sábado, 13 de diciembre de 2014

Cosas que ahora hago (no se me ha ocurrido un título mejor)



Los más avispados del lugar habréis notado que la actividad del blog ha descendido considerablemente estos dos últimos meses (desafío aparte) y aquellos que me conozcáis un poco sabréis de mi segunda paternidad y de mi viaje a la India en busca de la iluminación espiritual. Vale, lo de la India no es verdad, pero sí que he sido padre otra vez y ello me tiene algo ocupado últimamente. 
Así que he tenido que darles una patada (con lágrimas en los ojos) a mi grupo de rol, guardar las miniaturas en una caja de zapatos gigante (calzo un 48, así que sin problemas) y guardar los dados en lo más profundo del más profundo de los cajones para evitar ingestiones accidentales en estos meses venideros. ¿Significa esto que tiro la toalla del frikismo? Pues no, porque si tiro esa toalla me tiro a mí mismo y luego ya no sabría qué hacer con mi vida. Bueno si, pero no me gusta la idea de rendirme a las comodidades del fútbol los domingos, el almuerzo en el bar y otras actividades socialmente aceptadas pero que me resultan terriblemente aburridas tan solo de imaginarlas.
Es por ello que he pasado de ser un miembro activo de la comunidad rolera y jugona en general (cuando digo activo me refiero a ir a tiendas, saludar a gente señalándoles con un dedo y jugar a cosas muy de vez en cuando) a convertirme en una especie de espectro que se arrastra por estanterías poco iluminadas y páginas de internet poco recomendables para aquellos que están libres de la melancolía de tiempos pasados, que no mejores.

¿Y a qué viene todo este divagar? Os preguntaréis mientras os arrancáis las camisas de cuajo con vuestras siluetas recortadas en el resplandor de los relámpagos. Pues a nada. Es escribir por escribir. Escribir por reafirmarme como individuo que existe, al menos un poco. Escribir para que no venga nadie a decirme que ya no escribo y se gane una buena ostia. Y también deciros que la lotería de navidad no me va a tocar porque no pienso gastarme ni un duro en algo que, probabilidades en mano, es equivalente a enroscar un billete y metértelo por el culo. En lugar de ello he preferido  ir a lo seguro y hacerme con uno de esos jueguecillos que vienen en cajas y que tanto parecen gustar a los jóvenes de hoy en día. El Zombie Kids, concretamente; un sencillísimo juego de tablero cooperativo donde hay que evitar una invasión zombi cerrando con candados todas las puertas de un cementerio atestado de estos típicos muertos vivientes. Un jugo sencillo y divertido con el que espero jugar con mi hija (mayor) en estos fríos días navideños.
Y aquí el juego en si mismo

2 comentarios:

  1. Muy bien, Josep. Ánimo con tus guerras. Este tipo de entradas son de las que más me gusta leer. Genial lo de la India. El juego tiene buena pinta. Ya nos contarás si se deja jugar! Un saludazo.

    ResponderEliminar
  2. Pues si. El jueguecillo es muy simple, pero a pesar de eso es entretenido. Ideal para compartir un rato con la niña en algo que no sean barbis y barriguitas.

    ResponderEliminar