jueves, 19 de septiembre de 2013

Los Templarios Ciegos (La saga)



Cuando hablamos de cine de muertos vivientes en general y de zombis en particular, debemos remitirnos sin dudarlo a la mítica trilogía de George A. Romero, padre indiscutible del género; Otra trilogía a tener en cuenta es la de “Evil dead” de Sam Raimi, algo alejada del género zombi al uso, pero magnfica de todos modos. Pero como este es un blog mediocre, yo voy a extenderme comentando la tetralogía de “Los Templarios Ciegos” de Armando de Ossorio, unas producciones hispano-portuguesas (con eso ya lo digo todo y no haría falta seguir) de principios de los 70 y rodadas con destino al mercado europeo y estadounidense teniendo en cuenta la censura reinante en nuestro país en esos tiempos.

Los templarios, de jovenzuelos.
El argumento de los filmes se basa en la leyenda de un grupo de caballeros templarios que en su día abandonaron la senda cristiana y se dedicaron a adorar a oscuras deidades que les garantizaban la vida eterna tras realizar sangrientos rituales en los que se alimentaban con la sangre de jovencitas lozanas. Al final, las gentes del lugar, cansadas de tanta tontería, se hicieron con la fortaleza templaria y acabar con ellos, pero ante la amenaza de regresar de la muerte del líder templario, decidieron sacarles los ojos por si volvían de la muerte. Que digo yo que también podría haberse callado y ahorrarse un mal trago, el hombre.. 


Y con esto y poco más, tenemos la base de las historias que pasaré a detallar a continuación para que no se diga que éste es un blog cutre. O que no se diga tanto, por lo menos.
 
La noche del terror ciego (1971): Esta primera película transcurre en un antiguo castillo situado en algún lugar en la frontera entre España y Portugal, donde desaparece una turista y su cuerpo es hallado cubierto de mordiscos. Sus amigos, creyendo que se trataba del acto de alguna banda de delincuentes, van a esclarecer el caso cuando se encuentran con los muertos que salen de sus tumbas sedientos de sangre humana. Como curiosidad, cabe destacar que en esta película los mordidos por los templarios vuelven a la vida en plan zombi y que el hecho de que sean ciegos apenas influye, ya que son capaces de oír hasta los latidos del corazón de sus victimas.

Los templarios, hoy en dia, posando para la foto
En mi opinión es una buena película, con un argumento simplón pero efectivo, con personajes algo estereotipados pero creíbles y con un final que cuanto menos, sorprende. El lado negativo, como es normal en el cine de esa época, los efectos especiales, planos que se repiten mil veces (esas tumbas abriéndose y saliendo la misma manita todo el rato) y la calidad, que no es precisamente Bluray.


Pasen, pasen, y verán el pisisto
El Ataque de los Muertos Sin ojos (1973): Dos añitos después llegó la secuela a la otra peli, repitiendo disfraces, escenarios e incluso actores que habían muerto en la primera. Esta vez los templarios son invocados por el tonto del pueblo al que todos pegan y se monta la de Dios en plena fiesta mayor. Es una peli más sencilla y directa que la anterior, con los templarios cargándose a la gente a espadazo limpio y todos corriendo como locos por allí. Si en la primera ya ponía algo nervioso, en esta segunda resulta desquiciante la lentitud de los templarios, que incluso yendo a caballo se mueven a cámara lenta (literalmente). Al final los pocos supervivientes se refugian en una iglesia donde sale a relucir toda la nobleza y la miseria humana en varias situaciones que recuerdan a la obra de George A. Romero.
Aunque no mola tanto como la primera, se deja ver y tiene alguna escenilla un tanto sobrecogedora, especialmente si uno tiene una hija. Y hasta aquí puedo leer.


El Buque Maldito (1974): La tercera parte de la serie, al contrario que sus predecesoras transcurre en un… buque que bueno, está… maldito. ¿Os lo imaginabais? Ya. El tema es que una agencia de modelos traza un plan genial para publicitar una lancha motora que es el de abandonar a dos bellas chicas en el mar, para después rescatarlas, crear expectación mediática y vender barcas como churros. Lo malo es que las dos señoritas se pierden en un banco de niebla y se montan en un galeón cochambroso encontrándose, como no, con los templarios ciegos muertos vivientes que han cambiado de tumba pero siguen siendo los mismos de siempre. Después de tal encuentro, el jefe de la agencia, su novia, el fotógrafo, Bárbara Rey y un experto en cosas del mar se van en su búsqueda en plan expedición aventurera pero súper mal organizada (a Bárbara Rey la viola el fotógrafo por el camino) y la cosa se les complica bastante.



No, si la culpa es de ellas que van provocando.

Aquí había más presupuesto, se nota; y el cambio de escenario aporta algo de frescura a la peli, lo que la hace más amena. Pero por algún motivo, en esta no salen tetas (que vale que no es algo imprescindible, estarían más justificadas que en las otras dos películas donde sí que salen como si nada); aunque tengo la sospecha de que a lo mejor la copia que tengo en mis manos haya pasado por algún tipo de censura. Quién sabe.

La Noche de las Gaviotas (1975): La película que cierra el ciclo nos devuelve al pueblecito de siempre, donde un médico y su mujer se encuentran con el hermetismo de los pueblerinos ante los cánticos nocturnos, las gaviotas que se desmadran y las chavalas que desaparecen. La respuesta está en los templarios, a los que las gentes del lugar entregan a las chicas más jóvenes y atractivas que tienen para que les dejen en paz. Y yo me pregunto si realmente les merece la pena en un pueblo tan minúsculo acabar con toda la población femenina de esa forma. La cosa es que cuando el médico comienza a investigar todos se muestran recelosos y antipáticos hasta el asco y luego no sé qué pasa porque hice una pausa para ir a mear y ya no fui capaz de terminar de verla. Y es que cuatro pelis de muertos ciegos seguidas son muchas pelis de muertos ciegos, amigos.
Serán ciegos y llevarán quinientos años muertos, pero van a lo que van, los tios.

Así que os dejaré con la duda, seguramente para siempre, de cómo acaba todo el tinglado este de los templarios muerdepezones (habría sido un título quizás más acertado para la tetalogía… digo tetralogía), aunque si alguien puede aportar algo de luz a este triste blog, bienvenido sea.

3 comentarios:

  1. ¡Tremenda entrada! No tenía ni idea de la existencia de estos templarios y sus correrías. Pero las imágenes de los templarios cadavéricos no se me olvidarán. Por alguna razón, me han caído simpáticos. Va a ser por estar acostumbrado a que algunos grupos musicales sean identificados por algún atuendo característico, como Kiss, Slipknot o, yo qué sé, Turisas. Seguramente estos templarios tenían sus incondicionales y cuando salía una nueva peli, ver cómo aparecían de nuevo esas túnicas harapientas provocaba gritos, vítores y manos alzadas haciendo los cuernos ("vuelven nuestros héroes!"). Aunque a lo mejor la escena se producía en una casa o en una sala de cine despoblada (porque populares, lo que se dicen populares, no han llegado a ser).

    Me ha sorprendido también la evolución de los títulos, desde el horror hasta el lirismo de las gaviotas. Es lo mismo que ocurre con los logos de muchos grupos (de nuevo un paralelismo con la industria musical).

    Muy interesante. Un saludo.

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  2. Aun no he visto la tetralogía de Armando de Ossorio (¡qué bonito nombre!), pero ganas tengo. Reconozco una laguna en las pelis de terror españolas de los sesenta y setenta. Serán desiguales, pero la imagen de los templarios es poderosa. Al final de "La noche de las gaviotas" ganan los buenos. No he visto la peli, pero como leo todo libro de películas Z que aparece, pues los argumentos me los sé.

    Y un apunte, quizá la aparición de tetamen no es imprescindible, pero siempre es agradecido. Y más en las películas de terror. Y mayor aún si son algo casposillas. A veces es el motivo de acabar una película.
    - Quítala, hombre, que es muy mala.
    - Déjala, a ver si se le ven las tetas a las rubia.
    - Bueno, si es por eso.
    Suele ocurrir que esto no pasa, pero bueno.

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  3. Capdeplom: El paralelismo entre el cine de terror y algunos estilos musicales es claro. Al fin y al cabo, los grandes predecesores de los grupos actuales de maquillajes y puestas en escena terroríficas (véase Alice Cooper o King Diamond, por ejemplo), se inspiraban precisamente en estas pelis para crear un ambiente malévolo en sus escenarios.
    Jordi: Me alegra saber que la cuarta peli termina bien (al igual que la segunda), que no podía ser tanta muerte y desesperación. Y coincido contigo en lo de las tetas; además d eincitar al visionado íntegro de la película, estamos hablando de una época donde los balones de básquet de silicona todavía no existían, y eso se agradece.

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