Tercera entrada: Bajo el cementerio
Pasan las semanas y los meses y la vida en los barracones se
me hace cada vez más difícil. Los juramentos de hermandad y lealtad entre
soldados quedan en nada cuando los oficiales no están mirando y los abusos y
humillaciones a mi persona son cada vez más frecuentes y difíciles de soportar.
Siempre me encargan las peores tareas, me guardan la comida más podrida y
duermo en el colchón más mojado.
Mi único refugio es el libro. Cuando tengo ocasión me dirijo
al cementerio local, no muy lejos de aquí, donde lo tengo guardado y estudio
con avidez sus secretos. Eso es lo único que hace que pueda soportar la vida a
la que me he visto abocado. Lo único capaz de hacerme soñar en algo diferente…
algo sin duda mejor.
Anoche sucedió algo. Algo extraño, violento y revelador.
Estaba sentado en el interior de la cripta donde me refugio a estudiar cuando
oí el sonido de botas sobre la hierba y las lápidas y algo que parecía un
gruñido inhumano. Me asomé curioso y descubrí a media docena de soldados que
habían rodeado a un humanoide de aspecto bestial, corrupto, con el cuerpo
adornado de huesos y cadenas. Los guardias le habían rodeado y se disponían a
darle muerte cuando, sin saber porqué, me sentí impulsado a actuar. Mi instinto
llevó mi mano a la empuñadura de la espada, pero rápidamente, los cánticos y
movimientos de uno de los conjuros del libro afloraron en mi mente, como si
llevaran tiempo esperando a ser ejecutados. Lo siguiente fue confuso: La tierra
pareció sacudirse con una descarga de energía oscura procedente de mí mismo y
docenas de brazos podridos, esqueléticos, surgieron del suelo mojado en busca
de sus objetivos. ¿O debería decir mis objetivos? Los soldados se sorprendieron
ante la repentina aparición de los muertos vivientes y tras una breve lucha,
huyeron del lugar. Yo quise hacer lo mismo, pero el ser al que acosaban ya me
había localizado y venía hacia mi. Para mi alivio, parecía poseer una
inteligencia limitada pero suficiente como para ser racional y era capaz de
articular frases sencillas en mi idioma; El solo hecho de pensar que tal
monstruo podría haber sido alguna vez un ser humano me aterrorizaba… y me fascinaba a la vez.
Dijo llamarse “Roehuesos” y ser un ghoul, hablaba en plural de si mismo y decía
vivir bajo el cementerio. El ghoul parecía sentir una admiración sumisa con la
nigromancia y reverenciaba cada una de mis palabras y movimientos, como si de
un dios me tratara. Acto seguido me acompañó a su hogar, bajo una antigua
cripta muy cerca de mi lugar de estudio; Allí casi una docena de ghouls, se
ocultaban del mundo y vivían de forma ordenada, como una pequeña comunidad
esforzándose por no molestarse unos a otros. Me ofrecieron un lugar entre
ellos; Parecían sentirse más seguros con mi compañía… Y lo acepté. En la cripta
podría estudiar sin miedo a ser molestado y avanzar en mi ¿obsesión? por
convertirme en nigromante. Además, la servidumbre de esas criaturas podría
serme muy útil en el futuro. Puede que la venganza esté más cerca de lo
esperado…
Y ahi va mi primera unidad para el ejército, montaditos y pintaditos, preparados para entrar en combate. A pesar de mis esfuerzos por pintarlos "bien", al final como siempre, los dejo como los dejo pero para tropa básica ya valdrán.
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