viernes, 24 de octubre de 2014

Sobre un "huevo de pascua"



Ya he dicho más de una vez que el mundo de los videojuegos me resulta cada vez más desconocido; por un lado, carezco del tiempo necesario para sumergirme en un videojuego rolero extenso (recuerdo cuando reenganché el Gothic tras un tiempo largo sin jugar y un perro me mató por no acordarme de cómo desenfundar la espada) y por el otro, cada vez tengo más clara la sensación de no “conectar” con los nuevos títulos y acabo jugando siempre a lo mismo. Actualmente mis dos videojuegos de referencia son el Arcanum, del que ya he hablado alguna vez en el blog y que, en mi humilde opinión, recoge la esencia de los juegos de rol muchísimo mejor que el Skyrim (por decir uno de los nuevos a los que sí he jugado) y el Titan Quest, un mata mata al estilo Diablo pero ambientado en el Mediterráneo antiguo (Grecia, Egipto, etc…) que no hace más que perpetuar la saga de juegos lineales en los que hay que distribuir los puntos y escoger el equipo adecuadamente para superar los tres niveles de dificultad. No voy a extenderme hablando de este juego, ya que las diferencias con otros del estilo son más bien estéticas, pero el otro día descubrí algo gracioso. 

Estaba jugando en los primeros niveles donde mi personaje de nivel bajo se abría camino a través de un campamento de hombres bestia que asediaban la ciudad de Delfos cuando me topé con uno que en lugar de figurar con el nombre de “hombre bestia arquero”, por ejemplo, se llamaba “Hombre bestia arquero Nº 783”, y al acabar con él descubrí entre sus pertenencias, además de la armadura y el arco, que aparecía una carta que había escrito a su madre; En la carta, que ya nunca podría enviar, el Nº783 se quejaba de la desigualdad sexual entre las filas del ejército, de sus esfuerzos por cambiar el nombre al pelotón, de la atracción que sentía por cierta mujer-bestia y finalmente le agradecía a su madre la comida casera que le había enviado recientemente.

Tal hallazgo, que más parece la gracia de algún programador (huevo de pascua) que un objeto que pueda revelarse clave en el futuro, me desconcertó al principio y me hizo reír después, al lograr “humanizar” a un simple bichejo de los que salen a decenas durante el juego. Un hombre bestia anónimo al que observé inerte en el suelo y me hizo pensar que quizás en otras condiciones podríamos habernos llevado bien y en la eterna duda de quién es realmente el malo en esta historia.


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