final me dieron el premio honorífico a la deportividad (supongo que
por no protestar) y lo guardo con cariño en mi estantería de
premios. Que solo está ese, por cierto.
Después de eso
seguí viendo a la gente jugar, descubrí que había otro Warhammer
futurista (el 40K) y también que fuera del torneo las partidas eran
algo más relajadas e interesantes. Allí comencé a sentir
curiosidad y me dejaron un manual con fotos de los distintos
ejércitos; me interesé por el de Hombres Bestia (ahora Bestias del
Chaos) por su parecido con los broo del RuneQuest, pero alguien me
comentó que esos bichos no valían mucho encima de la mesa. Estuve
dándole vueltas un tiempo pero al final desistí y me quedé con mis
bellos juegos de rol… Hasta que llegó el día C. Pero de esto
hablaré en mi siguiente entrada.
*Esta imágen no es del torneo citado en la entrada (que fotos las había pero nunca llegaron a mis manos) si no de otro celebrado en Girona. Lo pongo porque tengo cierto parecido con el de la camiseta naranja, pero no.
Que te den un premio a la deportividad dice mucho de ti o poco del Warhammer.
ResponderEliminarEs posible que haya un poco de cada cosa.
EliminarPero en cualquier caso la culpa nunca sería del Warhammer si no de como la gente se toma el Warhammer y el concepto de "competición".
Muy bien apuntado. Aunque me admitirás que algo de responsabilidad puede tener GW del tipo de jugador que ha atraído con el tiempo debido a su política de publicaciones.
EliminarCreo que los Hombres Bestias en realidad son broos. Alguien cometió el error habitual (no por los broos sino por el número) de mandar hacer un montón de miniaturas de broos de Glorantha... luego tuvieron que buscar una solución.
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