sábado, 7 de febrero de 2015

Evangelizar en el rol



 
Buenos días señor... ¿Ha oído hablar de la obra de Stafford?
Siempre me he preguntado el cómo se iniciarían los veteranos del rol; aquellos que ahora tienen alrededor de 45 tacos y que fueron los primeros en encontrarse con la caja roja del  Dungeons&Dragons y esas primeras publicaciones de JOC. Hay que tener en cuenta que en esos tiempos no había internet y que la información que llegaba desde el extranjero era limitadísima. Supongo que serían valientes (aburridos) que verían publicidad de ese nuevo tipo de juegos en cómics o revistas y que se aventurarían a gastar su dinero en ellos sin saber muy bien en qué quedaría la experiencia.
Yo llegué al mundo del rol años más tarde, sobre el 93 o 94. En esos tiempos el camino estaba ya allanado. No solo teníamos las referencias y experiencias de “hermanos mayores”, sino que en esos tiempos los juegos de rol podían encontrarse en el quiosco de la esquina. Y esto no sé si sería solamente en Cataluña, debido a la distribución de la editorial JOC Internacional, pero en cualquier caso, para mí fue así.
Luego los tiempos cambiaron. Los juegos de rol perdieron popularidad ante el avance tecnológico de los videojuegos y la llegada de otros tipos de entretenimientos de mesa, y el rol quedó relegado a librerías especializadas ocupando cada vez estanterías más reducidas. Recuerdo la primera vez que fui a una librería especializada en Tarragona, siendo yo un pimpollo, y descubrir con horror que la “sección de rol” era el manual básico del Hombre Lobo y un par de suplementos de Vampiro. Muy triste todo. ¿Pero a dónde quiero llegar con esta entrada? Pues a dos sitios:

Primer sitio: Me chirrían los dientes cada vez que alguien dice eso de que “estamos viviendo la época dorada del rol”. O sea… Soy un hombre capaz de controlar su ira, pero todo tiene un límite y esa frase me saca de mis casillas y algún día temo volverme verde, musculoso y arrasar con todo. Pero voy a matizar esto: Es cierto que hay más juegos que nunca; hay más creadores nacionales que nunca; los crowdfundings lo están petando; el mercado internacional sigue ofreciendo productos cada vez de mayor calidad, aparecen sistemas nuevos cada día, se reeditan viejos clásicos… Todo es la polla. Pero ya no hay rol en los quioscos. Y eso no es época dorada. Los veteranos tenemos al alcance de la mano todo un universo de posibilidades; un abanico de juegos inimaginable hace unos años. Pero no hay rol en los quioscos, y eso hace que los más jóvenes ni siquiera sepan de su existencia. Y ahí vamos al segundo sitio.
 
¡Bienvenidos a la época dorada del... Argh!
Segundo sitio: Hay que evangelizar a los jóvenes. Bueno, quizás evangelizar no sea la palabra y habría que inventarla. ¿Rolerizar? ¿Dungeonizar? Da igual, que se encargue Carlos de la Cruz de esto. Lo que digo es que ya se entiende así. Los juegos de rol están al alcance de todos, pero solo los demandan aquellos que los conocen y para ello hay que evangelizar. Hay grandes héroes en este país, como Roberto “Bayo” que no solo escribe y juega sino que aprovecha cualquier ocasión para llevar la palabra de Gygax a los más jóvenes, pero claro, él tiene los medios para hacerlo. Y no todos los tenemos. 

Yo mismo lo intenté hace casi diez años, cuando llegué al club de rol de mi actual residencia y me encontré con un buen número de jóvenes que jugaban al Magic, al WOW y a juegos de tablero, pero que nunca habían oído acerca de juegos de rol. Preparé algunas partidas, las jugamos, y debo reconocer que el resultado no fue demasiado satisfactorio. A excepción de un par de chavales que sí pillaron la esencia del juego y se dejaron llevar por su imaginación, la gran mayoría no eran capaces y se limitaban a tirar dados avanzando en línea recta. No era la primera vez que me encontraba con grupos de juego así (los anteriores no eran tan jóvenes y jugaban igual de mal), pero supongo que al ser yo más mayor esta última vez, la sensación de desánimo fue mayor. Y desistí. Y que conste que no me eximo de culpa. Puede que si hubiese planteado esas partidas de inicio de otro modo, con otro juego, otra ambientación… la cosa hubiese funcionado mejor. Pero no fue así.

Mi discípulo cuando se pone chungo.
La cuestión (y el motivo de esta entrada) es que la semana pasada el más avanzado de mis discípulos (espero que no lea esto porque además de discípulo tiene un 90% de ataque con cuchillo de carnicero y un 85% en lucha cuerpo a cuerpo frente a mi 25% de dar manotazos al aire) decidió liarse la manta a la cabeza (Nägel mit Köpfen machen, en alemán) y dirigir a un grupo de jovenzuelos que nunca habían jugado a nada que no se proyectara en una televisión o monitor. Para ello eligió el juego Aquelarre, amparándose en que es un producto nacional y que su sistema de porcentajes es fácil de entender, y dedicar la primera sesión a crear los personajes. Yo lo habría hecho de otra manera. Yo habría aprovechado la inexperiencia de esos jugadores para probar algún sistema distinto como el FATE y les habría dado personajes pregenerados para comenzar a jugar desde el minuto uno y aprender “in situ”. Pero eso, claro está, no significa que mi plan fuera mejor, simplemente otra forma de verlo.


Y ahora sí, voy a lo que quería ir desde el principio y me he ido enrollando: Hay que evangelizar. Hay que luchar por el rol o dentro de unos años los nuevos juegos se venderán directamente en los geriátricos y acabará muriendo con nosotros. Y este mensaje va para vosotros, queridos lectores, porque yo asistí a esa creación de personajes del otro día y cuando vi los caretos de los chavales contando las caras de los dados para ver cuál era el d10, me vi invadido por una profunda sensación de pereza incontenible que me convierte en no apto para evangelizaciones. En vuestras manos lo dejo.
Éste será el aspecto de los clubes de rol en el futuro como no nos pongamos las pilas.

2 comentarios:

  1. Qué curioso... yo acabo de publicar una entrada donde trato de un tema que se puede considerar relacionado con lo que dices.

    En cualquier afición, desde el ajedrez hasta el ganchillo, se organizan jornadas y cosas así para hacer saber al personal que existen formas alternativas de ocio. En ese sentido, esa "evangelización" la hacen todos y es sana. Asumo que lo que mueve esos esfuerzos es que te gusta mucho tu afición y no soportas la idea de que alguien como tú se esté perdiendo un hobby tan divertido. Pero es que soy de natural bien pensado. Yo en cualquier caso, si evangelizase, que no lo hago mucho, lo haría con esa intención.

    Eso sí, si se quiere propagar el hobby conviene hacerlo mostrando lo divertido que tiene, no lo tedioso. Yo en unas jornadas o similares optaría por los personajes pregenerados, porque la creación de personajes es uno de los puntos tediosos, tediosos, tediosos.

    Sobre lo de la Edad Dorada, coincido bastante contigo. Estamos en la Edad Dorada de Leer Rol, pero de jugarlo, no sé, no sé. Aunque por otra parte, tengo entendido que se siguen montando partidas con gente más joven que los de "nuestra generación" (entre comillas porque admite matices)... ¿o no? :)

    Y aquí lo dejo que se me queda el portátil sin batería, por fortuna para vosotros.

    Saludos

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    1. Pues al contrario de lo que yo pensaba, la creación de personajes no se haría demasiado tediosa, ya que todos los jugadores regresaron a la siguiente sesión, y ya van tres, creo.
      Creo que el gran damnificado en esta historia es el master, que tiene que sufrir a un grupo de jugadores muy jóvenes e inexpertos y que a veces le sacan de quicio.

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