4 de la
madrugada. Se oyen ruidos extraños en casa y mi mujer, al darse la vuelta,
comprueba que no estoy en la cama. Agarra con ambas manos el bate de béisbol
con pinchos envenenados que guarda en su mesilla de noche y baja lentamente las
escaleras.
Y allí
estoy yo, frente al ordenador con el cabello alborotado y el batín
desabrochado. Ella prepara su arma y avanza lentamente apuntando a mi enorme
cabeza (un blanco fácil) pensando que estoy chateando con otra de forma
clandestina.
Pero
cuando observa la escena baja el bate. La fotocopiadora escupe hojas de
personaje a toda velocidad mientras yo, en un estado de nerviosismo
desquiciado, las voy rellenando con un lapicito del Ikea que casi echa humo.
Hay un gran vaso lleno de ese nauseabundo líquido llamado café a mi lado y mis
manos tiemblan como hojas movidas por el viento.
-¿Qué
coño haces a estas horas? ¿Ya estás liado con el rol?
Yo la
miro con los ojos enrojecidos por el cansancio y la tensión y hago un esfuerzo
por hablar con mi boca llena de una saliva tan densa como el cemento.
-Es
que… Tengo partida el domingo y no podía dormir por la ansiedad que me produce
el tener que prepararla.
Y así,
lo que en mi cerebro suena lógico y normal, en el suyo parece tener el efecto
contrario. Me mira con dureza, casi con desprecio y su cabello se agita a pesar
de que no hay viento alguno que lo mueva. Vuelve a aferrar el bate con tanta
fuerza que los nudillos se le ponen blancos y lo levanta sobre su cabeza.
Cuando
despierto estoy en la cama otra vez. Me duele la cabeza y no comprendo cómo ha
podido subirme hasta ahí. Ella duerme plácidamente y me levanto a falta de
cinco minutos de que suene el despertador. Antes de salir del cuarto me paro a
admirar su belleza y me parece ver una sonrisa en sus labios. Abajo me espera
el trabajo a medias para la partida del domingo. Me invade de nuevo la ansiedad
cuando voy recordando lo que ha pasado. Debería continuar con ello, pero pienso
que es mejor escribirlo en el blog para que el mundo sepa de mi agonía.
Si no descansas correctamente, el domingo parecerás un mapache desquiciado.
ResponderEliminarEntre ansiedades y alergias ya veremos si llego al domingo.
EliminarAy si tuviera yo un bate de béisbol con pinchos envenenados...
ResponderEliminarYo te regalo uno para el día de la madre. Creo que en el todo a cien tienen.
EliminarSocorro, me siento 100% identificado. Y lo peor es que lo que te preparas al final casi no sirve de nada y cuando termina la sesión piensas: "debería haberme preparado más eso otro".
ResponderEliminarCiertísimo, querido Runeblogger. Los masters desarrollamos una labor ingrata y muy mal pagada.
EliminarMolt bona entrada! :D
ResponderEliminarMolt bona entrada! :D
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