jueves, 23 de abril de 2015

La Leyenda de los Cinco Anillos (El juego de rol de los samuráis afeminados)





El primer contacto rolero que tuvimos con samuráis y el tema oriental fue, como no, con el Tierra de Ninjas de RuneQuest. Dirigí las dos partidas del libro y alguna más de cosecha propia y mis jugadores interpretaron a sus personajes como a guerreros fieles a su señor y con el código de bushido como guía, pero sin obsesionarse demasiado. Curiosamente, lo que más les costaba aceptar respecto a sus personajes era el típico peinado samurái de frente afeitada y coleta ridícula detrás.
-Pero… Master… ¿Es obligatorio llevar ese pelo?

-Sí. Es símbolo distintivo de estatus y cosas así.

-¿Y si me da por dejarme melena normal qué pasa?

-Pues pasa que es un deshonor y te haces ronin.

-Vale. Entonces quiero ser ronin. Y llevar un pelo normal.
El mejor espadachín de la historia.

Y así estábamos hasta que un buen día llegó un chaval más mayor que nosotros (tendría como 20 años el muy carcamal) con un nuevo juego bajo el brazo llamado “La leyenda de los cinco anillos” y que según él, era la rehostia pero había que jugarlo muy bien, ya que las costumbres y las tradiciones ancestrales eran lo más importante. Y a primera vista el juego nos fascinó. Era Japón, aunque se llamaba Rokugán y los samuráis pertenecían a distintos clanes cada uno con sus colorines, sus técnicas de combate y sus trasfondos y lo mejor de todo, podían peinarse como quisieran. Todo muy completo y vistoso y bonito. Y empezamos a jugar.

Y nada más comenzar, mi señor me hizo entrega de un regalo para cumplir mi misión: Una espada (katana, perdón, que hay que hablar con propiedad) que había pertenecido a la familia durante generaciones. Y fue tal que así.
Master: -Hijo mio, te hago entrega de la espada familiar para que los espíritus de nuestros ancestros te ayuden en tu misión.

Jugador: -Grácias, será un honor para mí el poder…

M: -¿Pero qué haces? ¿No sabes que hay que negar tres veces los regalos antes de aceptarlos? Es un deshonor cogerlo a la primera.

J: -Ehmm… Vale, vale, volvamos a empezar.

M: -Hijo mio, te hago entrega de la espada familiar para que los espíritus de nuestros ancestros te ayuden en tu misión.

J: -No. No merezco tal honor y responsabilidad.

M: -Insisto. Debes luchar con nuestra espada para dar gloria a la familia.

J: -No puedo aceptarla. Debería ser mi hermano mayor el que la empuñara, y no yo.

M: -Sabes que eres mejor espadachín que él. Aunque te duela, sabes que le superaste con creces en los entrenamientos.

J: -Ni volviendo a nacer un millar de veces podría llegar a honrar tanto a nuestros antepasados. No soy digno.

M: -Si no puedes honrarlos tú, significa que esta familia está condenada al deshonor y a la vergüenza.

J: -De acuerdo. Si así lo quiere mi destino, empuñaré la espada para mayor gloria y honor de nuestro nombre.
Pero bueno. Así fueron solo las primeras veces. Luego la cosa se volvió costumbre y para ahorrar tiempo y parafernalias se acabó convirtiendo en esto.
M: -Acepta este plato de arroz.

J: -No.

M: -Sí.

J: -No.

M: -Sí.

J: -No.

M: -Si.

J: -Vale.

Pero la cosa no quedaba aquí. A cada paso que dábamos nos encontrábamos con situaciones que nuestros personajes deberían poder hacer de forma automática pero que el director insistía en que interpretáramos a pesar de que nosotros, como personas occidentales modernas, no teníamos ni repajolera idea.
Master: -Os encontráis frente al gran daimio del clan erizo. Es un tío importantísimo y sus guardaespaldas están preparados para cortaros la cabeza ante cualquier mínima falta de respeto. ¿Qué hacéis?

J: -Me inclino ante él haciendo una reverencia.

M: -¿Hasta dónde te llega la cabeza?

J: -Hasta tocar el suelo.

M: -¿Y cómo tienes las manos?

J: -Apoyadas con las palmas en el suelo, que si no, no podré levantare después.

M: -¿Y tu katana?

J: -Enfundada, en mi obi*

*En este juego no se puede decir “cinturón”, ni “cinto” ni “faja”. Hay que decir obi o es un deshonor y una ofensa a la cultura japo… rokuganesa, perdón.

M: -¿Qué? ¿Te presentas ante un daimio con la espada a tu alcance?

J: -No, no, que va. La tengo en el suelo, a mi lado.

M: -¿A qué lado? ¿Izquierdo o derecho? ¿Y con el filo hacia dentro o hacia fuera?

J: -¡Y yo que mierdas voy a saber! ¡Yo he venido a jugar a esto por las gheishaaaaas!
Y claro. Tales situaciones acababan creando un desgaste y al final volvíamos a empuñar hachas y mazas para aplastar cabezas de orcos en los clásicos mundos de mazmorras y dragones.

Y aquí la típica espadachina rokuganesa.

Y ahora, a modo de conclusión, me gustaría decir que poco después de esto llegó a mis manos el libro de Miyamoto Musashi y comencé a interesarme por la cultura japonesa de la época y me tragué varias pelis de Kurosawa (hubo un año concreto en la historia de España en el que si decías que te gustaba Kurosawa follabas un montón) para descubrir que mis samuráis de RuneQuest se parecían bastante más a los originales que esos otros de melena al viento, lazos de seda y flores de cerezo cayendo a su alrededor. 

Y ahora los defensores me dirán que Rokugán no es Japón y que por ello pueden tomarse las licencias que les dé la gana, a lo que yo les responderé que lo que pasa en Rokugán es que están todos ama****nados.

4 comentarios:

  1. Qué incordio de máster... Es muy difícil que los jugadores sientan la misma pasión que el máster sobre el mundo de juego ya que, normalmente, el máster ha leído mucho más sobre ello y tal. Pero el perfeccionismo arruina la diversión claramente.

    ResponderEliminar
  2. Sólo un par de comentarios - los samurais no podían seguir el código del Bushido porque no fue inventado hasta 1899 (por un japonés que por cierto ni siquiera vivía en Japón, sino en EEUU), y las katanas no son espadas, sino sables (y por cierto, son tirando a malas, al contrario de lo que la inmensa mayoría de la gente piensa).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Interesantes datos Jose Mauricio.
      Realmente en el libro de Musashi no recuerdo ver ninguna referencia al bushido. Es posible que lo incluyeran en el juego de rol para darle más "color" a los samuráis (o que no tuvieran ni idea).
      Las diferencias entre espadas y sables ya es cosa de blogs más serios que éste.

      Eliminar