viernes, 13 de mayo de 2011

Hace ya muuuchos años, saliendo de una partida de rol con uno de mis viejos compañeros de aventuras, nos cruzamos con un grupo de chavalas por la calle. Nosotros ibamos hablando de nuestras cosas; Que si la espada larga mara mas que la corta, que si los orcos son mas feos que los trolls, que si da igual que los elfos sean más longevos porque al final mueren antes, etc... Y ellas hablarían de sus tonterías del mundo real, supongo. Nosotros las miramos con la confianza propia de quien acaba de alcanzar el nivel 4 con su guerrero-clérigo. Ellas ni se percataron de nuestra existencia. y así terminó un encuentro que aunque fugaz, resultó ser fructífero.
Y es que al rato, dos manzanas más allá, mi amigo (cuya identidad voy a ocultar), pronunció una frase que jamás he olvidado. Y la cito literalmente: "Tio, creo que deberíamos dejar de jugar a rol y comenzar a ir con tias".
Yo al principio no fuí consciente de la magnitud de esa frase y me limité a encogerme de hombros y exponer aquello de que el rol nos gusta y sabemos manejarnos en él, mientras que entrarle a una chica me resultaba tan irrealizable como subir al Everest con chancletas de playa.
Después de eso nos despedimos hasta la próxima y ya solo en mi casa comencé a darle vueltas al asunto. ¿Que significaría eso? ¿Por qué elegir una cosa u otra? ¿Debíamos vivir nuestra vida a nuestra manera y esperar a que las cosas llegasen solas o hacer un cambio forzoso para buscar aquello que queremos? De pronto los juegos de rol se me presentaron como algo infantil que iba a frenar mi madurez y todo lo que ella conlleva. Quizás mi amigo tenía razón y era hora de coger la vida por los cuernos, como hombres de verdad.
Estuve horas pensando sin ser capaz de comer o conciliar el sueño. ¿Debía dejar atrás mis libros, videojuegos y otras tonterías (en esa época la palabra friki no existía)para enfrentarme al futuro? ¿Soportaría un cambio tan brusco en mi vida hasta el momento ociosa?
Finalmente tomé la decisión adecuada.
Agarré firmemente los dados de diez caras y los miré con cara de hombre maduro.
Los lancé al suelo con desprecio.
Marca el verde.
47, por poco...
Y seguí con mis juegos de rol.
Epílogo
El tiempo pasó y aunque yo seguí con lo mio, mi amigo tomó el camino opuesto. No volvió a aparecer en nuestras partidas y así cumplió la mitad de su propósito, ya que no se comió una rosca.

3 comentarios:

  1. Tengo 37 años, hipoteca, algo de curro de vez en cuando, y una novia preciosa desde hace más de tres años que juega conmigo a rol. Supongo que con eso explico que escoger es una chorrada. Además... ahora cada vez más chicas juegan a esto, y tan bien o mejor que nosotros.

    PD.- ¿La tirada era a 50%? Vamos, a cara o cruz.

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  2. Gracias Artus y sé que ahora hay chicas que juegan y grandes comunidades en internet, pero eso eran otros tiempos y había ratos en los que metidos en el almacén en el que jugabamos nos sentíamos completamente aislados del mundo exterior. Aunque claro, ese era el propósito al fin y al cabo.

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