Allá por el año 1996, la compañís Blizzard, creadora de
juegos ya consolidados como The Lost Vikings, Blackthorne o el famosisimo
Warcraft, sacó un juego de acción de ambientación medieval llamado Diablo. El
tema era muy sencillo: Un pueblo atacado y una iglesia con decenas de sótanos
que explorar, bichos que matar y objetos que recoger. Y a pesar de que “rol”
tenía poco más que el aspecto y la configuración del personaje al ir pasando
niveles, se convirtió rápidamente en un éxito “rolero” ¿Los motivos? Una enorme
rejugabilidad debido a la aleatoriedad de los niveles, enemigos y la multitud
de objetos mágicos, incluyendo los comunes, raros y únicos, verdaderas joyas
irrepetibles. Cuatro o cinco años después apareció la segunda parte y eso ya
fue el despiporre: Más y mejor. La gente enloqueció. Se jugaba más al Diablo 2
que al parchís en los hogares de jubilados y no tardaron en aparecer clones del
mismo.
Sacred, Dungeon Siege, Loki, Torchlight, Titan Quest y un
larguísimo etcétera… pasaron a formar parte de un nuevo estilo dedicado
únicamente a dar horas de diversión sin complicación alguna: Ni decisiones ni
puzzles ni tramas complicadas; Solo matar, matar, avanzar, matar, subir de
nivel, repartir puntos, comprar habilidades, matar, matar y buscar ese objeto preciado
que convierta a tu personaje en una bestia invencible. Pero aquí no acababa
esto.
El éxito del modo multijugador de estos juegos llevó a la
creación de un nuevo estilo, llamado MMORPG (Juego de rol multijugador masivo o
algo así), que era más de lo mismo, pero
exclusivamente online, donde te encontrabas con cientos o miles de jugadores
corriendo de aquí para allá haciendo eso de “matar, matar…”. Yo tuve alguna
experiencia con juegos de este tipo y debo reconocer que no son lo mío.
Actualmente tenemos la tercera parte del Diablo, cientos de
clones que siguen apareciendo y otros tantos juegos online, con el World of
Warcraft a la cabeza que dicen ser de rol pero solo para los que no saben de
qué va esto del rol.
Para los roleros veteranos, que aprendimos a jugar cuando
todavía faltaban años para que ordenadores y videoconsolas invadieran nuestras
casas y nuestro tiempo, los juegos de rol siempre tendrán ese “algo” que no
puede ser emulado en un videojuego, llámese risas, colegas o panchitos en medio
de la mesa. Pero de esto hablaré, creo, en la siguiente y última entrada sobre
los videojuegos.
El Titan Quest, un juego ambientado en la antigua Grecia y que es, para mi, el mejor clon de Diablo hasta la fecha.
El primer Diablo, aunque pueda parecer obsoleto a nivel gráfico, sigue siendo un juego que merece la pena jugar (y rejugar, claro)
Con lo que he estado esperando el diablo 3 "años y paños" y la decepción que me he llebado... no es lo mismo ver al Butcher gritando "Fresh meat!" que la nueva versión que por alguna extraña razón que seguro que nadie entiende se llama Carnicero y grita "¡Carne fresca!".
ResponderEliminarEste juego ya no tiene lógica alguna...
Ahora veo claro que no estás bién del tejado, Lokigoblin.
ResponderEliminarRespecto al diablo, que es lo que importa, tengo que decir que he dedicado muchas horas tanto a la primera parte como a la segunda y que son juegos muy buenos y adictivos. El tercero no lo he probado ni lo quiero probar por miedo a engancharme, ahora me dedico a cultivar flores que es más sano y productivo.
Estoy contigo, Capdemut, me enloquecen los videojuegos, pero incluso en los que son relativamente "mata-mata", como los de Betsheda o Bioware, al final las cosas que se me quedan no suelen ser las de golpes, sino los aciertos de guión, las pequeñas coñas o los momentos (que los hay) emocionantes.
ResponderEliminarAl final, como en el cine, lo que cuenta es la historia.