Ya traté este tema hace unos años en esta entrada, pero me veo obligado a repetirme porque estoy viendo que esto se
nos va de las manos, amigos. Nos hemos vuelto locos del todo sin ni siquiera
darnos cuenta y ya es tarde para volver atrás. ¿Qué de qué hablo? De juegos de
rol por supuesto, y de la forma de consumirlos que hemos adquirido.
Está
claro que nos hemos hecho viejos, unos más que otros, y que algunos tenemos
hijos y trabajos de 12 horas y pasamos nuestro tiempo libre haciendo cosas que
odiamos y que para reunirnos con los colegas para echar una partida es
necesario superar las doce pruebas de Hércules pero en patinete y haciendo
malabares. Y está claro que muchos de los juegos que nos compramos van más
destinados a la estantería que a la mesa de juego. Pero… ¿Hasta qué punto hemos
dejado de ser jugadores para convertirnos en coleccionistas? ¿Dónde está la
fina línea roja que divide ambos mundos y que nos incapacita para una u otra
cosa? Porque no sé si lo sabéis, pero encontrar el equilibrio es casi
imposible. ¿Un ejemplo? Voy con una anécdota de hace solo un par de fines de
semana.
Hallábamos
nos en el lugar de juego habitual, jugando una partida de Ravenloft (del
advanced, claro) y comiendo panchitos de esos color naranja como si nada. Todo
parecía normal, típico, rol y panchitos… Pero en el interior de mi pecho, a
pesar de la alegría y el alborozo de estar jugando a mi juego favorito con mis
jugadores favoritos, mi corazón latía con una velocidad preocupante cada vez
que pensaba en ver uno de mis libros que tanto me cuesta encontrar, manchado de
amarillo. ¿Debería guardarlos en sus fundas de plástico y jugar con el pdf en
una tablet? ¡Eso ni es rol ni es nada! ¿Pero cómo arriesgarse a que un libro se
estropee y ya no luzca por los siglos de los siglos en la estantería? Lo dicho.
Estaba jugando a rol con mis colegas a la par que buscaba el equilibrio entre
lo funcional y lo decorativo cuando la chica (ahora en todos los grupos hay
una) pidió agua para bajar los panchitos. Agua. Una botella de plástico fino
llena de líquido cruzando la mesa por encima de libros, pantalla y mapa de más de
veinte años irreemplazable. Tensión. Latidos en la sien. Finalmente la botella
llega y ella, al ver que no tiene vaso y antes de que pueda levantarme a coger
uno me dice que “Tranquilo que bebo a morro”. Me tuve que tomar un Valium esa
noche para poder dormirme.
-Tranquilo, que no salpico nada. |
Pero a
lo que iba. Y lo ilustro con otro ejemplo. Hace unos meses la editorial Edge
anunció la salida de un juego llamado Degenesis del cual nunca había oído
hablar (y por lo tanto ni puedo ni debo opinar) pero que me llamó la atención
por estar formado por dos libros que se vendían juntos en una edición de lujo
(tapa dura, todo color y estuche) por 100€uracos. Me llamó mucho la atención.
¿Quién se gasta tanta pasta en un libro tan blanquito y tan fácil de ensuciar?
¿Quién lo va a poner en la mesa? Pero lo más sorprendente del tema es que…
¡Acaban de anunciar la edición de lujo de la edición de lujo! Es decir, el
mismo Degenesis, más bonito y con más cosas pero por 180€urazos. ¡Pero esto que
es! Pero el Degenesis no es el tema principal, solo un ejemplo.
El nuevo Degenesis. El más caro. |
El tema
principal es que, aunque no esté jugando todo lo que me gustaría (recordad los
malabares en patinete), sí me gustaría encontrar un juego nuevo, bonito, con
suplementos y actualizaciones, pero por un precio razonable y en un formato
económico. Me molaría ver juegos en tapa blanda y blanco y negro listos para
jugar, a precios asequibles y no en tamaños enormes y de quince kilos. Y de
todos los que me han llamado la atención (el Shadow of the Demon Lord el
último), ninguno presentaba estos requisitos. Es por ello que desde este blog
mediocre hago un llamamiento a editoriales y futuros mecenazgos implorando
ediciones de mesa, blanditas y manejables y lujo también, por qué no, pero para
quien quiera pagarlo. Que de verdad, si pongo en la mesa un libro de 100€ y a
la chavala le da por beber a morro otra vez… no lo cuento.
El problema es que si todo el mundo está coleccionando, las editoriales seguirán sacando ediciones de lujo, que tontas no son.
ResponderEliminarTienes toda la razón. Y con esta entrada no les estoy recriminando nada ni a las editoriales ni mucho menos a los compradores.
EliminarSolo digo que me extraña y me sorprende.
No te agobies J, creo que tu agobio estaba justificado. Y no, no es lo mismo sufrir por un incunable como podría ser una primera edición de House on Griffon Hill que te habrá costado una pasta por que cuesta encontrar esa aventura que por el nuevo Warhammer 3ª que no solo es una mierda de juego si no que además no sé porqué vale un pastón. Lo primero es razonable, lo segundo snobismo. Lo gracioso es que hace 30 años (se dice pronto) yo jugaba con esas aventuras y las doblaba, y las pintaba y las manchaba con cerveza y grasa de patatas, pero es que no costaban ni 20€ y estaban hechas para usarse y disfrutarse. Lástima que con los años "perdiera" mis aventuras de Ravenloft, disfrutaría de cada mancha como un fragmento de historia congelado en el tiempo...
ResponderEliminarla solución es que hagáis vuestra propia editorial. Rol para viejunos, con precio en pesetas, por favor y no no supere las 2000 pelas.
EliminarCierto lo primero y meditaré lo segundo.
EliminarNo. Lo segundo no.
Gracias por comentar.
pues 2500, si pones 2499, lo bordas.
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