viernes, 24 de noviembre de 2017

Titan Quest: Ragnarok





No es ningún secreto decir que los videojuegos, como pasión y afición regular, han pasado a la historia en mi vida. Hace más de diez años que no instalo un juego en mi ordenador y le dedico las horas y la atención que éstos requieren y por ende, he dejado completamente de lado los juegos de “rol” y otros igualmente inmersivos. Creo que el último que pude disfrutar plenamente fue el Fallout 3 y eso fue hace ya un buen puñado de años. Pero eso no significa que no haya jugado a nada en todo este tiempo, ya que he ido encontrando juegos en saldos por ahí que me he molestado en probar, aunque solo haya sido para lamentarme de no poder dedicarles tiempo y hayan acabado relegados en estanterías mohosas y polvorientas. Dragon Age, la saga Gothic, The Witcher y muchos más me ven pasar a diario por delante de ellos sin que les pueda prestar la más mínima atención. Pero siempre hay excepciones, por supuesto.

Me considero uno de los traumatizados por el Diablo2. Jugué al 1 en su día en la playestaixon y en cuanto salió el 2 me lo compré para PC. Pasé tantas horas jugando que ahora tengo verdaderas lagunas de memoria en lo que refiere a esos tiempos. Perdí amigos, un trabajo, dejé de darle comida al perro y se me hizo caníbal… pero me lo pasé bien y disfruté de esa sensación vacua de subir niveles, conseguir mejor equipo y machacar a los malos. Pero esos tiempos pasaron y me despedí de los juegos hasta que descubrí… Titan Quest.

Matar! Matar! Matarrrr!
Titan Quest era uno de esos múltiples “clones” del Diablo 2 (misma mecánica, árboles de habilidades, objetos mágicos, raros y únicos, runas que acoplarles, misiones de “ve y mata”, “ve y consigue” o “ve y no vuelvas”… en fin, lo de siempre. Pero el Titan Quest tenía algo que me encandiló: Estaba ambientado en la antigua Grecia, con lo que quedaba muy lejos de esos juegos de elfos, orcos y dragones. El (o la) protagonista era un pobre señor (o señora) con faldita y sandalias que debía enfrentarse a hordas de faunos, centauros y bestias salvajes enloquecidas mientras iba descubriendo que algo raro pasaba con los dioses y solo había una forma de arreglarlo: zurrándoles. Para ello, al pasar a nivel 2 podía elegir una maestría (Guerra, Fuego, Relámpago, Naturaleza, Astucia, Caza, Defensa o Espiritual) y comenzar a desarrollar habilidades especiales varias. Al alcanzar cierto nivel (creo que 9) se le daba a elegir otra maestría de la lista, momento en el cual se combinaban las habilidades y se definía la clase del personaje. Por ejemplo si habías elegido Guerra como primera y luego Defensa, te convertías en un “Conquistador”, un guerrero en toda regla; mientras que si ibas con Guerra y Astucia el resultado era un “Asesino”. Las combinaciones eran muy numerosas y dentro de cada una había donde elegir, por lo que la personalización de los personajes era muy interesante y además guardaba un pequeño as en la manga y es que eligieras lo que eligieras y combinaras como combinaras, tenías fortalezas pero también debilidades. Así, el Conquistador antes citado era invencible en combate cuerpo a cuerpo pero muy vulnerable a los conjuros, la maestría de Naturaleza proporcionaba defensas elementales pero descuidaba el combate y así, siempre te quedabas con las ganas de probar otra combinación mejor y la rejugabilidad aumentaba muchísimo.

Un tiempo después llegó una expansión llamada “Inmortal Throne” la cual prolongaba la aventura que pasaba de Grecia, Egipto y Oriente a llevarnos directamente al Hades. Además de la lógica incorporación de nuevos enemigos y equipo, traía consigo una nueva maestría llamada Sueño que tenía la característica de ser capaz de compatibilizar con cualquier otra, rellenando esos huecos que creaban debilidades. Por supuesto se convirtió en la maestría predilecta de todos los jugadores pero a mi, que soy un pureta, no acabó de encajarme y seguí jugando con mi Guarda (Caza + Defensa) en lo que venía a ser un arquero acorazado.

Desde entonces el Titan Quest se ha instalado y desinstalado de mi ordenador múltiples veces, he ido perdiendo los personajes guardados, he probado combinaciones y empezado el juego tantas veces que ya me sé los primeros diálogos de memoria. Y justo la última instalación la hice hace unos días, poco antes de descubrir que… ¡Doce años después acababan de sacar una nueva expansión oficial! Y es que la comunidad titanquestera se había mantenido viva durante todo este tiempo y se seguían creando mods varios para aumentar las horas de juego, con lo cual la compañía que creó el juego decidió devolverle a la vida con “Ragnarok” una expansión que lleva al héroe a las tierras del norte, con los vikingos, para pegarse con berserks, gigantes de hielo y con los mismos dioses (Loki presupongo) para lograr salvar el mundo. Pero vamos con calma.

Me he instalado la expansión y aunque he estado tentado de crear un “héroe condensado” (o algo así) para poder jugarla directamente a nivel 40, he decidido empezar desde cero (otra vez) y probar la nueva maestría “Runemaster” que se basa en el uso de runas nórdicas para encantar las armas y lanzar magia. Apenas estoy empezando, pero puedo contaros mis primeras impresiones.

El árbol de habilidades de defensa, mi prevorito.
En primer lugar, el juego ha sufrido algunos cambios en la disposición de elementos en la pantalla, pero nada a lo que uno no pueda acostumbrarse. Por lo demás es idéntico hasta que subimos a nivel 2 y se nos da la opción de elegir la nueva maestría, con la que nos convertimos en “Señor de las runas”. Solo el nombre ya mola un huevo, pero a ver qué hace. En un primer vistazo se trata de una maestría no tan desproporcionada como “Sueño” y bastante equilibrada en cuanto a magia-cuerpo a cuerpo. Demasiado diría yo. Demasiado porque así a primera vista no queda muy claro con qué otra maestría es compatible. Por un lado tiene la habilidad de encantar las armas para hacer daño elemental, lo cual es muy útil para un personaje de melee, aunque ese daño elemental requiera inteligencia para ser efectivo; por otro lado tiene buenos ataques mágicos, pero éstos no rivalizan con los de las clases lanzadoras de hechizos. Yo, como soy un fan de la maestría “Defensa” lo he combinado con ésta para crear un “Forjador de runas” que por el momento y estando todavía a un nivel muy bajo, es como un tanque que chuscarra a cuantos se le acercan gracias al daño elemental, la furia berserk y el daño reflejado. Pero realmente, no sé como funcionará en dificultades altas, cuando las cosas se ponen chungas y cada punto es esencial.

De momento, eso si, estoy más contento que una… un… bueno que estoy muy contento de ver que uno de mis juegos favoritos, por no decir el que más, ha recibido una expansión de este nivel. Ya os contaré qué tal… si es que el juego me deja tiempo, que espero que no.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Rival Turf! (el juego de SNES)



 

Últimamente ando muy metido en el tema de videojuegos retro de beat’em up, o lo que viene siendo lo mismo, juegos antiguos de lucha. El motivo es que ando metido en un ambicioso proyecto relacionado con este tema, aunque como es algo que no depende de mi, no puedo revelar nada mas acerca del mismo. Pero no es de eso de lo que voy a hablar (ya que no puedo hablar) si no de algo con lo que me he encontrado por casualidad en Internet y que me ha traído un bonito recuerdo que quiero compartir con todos vosotros, oh sufridos lectores de este blog mediocre: El videojuego de Super Nintendo Rival Turf!

La consola abreviada como SNES llegó a nuestras casas en los años noventa y nos arrancó de las salas de maquinas recreativas para aislarnos en nuestras habitaciones, con o sin amigos, s disfrutar de los mismos títulos (aunque no tan bien logrados) en los que nos dejábamos las monedas de cinco duros. Títulos como Street Fighter, King of Dragons, Final Fight o Mortal Kombat, además de otros exclusivos de la consola como Super Mario World, Zelda, Secret of Mana, nos abdujeron por completo y nos dieron horas y horas de diversión y dioptrías extra.

Pero eran tiempos difíciles y conseguir juegos no era fácil. Valían una pasta, Internet no existía y la única opción era intercambiarlos primero con amigos de confianza, luego con algunos no tan de confianza y finalmente ver como tus juegos desaparecían para siempre a la par que otros caían en tus manos sin saber de quién eran. Y así, entre juegos geniales y otros más morrallosos, cayó en mis manos el Rival Turf!, un juego de lucha copia de Final Fight pero que no le llegaba ni a las suelas.

Monótono, de movimientos lentos y sosos, música repetitiva y malos predecibles e interminables, el Rival Turf! No parecía haber nacido para convertirse en un clásico y amenazaba con quedarse en el fondo de un cajón esperando a que alguien viniese a mi casa a reclamarlo… cosa que dudaba que sucediera. A pesar de eso eran tiempos difíciles, ya lo he dicho, y solía jugar algunas partidas a dobles con algún colega. Y no nos emocionaba nada el juego hasta que descubrimos… EL TRUCO.

La portada de la versión americana daba puto asco.
Pelea en los vestuarios gays
EL TRUCO no era un truco normal; era EL puto TRUCO que convertía un juego mediocre tirando a basurilla en EL JUEGO. Y es que un buen día buscando en la sección de trucos de la revista Hobby Consolas, la que era la biblia de los consoleros en esos tiempos, descubrimos que metiendo una combinación de botones durante la pantalla del título se podía acceder a una lista de comandos donde era posible, además de vidas infinitas, inmunidad y otras zarandajas despreciables… Cambiar el nombre de los personajes del juego, buenos y malos. Era una trabajina considerable, pero rápidamente supimos sacarle partido. Les pusimos nuestros nombres a los protas y rebautizamos a los malos del juego con los nombres de aquellos compañeros de cole que nos caían mal, nos pegaban o nos tocaban los huevos a menudo. De pronto ese juego cutre de peleas callejeras se había transformado en una forma de impartir justicia real, creíble, emocionante y estimulante. “Mira, por ahí viene el gilipollas de xxxx, a por él”. Y aunque en la calle volvíamos a ser los de siempre, los frágiles y vulnerables niños tímidos que se llevaban collejas y menosprecios varios, cuando llegábamos a casa, nos conectábamos al Rival Turf! Y hacíamos EL TRUCO, las tornas giraban y entonces éramos nosotros los que reíamos los últimos.

Larga vida a los beat’em ups. Larga vida a los duros y terribles años noventa.

lunes, 6 de noviembre de 2017

En las Novelda Rolea III (una crónica subyacente)





Como ya viene siendo habitual en Novelda (Ciudad Alicantina de 26.000 habitantes y una superficie de 75 Km cuadrados), las Novelda Rolea, jornadas lúdicas que ya cuentan con tres ediciones consecutivas, se celebraron para alegría y alborozo de cuantos aficionados a esto de los juegos nos hallábamos en las inmediaciones del lugar.
Joder, que párrafo mas raro me ha quedado. Es igual.

La cuestión es que por motivos de movilidad, compromisos y atareamientos varios, éstas son las únicas jornadas a las que puedo asistir y aunque esto pueda sonar a “voy porque no hay otras”, debo decir, y este año fuera de la organización de las mismas, que he estado en jornadas mas importantes (no voy a decir nombres) y no por ello mejores.
Y ahora sí, voy al tema.
 
El torneo de X-Wing
Como he dicho mas arriba, este año no participé en la organización de las jornadas por lo que pude ir más relajadamente, con dos juegos bajo el brazo y con ganas de jugar y divertirme, esencialmente. Llegué sobre las 10 de la mañana con mi hija, ya que a las 11 había una partida de “Pequeños detectives de monstruos” y mientras hacíamos tiempo pude echar un vistazo al lugar. En la planta baja habían dos salas en una de las cuales se estaba jugando un torneo de X-Wing, con una buena participación y en la otra estaba la ludoteca y varias mesas en las que la gente jugaba a cosas varias. Aproveché para probar un juego de puzzles llamado Ubongo, que nos hizo pasar un rato entretenido antes de la partida. Cuando dejé a la pequeña haciéndose la ficha eché una ojeada por el piso superior, donde estaba la sala preparada para la charla de la tarde y otra en la que habían montado una de las curiosidades de las jornadas: una “Dungeon en vivo” que consistía en una sala dividida en cuadrículas con tarjetas que indicaban los encuentros en tal lugar; los jugadores, que podían elegir clase y tirar dados, como en una partida normal, debían llegar hasta el dragón y derrotarlo… sin saber donde estaba, por supuesto. A última hora probé el juego y, aunque necesitaría pulirse un poco, resultaba muy divertido a la par que curioso. Después subí al piso superior al superior (la arquitectura no euclidiana del edificio lo permite) y vi que se estaban preparando algunas partidas de rol, aunque no había nadie jugando. Y a las doce llegó mi momento.
 
El "tablero" de la dungeon en vivo.
A las doce monté el tablero del Mice&Mystics (De ratones y magia para los no duchos en idiomas extraños) y me vi arrollado por una oleada de jugadores, grandes y pequeños, que querían probar el juego. De pronto me encontré con siete personas en la mesa (yo ocho) tirando dados y machacando ratas y cucarachas por doquier. Y es que el “Ratones…” es un juego que llama la atención a primera vista por su estética y después convence por su mecánica simple y rápida. Y es que a pesar de ser tanta gente, los turnos pasaban a buen ritmo y al final, aunque la misión estaba chupada con tanta gente (apenas dos ratones heridos y ninguno capturado), dejó un buen sabor de boca.
 
Partidaca de Ryutaama.
Después de comer me invitaron a una partida de Fading Suns a la que no quise jugar porque faltaba poco para la charla a la que quería asistir y me senté en la sala de juegos de mesa (que estaba a reventar) para probar el Dixit, un juego curioso y muy divertido que no sabría describir. De paso pude presenciar con algo de vergüenza (ajena) un torneo de invocar a Cthulhu en el que por suerte lo hicieron tan mal que no apareció ningún ser tentacular de más allá del tiempo y el espacio; lo cual no habría estado mal del todo porque a dos calles hay una pulpería y podríamos haber llegado a  un acuerdo, pero bueno…

Cuando me senté para ver la charla de mi amigo y conocido de este blog Mr.E, me temí lo peor, ya que solo éramos cuatro personas. Y no sé si por valor, amor propio o por esa regla del teatro que dice que “sin hay cuatro se hace la función”, Mr.E comenzó con lo suyo que no era otra cosa que hablar de juegos de mesa, tablero, cartas y demás, tratando de despejar dudas sobre qué hay realmente dentro de esas cajas tan bonitas por las que nos piden el sueldo de una semana. Decir que fue interesante sería un dato muy relativo, ya que aunque a cualquier aficionado de estos juegos les podría parecer esencial, quizás para otros no tanto; pero lo que si es cierto y no creo que nadie pueda rebatirlo, es que Mr.E sabe del tema y tiene dotes para transmitir ese conocimiento a los demás. Y yo, que le tenía como a un tío algo estirado, seco y poco empático (es broma Esteban, que sé que estás leyendo esto) descubrí una faceta suya que me sorprendió y me llenó de ganas de bes… volver a retomar esas partidas que dejamos aparcadas en el pasado. Pero el tiempo mandaba y cuando se hicieron las siete y con la charla todavía sin terminar (me perdí el baile del final y los malabares con cajas de expansiones del Descent), tuve que subir a dirigir mi segunda partida.
 
Warhammer Silver Flower (o algo así)
Por la mañana tenía a cuatro jugadores dispuestos, por la tarde a seis, cuando subí no había ni dios porque todos se habían ido a jugar a otra cosa y cuando salí a reclutar gente aparecieron como 10 personas que querían jugar conmigo. Y no por mi belleza física sin parangón sino porque mi juego era el “Marte satánico” y con un nombre así nada puede salir mal. Al final llené la mesa con los seis jugadores previstos (que eran distintos a los seis previstos inicialmente) y la partida transcurrió un poco rara, la verdad. Quizás porque los jugadores no se metieron demasiado en la dinámica del juego y fueron demasiado cautos o la falta de confianza conmigo, la cosa no acabó de fluir, aunque la partida salió bien y nos echamos unas risas. Y con eso terminó mi humilde papel en las NR3.

Por supuesto no lo vi todo. Hubieron muchas partidas de rol en vivo, algo a lo que nunca me he atrevido a jugar (la verdad es que no me llama mucho la atención), una demostración de esgrima medieval, torneos, concursos, la paella… Imposible abarcarlo todo incluso sin ser organizador (en cuyo caso no acabas jugando a nada) pero sí dejando la sensación de que habían sido unas jornadas “vivas” y que seguramente no habrían dejado a nadie con mal sabor de boca.

Mención especial para Momento de Reacción, organizadora de las mismas casi en solitario y que sudó como si estuviera en una sauna rusa para velar por el bienestar de todos los asistentes. Pueden quejarse de la asistencia, que no tengo muy claro si fue tan escasa como se decía, de la extraña distribución del edificio o de que la paella está mejor con pollo que con conejo, pero en el aspecto de atención al asistente dudo que alguien tenga queja alguna. Para mi unas jornadas de 10 y que espero que a pesar de todas las tensiones habidas, podamos disfrutar otra vez.
El curiosos sistema para optar a uno de los numerosos premios que se entregaron.

PD: Terminan las jornadas. 12 de la noche. Entro en la habitación de las niñas antes de acostarme para ver si están bien tapaditas y la mayor levanta la cabeza para decirme “¿Papá nos ha tocado algún juego en el sorteo?” y yo, no pudiendo negarle la evidencia le respondo “No, hija mía, llevas mi sangre y por ello nunca te tocará nada en la vida. Duerme”.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Marte satánico en las Novelda Rolea III (segunda tanda de pjs)

Como ya anuncié, este mismo sábado 4 en la población de Novelda (mas concretamente en el Casal de la Juventut), voy a dirigir una partida de este bello juego, si no me fallan los cálculos por la tarde.
Y como ya subí tres personajes y me faltaban tres mas... pues que no se diga.




Cruzet ya era un tipo duro cuando trabajaba en las fábricas de armas del Clan Barreiro. Era duro incluso antes de implantarse una pequeña central nuclear blindad en el pecho para alimentar un arma de energía capaz de volatilizar un tanque de un solo disparo. Es por ello que Cruzet es temido y respetado a partes iguales y ello le garantiza cierto nivel de autonomía ahora que tiene que buscarse la vida por si mismo.


Kaff el Terrible (él mismo se puso ese apodo tan molón) era un skard del Laberinto de Mugre que un día recibió la llamada de Lucifer (o vete tu a saber de quién) y desarrolló aptitudes mágicas que le permitían controlar fuerzas desconocidas hasta el momento. Por supuesto las utilizó para causar muerte y destrucción a su paso y así deshacerse de algunos rivales. Cuando la cosa se puso fea, decidió marcharse en busca de una vida mejor.


Lyxsen no es una chica normal. Por lo menos no lo normal en Marte. Es tan bella como fris y tan inteligente como despiadada. Ha tenid que crecer en un ambiente poco propicio para la delicadeza femenina y tiene las rodillas peladas de dar golpes en los testículos a hombres que se le arriman demasiado. Formada como guardaespaldas de una rica familia, su habilidad con las armas largas es envidiable.