Cuando uno tiene un hijo siempre trata de guiarle por el buen camino; El que le llevará al éxito, al bienestar y a la satisfacción personal. Desgraciadamente, para muchos (pero muchos) progenitores, eso no tiene nada que ver con valores como la honestidad, la generosidad, la humildad y todo eso; Mas bien se limitan a volcar todas sus frustraciones sobre el crio, quien se ve obligado a seguir los pasos de los fracasados de sus padres. De este modo las madres no quieren que sus hijas sean amas de casa u operarias en una cadena de montaje y los padres quieren ver a sus niños (varones, claro), jugando al fútbol en primera división o conduciendo un Ferrari a toda hostia por un circuito de velocidad. Todo esto, lejos de motivar a los pequeños les crea una serie de traumas que solo superan el dia que s edan cuenta de que sus padres son idiotas y que con sus patéticas vidas ya tienen bastante.
Y yo... no soy una excepción. A pesar de todo lo dicho arriba y de no querer ir de sabio ni de modelo de educación, debo reconocer que aveces pienso en el futuro y fantaseo con ello. Yo sueño con que mi hija me dé nietos y en que uno de esos nietos habitantes del futuro pseudosemilejano me lleva en su coche volador camino a la lanzadera espacial de Villena que me conducirá a una especie de asilo espacial famoso por sus instalaciones de realidad virtual que ponen a los ancianos en la piel de sus héroes de juventud favoritos, como Robocop, SonGoku o el enano del Golden Axe. Y durante el camino yo iré contando mil batallitas a cual más coñazo y solo interrumpidas de vez en cuando por el comentario: "Mira allí abajo. Todo eso antes era campo." Y entonces mi nieto me mirará a través de sus gafas de sol con modo de rayos infrarrojos, UVA y X y pensará: "Que abuelo mas pesado.", mientras asiente con la cabeza.
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