La
primera vez que oí hablar del juego de rol Cthulutech, mis ojos se abrieron
tanto que me entró una mosca en el cerebro. Ver a mis queridos Mitos de Cthulhu
en una coyuntura futurista en la que la humanidad los combate a base de robots
gigantes y armas de energía me parecía lo más apetitoso del mundo, por lo que
esperé pacientemente a que Edge Entertainment publicara el libro. Y lo publicó.
Y lo puso a 55€ del ala. Y di media vuelta y me marché por donde había venido. Y
ahora diréis “Oh, mira, ya está el catalán este racaneando con el dinero”. Pues
sí. Desembolsar 55€ en un juego del que solo había visto la contraportada y al
que posiblemente nunca iba a darle uso me parecía un exceso, por lo que la
unión de primigenios y mazinguers dejó de parecerme tan atractiva. Hasta que…
En una
de mis habituales visitas a una famosa tienda de cómics de Alicante que
comienza por Ate y termina por Neo (no quiero hacer publicidad), encontré en el
cajón de los rechazados un ejemplar del juego por solo 12€ ¡12€! Vale que tenía
el lomo roto y olía a vómito, pero por ese precio no podía dejarlo escapar. Y
me lo llevé. Pero…
Cuando
llegué a casa y comencé a hojearlo descubrí que el juego era muy Tech pero poco
Cthulhu. Parecía que las referencias a la obra de Lovercraft eran mínimas
mientras que había robots para aburrirse uno, y ello me decepcionó. Quizás me
ilusioné demasiado al esperar una “Llamada de Cthulhu” con reglas para el futuro,
pero el caso es que el juego no me emocionó como esperaba y lo deposité en una
estantería para que languideciera por los años de los años. Y entonces…
Buceando
por internet me topé con “El portador del hielo”, un módulo cortito y sencillo
de leer, creado por un tal Carl Warmsley y que con un simple vistazo arrojó luz
sobre el galimatías que me había parecido el libro. El modulo combina la
investigación con la amenaza alienígena, de las sectas y como no, con la acción
propia del robot contra el monstruo. De pronto me entraron unas ganas terribles
de dirigirla y comencé a pensar, como no, en hacerlo vía Comunidad Umbría (web
dedicada a jugar a rol, para quien no lo sepa). Y entonces un día…
Paseando
por un conocido centro comercial que no voy a mentar pero que empieza por Carre
y acaba por Fur, me topé con un antiguo compañero de roleos que iba acompañado
por su novia y cuando les hablé del juego ambos parecieron emocionados (Si,
ella también. ¿Qué queréis que os diga?) y, oh casualidades de la vida, al día
siguiente me encontré en otro lugar (no suelo pernoctar en los supermercados)
con otro de los viejos roleros que parecía ansioso por jugar. ¿Casualidad?
¿Destino? ¿Primigenios? Y con esos tres y uno más (de las nuevas generaciones) que
me saqué de la manga, logré sentar a un grupo de jugadores alrededor de la
mesa. Y como no…
Quedamos
para crear personajes y a medida que iba describiendo la ambientación del
juego, la chica (por lo visto aficionada a los mangas modernos) iba sacando relaciones
con títulos varios, con lo que yo pensaba “Mierda. Ésta va a ser la típica
listilla que luego me saca pegas de todo por saber más que yo. ¿Dónde han
quedado los tiempos de Ranma y Alita?” Pero no. Fuera por miedo (le duplico en
peso) o por respeto (le triplico en edad), no dijo ni mu y ya veis…
Jugamos
“El portador del hielo” con un índice de buenrollismo más que aceptable e
incluso hemos comenzado la segunda parte, llamada “El mapa a cualquier lugar”
con la que mantengo la esperanza de poder continuar, y terminar, y comenzar
otra cosa como el Dragonage, y quién sabe…
El caso
es que ahora, a la vejez, he conseguido reunir un pequeño grupo para jugar en
mesa, y ello me hace pensar en que puede que no fuera tan difícil. Quizás la
clave estaba en las ganas de jugar, simplemente; en elegir un juego adecuado
dejando de lado la afección por los clásicos o los mejor valorados y, como no,
en poner droga en las galletitas que les saco, para que vuelvan a por más, que
lo vi en un programa de esos de ratas que echan en el Discovery Chanel.
hola perdona un apunte,
ResponderEliminarel básico costaba y cuesta 35 €, creo.
Es cierto. Cuesta 35€, pero nada más salir costaba a 45 (40 por prepedido)
EliminarNi pa ti ni pa mi, venga.
Gracias por pasarte por aquí, comentar y participar.
Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Velasco.
EliminarEnhorabuena!
ResponderEliminarSi se piensa, para jugar hacen falta jugadores y ganas. Si los jugadores no tienen ganas, va a ser casi imposible llevarles a la mesa (y lo harán por aburrimiento, compromiso, etc.). Sí un juego ilusiona al máster, es posible que transmista esa ilusión a sus candidatos a jugadores. Y si los jugadores tienen ganas de jugar... la partida está servida.
Dicho esto, cada grupo es un mundo... hay gente a la que le ilusione jugar a algo recién publicado y gente a la que le ilusione jugar a algún juego antiguo, porque se sienten cómodos con él, les trae buenos recuerdos o simplemente les gusta. Pasa parecido con la música.
En tu caso parece que has dado con un juego que te ha llenado de ganas de jugar, le has transmitido esa ilusión a tus jugadores y además has dado con un juego que les ha parecido bien probar.
Se me ocurre que todo esto se resolvía antes más fácilmente cuando, de niños, se decidía a qué se jugaba en el patio del cole. "A esto", "no, a esto no". "Pues yo no juego", etc.
En cualquier caso, enhorabuena de nuevo! Esto demuestra que nunca hay que tirar la toalla (el que no quiera tirarla, claro).
Tu lo has dicho.
Eliminar¿Has renunciado a arbitrarlo en Comunidad Umbría? (Ojitos, ojitos)
ResponderEliminarNo he renunciado, pero creo que ya va siendo hora de que empecéis a mandarme jamón.
EliminarVivo o muerto?
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