Para
esta tercera entrega de “OtrasreglasparaGlorantha” (creo que no se llama así,
pero ahora de memoria no me acuerdo) estuve dándole vueltas a utilizar algún
sistema narrativo; pero narrativo de verdad, no a uno de esos de vampirajos y
perros grandes; pero me encontré con el problema de que nunca he sido capaz de
dirigir uno (por una maligna combinación de falta de ganas y de oportunidades),
con lo cual me encontraba ante una dificultad importante.
El
primero que me vino a la mente fue el Fate Acelerado, ya que lo tengo por casa
y me lo he leído casi todo, además de contar con el testimonio de Roberto
Alhambra, quien lo ha utilizado con éxito para jugar en Glorantha en más de una
ocasión. Pero claro, el señor Alhambra no es un señor normal y que él lo haya
conseguido no significa que los masters mundanos vayamos a conseguirlo. Así que
busqué en mi biblioteca alternativa (la de pdfs y fotocopias) para encontrar
algo que se adaptara, hasta que ya preso de la desesperación y el desasosiego
me acordé de un juego que mi amigo Cabezadeplomo me regaló: El Principe
Valiente de Joc. No solo podía valer, sino que además es de Gregg Stafford,
creador de Glorantha, con lo que no lo pensé más y me puse manos a la obra. Y
he aquí el resultado.
Los
personajes:
Este
juego está preparado para ser jugado por caballeros y héroes galanes, pero su
simplicidad hace que pueda interpretarse a cualquier clase de personaje.
Básicamente hay que elegir un nombre, profesión, hacer una breve descripción y
por último repartir puntos entre Músculo y Presencia. Lo siguiente son las
habilidades y otros detalles.
Como
podéis ver, en este juego la sencillez juega a nuestro favor a la hora de
crearnos el aventurero que nos plazca, de la cultura y raza que sea.
La
magia:
Aquí
nos encontramos con un pequeño contratiempo y es que en este juego no hay
magia. Ni listas de conjuros ni reglas para lanzarlos ni clases específicas
para ello. Pero una vez más podemos aprovechar lo flexible del sistema para
crear para cada personaje su propia magia. Es tan sencillo como definir un
culto/ escuela de hechicería/ etcétera, y utilizarlo como si fueran
habilidades.
Una vez
más, la simplicidad abre un abanico infinito de posibilidades.
Los
Monstruos:
El
libro no nos ofrece un bestiario propiamente dicho, pero en la parte final hay
una serie de desafíos que nos ponen buenos ejemplos de cómo deberían ser las
amenazas no humanas en el juego en encuentros como “El troll” o “El dragón”.
Y sí.
Otra vez. Es esa ausencia de plantillas definidas de monstruos la que nos da
rienda suelta a crear de un modo rápido y fácil cualquier amenaza que podamos
encontrar en nuestra querida Glorantha.
La
conclusión:
Puede
parecer una trabajina pero lo cierto es que cuando dominamos este sistema,
resulta muy sencillo adaptarlo al entorno que deseemos. De hecho, me imagino
jugando al Príncipe Valiente a lo hípster del rol, es decir sin tener el libro
delante, sin fichas y hasta sin master si me apuráis. Eso sí, con un puñado de
monedas sobre la mesa, pesetas a poder ser.
Y al final nos enseñan a hacer pulpo a la gallega. |
A ver si en la próxima Quedada Gloranthana te atreves a dirigir una partida en Glorantha con las reglas de Príncipe Valiente. Creo que podría molar mucho.
ResponderEliminarMe lo apunto.
EliminarEn mi libreta invisible.
Por supuesto, me ha encantado... y sí, yo he hecho ambas cosas: jugar a lo "hipster" sin las reglas delante, y usar las reglas para jugar en Glorantha / D&D / genérico de fantasía...
ResponderEliminarPero no es extraño, porque es el mejor juego de rol del mundo.
Un saludo
Cabeza de Plomo
moneditas, moneditas... que la falta de dados no te impida jugar al rol, puedes jugar con cualquier cosa que tenga dos opciones con las mismas posibilidades. Y es que a veces es necesario un poco de sencillez.
ResponderEliminar¡¡¡PRÍNCIPE VALIENTE POWER!!!
Por cierto, un muy buen regalo.
¡Ostras el Príncipe Valiente! :D Hacía lustros que no escuchaba hablar de este juego. Esto me recuerda a una partida que hice de la Niebla (la de Stephen King) en mitad de la noche en un camping de alta montaña ¡lanzando monedas en lugar de dados! Fue épica.
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