Hace cinco años...

Hokuto no Ken: El arte de la hostia bien dada



Primer numero publicado en España

Parece mentira, pero ésta es una de las entradas que tengo pendientes desde que comencé mi andadura por los blogs (y hace ya…) pero siempre, por una cosa o por otra, la he ido aplazando y mira, creo que ha llegado el momento de hablar de mi tebeo favorito de todos los tiempos: El Puño de la Estrella del Norte (Hokuto no ken para los listillos y enteradillos, como yo, que por eso lo he puesto en el título).

Y es que hace ya muchos muchos años, un primo mío, muy aficionado a los tebeos me habló de un nuevo tipo de cómics llegados de Japón, en blanco y negro y que…. (redoble de tambores) ¡No eran de putos superhéroes! Yo era lector de tebeos ocasional y él, para vacilarme, me dejó un puñado de tebeos entre los que estaba éste y que me dejó completamente fascinado. En sus páginas se mostraba un mundo postapocalíptico, donde la humanidad había sido casi completamente barrida por una guerra nuclear y cuyos supervivientes luchaban en medio de un yermo enorme por un poco de comida y agua, imperando la ley del más fuerte. Y al margen de todo ello teníamos a Kenshiro, único poseedor del sagrado arte marcial de la estrella del norte (que le permite hacer cosas desde anular la memoria inmediata, paralizar u obligar a sus víctimas a decir la verdad, hasta a hacerles explotar el celebro o que se les salgan los higadillos por las orejas), que buscaba sin descanso a su amor perdido, la bella Yuria secuestrada justo después de la guerra por Shin, poseedor del arte marcial de la estrella del sur (que como contrapartida, hace que la gente explote para adentro) y, como no, eterno rival. Pero esto era solo la puntita de un enorme iceberg de hostias.
Aquí Kenshiro administrando justícia
 Como decía, el tebeo me fascinó, pero en la edición española solo se publicaron siete u ocho números y la película de animación que, aparte de ser el debut de Manga films en nuestro país junto a Akira, aportaba bien poco al mundo. Que era una mierda, vamos. Pero algunos años más tarde, el tebeo fue reeditado en su totalidad en un formato microscópico que hizo las delicias de mi oculista y de los lectores que vieron cómo Kenshiro seguía tras la pista de Yuria encontrándose con todo tipo de personajes, aliados, enemigos y otros más ambiguos que se zurraban entre ellos.
Mamá, tráeme la lupa, que quiero leer un rato.
Básicamente la fórmula del cómic era esta: Primero aparece un malo supersádico a más no poder que disfruta haciendo barbaridades tales como torturar a niños delante de sus padres, matar viejas, llevarse jovencitas a su harén mientras mata a sus padres delante de ellas y en definitiva, cualquier cosa que se os pueda ocurrir combinando las palabras “Tortura, asesinato, violación, niños, ancianos, padres” y es entonces cuando ya estás pensando “Kenshiro, pilla a ese cabrón y reviéntalo” cuando éste da con él y le mata de una forma tan brutal que acaba dándonos pena y todo “Joder, no había para tanto, pobre villano que sólo quería un poco de atención, seguro que hacía esto como trauma de una infancia sin amor” para acto seguido presentarnos a un malote todavía peor que el anterior y que acabará muriendo de una forma aún más cruel que el de antes.

Bracitos rotos. Por malote.
Rei y su tecnica del arañazo mortal
Pero no, no todo van a ser viejas explotadas con dinamita, niños empalados y gentes de bien esclavizadas y torturadas hasta la muerte por desalmados que acabarán derramando sus vísceras bajo la furia desmedida de nuestro héroe. El Hokuto No Ken es una historia que habla sobre tenacidad, voluntad y amistad (si, como el puto señor de los putos anillos), en la que un hombre, además de buscar el amor perdido, tiene que luchar contra sus recuerdos (literalmente en muchos casos) enfrentándose a viejos rivales, hermanos perdidos, sectas pseudonazis, regímenes penitenciarios monstruosos y a toda una serie de amenazas a cuál más curiosa y brutal a la par que ve como sus pocos amigos sucumben al fatal destino que supone seguirle en su camino. Y aunque adolece de muchos tópicos de los manga de la época, tales como la inutilidad de las mujeres que cuando intentan hacer algo más allá de cocinar o lavar la ropa, acaban cayendo en trampas y siendo rescatadas por los héroes masculinos.


Y como no, tenemos las artes marciales, que abarcan todas las constelaciones habidas y por haber, cada una con su efecto especial característico. Así, además de Kenshiro y Shin, tenemos a Rei, que los corta en finas lonchas, Toki que les provoca orgasmos que les revientan, Rao que los revienta a manotazos y luego están las estrellas rodantes, que uno los corta quemándolos, otro los revienta cortándolos, otro les toca y explotan, uno les revuelve y los revienta y otros les revientan explotándoles las lonchas que les han cortado. Vamos, lo que viene a ser un espectáculo para toda la familia. De hecho, la serie de televisión (magnífica, por cierto), cuando fue emitida en Francia, una vez censurada (si, en Francia hacen los dibujos para adultos en horario infantil gracias a los recortes en las escenas violentas), algunos episodios pasaron de los veinte minutos a poco más de cinco.

Kenshiro y sus colegas valen su peso en esteroides.
¿Y a qué puede deberse tanta hiperviolencia? ¿Acaso sus autores decidieron arriesgarse en un todo o nada y consiguieron crear un nuevo género dentro del manga? Pues no. Estoy convencido de que Buronson y Hara, de chavales, eran unos frikis que se llevaban collejas por un tubo, les robaban el dinero del almuerzo día si y día también y que en los años de colegio/instituto, acumularon tanta rabia en su interior, que crearon a Kenshiro como fruto de sus ansias de justicia. ¿Qué cómo he llegado a tal conclusión? Lo leí en una entrevista a los autores del tebeo.
Toki, el más atormentado de los hermanos de la estrella del norte.
Aquí el VHS que NO hace falta que veáis
También cabe destacar que el tebeo tuvo, además de la antes mencionada serie de dibujos, una adaptación al cine de imagen real, con un Kenshiro bizco (que conste que no tengo nada contra los bizcos, pero coño, en el comic no lo es) que no acaba de estar a la altura y una segunda parte del cómic nunca editado en España. Por no hablar de todos los OVAs, decenas de videojuegos y merchandinsing (o como se escriba) relacionado. En definitiva, un manga que merece la pena leer y disfrutar, eso si, cuidado con mancharse de sangre o sesos, que salpica, y mucho.


¿O no?

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