domingo, 21 de febrero de 2021

Grim Dawn: Repartiendo estopa en pleno apocalipsis.

 


A estas alturas de la vida, a nadie le sorprende la afirmación de que el Diablo II, allá por el año 2000, revolucionó el concepto de videojuego “hack and slash”, o lo que es lo mismo, superó a su predecesor y removió la nostalgia de aquellos que jugábamos al Gauntlet en el Spectrum ZX. Y desde entonces no dejaron de aparecer juegos clonicos que buscaban la gloria a la sombra del más grande entre los grandes; títulos como Sacred, Dungeon Siege o los más “modernos” Torchlight 1 y 2 eran capaces de quitarnos el gusanillo de más Diablo, aunque en mi opinión, y como ya he expresado varias veces en este blog, el único que llegó a superar al original fue el Titan Quest, gracias a lo original de su ambientación y al sublime sistema de desarrollo del personaje. Pero ya ha llovido desde el Titan Quest, y en mi contínua búsqueda de algún juego que estuviera a la altura de este último, me he topado con otra joya que creo que merece su propia entrada en este miserable blog condenado al olvido y el fracaso: el Grim Dawn.

Ambientado en un mundo grimdark que recuerda a Solomon Kane y con una situación similar a la del juego de rol “La sombra del rey demonio”, este juego sigue la estela básica de sus predecesores, es decir vistas isométricas, escenarios planos con múltiples entradas a cavernas e interiores y un sistema aleatorio de obtención de objetos (comunes, raros, legendarios y épicos), así como un desarrollo de personaje idéntico al de Titan Quest, con sistemas troncales de habilidades y clases combinables. Pero vamos a ver de qué va el juego, que me pierdo con los tecnicismos.

Grim Dawn es una aventura oscura (muy oscura en algunos momentos) que empieza en un reducto de supervivientes de un alzamiento generalizado de muertos vivientes, que refugiados en una prisión, deberán explorar los alrededores en busca de otros supervivientes, pistas sobre como acabar con la plaga y por supuesto, acabar con todo bicho monstruoso que se nos cruce por delante. Y al principio la verdad es que la cosa no promete demasiado; matar zombis, acabar con sus jefes e ir acumulando equipo y habilidades para causar escabechinas cada vez mayores y poder avanzar más y más en el mapa, pero la verdadera gracia del Grim Dawn no tarda en hacer acto de presencia.

Y es que además de matar y matar y matar más, el juego nos ofrece varias facciones que descubrir y a las que seguir o no. Para sacarle partido deberemos hablar con pnjs, leer libros que encontremos en bibliotecas y diarios personales de los jefes abatidos, y así descubrir que los supervivientes de la prisión no son más que uno de los reductos de esperanza que resisten los envites del mal, que toma la forma de otras tantas organizaciones criminales, monstruosas o cultos oscuros (como los Chthonians, en honor al maestro HP Lovercaft) a los que podremos combatir… O unirnos a ellos.

Es por ello que este juego, a pesar de ser más de lo mismo, tiene ese “algo” que nos atrapa, que nos mete en la historia y que en algunos momentos (como cuando encontramos el diario de un niño que relata como empieza la plaga, como desaparece su familia y hasta que los zombis llegan a su casa) nos estremece. Y como todo buen clon de Diablo II, cuando llevamos unas horas jugando ya estamos pensando en empezar otra vez con un personaje distinto, para seguir otros caminos y probar qué si siente actuando de forma distinta.

Así que ya lo sabéis. Si os apetece pasar un rato aplastando zombis y otras criaturas indeseables, sea con un hacha a dos manos o lanzando conjuros devastadores, éste juego no os decepcionará.


 

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