miércoles, 6 de noviembre de 2019

Los fantasmas del rol (Parte 4 y última)


Última noche de visitas fantasmiles y ya ni me quito la ropa de trabajo. Me limito a sentarme en la cama y a esperar. El reloj marca las once y cincuenta y nueve y reconozco que estoy un poco nervioso. Lo de los fantasmas del rol empezó medio bien pero al final me están metiendo mucha caña y el del futuro... A saber qué me cuenta y donde me lleva. El reloj marca medianoche y espero. Espero. Espero... Pasan justo cincuenta y nueve segundos cuando noto que algo sale de debajo de la cama, me agarra de los pies y me estira hacia abajo. me resisto pues eso no son maneras pero es fuerte el cabrón y me lleva con él. Pero lo peor es cuando le veo. Allí, debajo de la cama, en penumbra, me hallo ante un tipo raro, calvo y con greñas rizadas que le caen sobre los hombros, un parche en un ojo y lo que parece una pata de palo. Me asusto y trato de huir pero me inmoviliza con una llave de aikido. Me revuelvo y volcamos la cama. Abre la boca y casi no tiene dientes, huele raro, respira con dificultad. Mal rollo. No sé qué está pasando y entonces grita:

-¡Soy tu fantasma del futuuuro!
-¡Joder qué te ha... qué me ha pasado!
-¡Muahahaha! -rie como un lunático-. Aquello que tu te has buscado, joven yo. 

Entonces me da una sonora colleja y aparecemos en un cuartucho oscuro, iluminado solo por la luz de la luna que entra por una rejilla de ventilación. Huele mal. A papel mojado y animal muerto. 

-¿Donde estamos? ¿Qué es este sitio?
-Un habitáculo de almacenamiento de recuerdos -me dice.
-Joder, que futurista suena eso.
-En realidad es como yo llamo a los almacenes de alquiler.
-¿Me estás diciendo que es uno de esos almacenes que la gente alquila para guardar la basura que no le cabe en casa?
-Exacto.
-¿Como el programa ese de las subastas?
-Exacto.
-¿Me estás diciendo que yo vivo aquí?
-Yo no diría vivir exactamente. Digamos que el rol en el futuro ya no tiene sentido en tu vida ni como entretenimiento personal, así que has tenido que alquilar uno de estos sitios para guardar tus libros, muñecos y demás. Y regularmente vienes aquí a mirarlos, en busca de recuerdos de tu vida pasada, seguramente lleno de arrepentimiento por no haber hecho las cosas de otra manera.
-Entiendo... Es bastante triste.
-¿Triste dices? Todos tus libros están amontonados, algunos cogiendo polvo y humedad por falta de fundas protectoras.
-Ya veo... Hay un buen montón ahí en la esquina. ¡Oh! Veo que conseguí el Traveller al final. El de la cajita negra. Pero oye... ¿Como es que yo no salgo en esta visión. Normalmente estoy presente en la escena.
-¿Quien te ha dicho que no estás? -me dice el fantasma mirándome fijamente con su ojo bueno en un tono siniestro a la par que señala con su huesudo dedo a algo que sobresale bajo los libros y cajas de muñequitos.

Y al acercarme a mirar compruebo que de entre el montón sobresale un brazo agarrotado, muerto, sosteniendo todavía entre sus dedos rígidos la carpeta con las hojas de personaje acumuladas durante los buenos años de juego. Y se deslizan de sus dedos el guerrero yelmalita de Marcos, el mago nigromante de Cristian, el psiónico de Joan, el bribonzuelo de Ángel... Personajes muertos por la inactividad, por la falta de juego, por el deseo asfixiado bajo una pila de prejuicios, manías y aires de superioridad frente a una realidad cambiante que nunca quise aceptar. Como la pila de libros viejos, algunos jamás usados que ahora servían de tumba a ese yo del futuro que yacía enterrado, muerto sin llegar a comprender el porqué de su desgracia.

-No pongas esa cara. Sabes que eso te podía pasar.
-Es verdad. Siempre he sido un inútil montando estanterías.
-Siempre has sido un inútil haciendo muchas cosas, pero por eso hemos venido. Para darte una segunda oportunidad y que no acabes así.
-Ahora lo entiendo… ¿Puedo llevarme esa pantalla del Stormbringer?
-Una ostia es lo que te vas a llevar.

Entonces el fantasma del futuro me da una colleja y me despierto en mi cama, empapado de sudor, con medio cuerpo fuera y un pie metido en el orinal. Sabía que no me tenía que comprar ese trasto. No estoy en condiciones de dormir y me levanto, bajo al sótano y me siento en mi sillón, a oscuras. La escasa luz que entra por el ventanuco ilumina lomos de libros y esquinas de cajas que no logro identificar, pero si cierro los ojos puedo oír todavía los gritos de guerra, el entrechocar de espadas, los disparos de blasters y el rugido de algún dragón. Hay tantos buenos recuerdos ahí metidos…

Y finalmente, sea por la somnolencia, la melancolía o por culpa de ese sueño raro de los fantasmas del rol, llego a la conclusión de que los recuerdos siempre estarán allí, que quizás no sea cuestión de revivirlos si no de generar nuevos y apilarlos, unos sobre otros, cronológicamente como una buena colección y dejarse de tanta tontería. Quizás me animo y mañana mando algunos wassaps. Que igual no está tan mal jugar a otras cosas, probar esos juegos narrativos sin dados y sin master, o esos otros que todos son masters a la vez, o aquellos que…

Fundido en negro y fin.

7 comentarios:

  1. "Personajes muertos por la inactividad, por la falta de juego, por el deseo asfixiado bajo una pila de prejuicios, manías y aires de superioridad frente a una realidad cambiante que nunca quise aceptar." Gran reflexión. Y eso solo tiene una cura; juega, juega y juega, aunque sea en unas jornadas con chavales que te miren raro. Mente abierta, J. Ya contarás.

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  2. Un final con segunda oportunidad. Hay que aprovecharlo.
    Muy buena reflexión.

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  3. Gracias a todos por leerme y comentar.
    Después de este paréntesis, volveré a la actividad "normal" del blog.

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  4. Impresionante, me ha encantado, date esa segunda oportunidad

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  5. ¡Una gran historia! Que sea de superación! Lastima no poder pillar la pantalla de Stormbringer... :O

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