domingo, 10 de marzo de 2013

Fuerza en la simpleza



El otro día, ordenando mi cajón de juegos abandonados me topé con una carta suelta de “La leyenda de los cinco anillos” y al mirarla, por uno de esos procesos mentales tan propios en mí y tan impropios de personas que se consideran psicológicamente estables, abrí mi cajón de recuerdos de partidas memorables. Qué cosas pasan.





Eran nuestros  principios en el rol y ese día tocaba partida del Dragonlance. Para quien no conozca el famosísimo mundo del famosísimo Dragones y Mazmorras debo decir que es un lugar lleno de dragones… y lanzas; Lo que viene a ser un mundo de caballeros, andantes y galopantes, repleto de bestias mágicas tales como dragones, draconianos, dragones más grandes, draconianos de otros colores y dragones enormes. La cuestión es que nunca fui un gran amante de ese mundo, al menos no frente a otros como los Reinos Olvidados o mi querido Ravenloft. Pero ese día tocaba Dragonlance y tocaba Dragonlance. No sabemos si ese dia el master tenía pocas ganas de preparar la partida o sencillamente no tenía ninguna, pero el tío nos metió directamente en una cueva habitada por un… Sapo-dragón. Si, si, un sapo enorme con rasgos draconianos tales como escamas, arma de aliento y muy mala leche. Nosotros éramos unos héroes imberbes de nivel 2 o 3 y al ver a semejante bicharraco (y después del cachondeo por encontrarnos con semejante esperpento), pensamos que íbamos a morir. Pero no.  Gracias a la habilidad del master a la hora de calibrar los niveles del grupo y del monstruo, o quizás por pura suerte (más bien esto segundo), resultó que nuestras fuerzas estaban equilibradas y allí comenzó una de las batallas más épicas que recuerde. Mi gnomo ilusionista (si, lo hice, te daban un conjuro extra que no valía para nada) agotó su reserva mágica en dos asaltos y echó mano de su daga y su GAC020. El dragón recibía pequeñas heridas de mano del pobre guerrero, que se llevaba la mayoría de golpes. Los nuestros caían para levantarse de nuevo gracias a las curaciones de los que quedaban de pié, y el monstruo parecía tener una resistencia infinita. Recuerdo que alguien me revivió, me levanté y conseguí atizar al bicho con mi arma para un terrible 1d4 de daño; Recuerdo tirar los dados de pié ya que la emoción no me permitía sentarme; Y recuerdo dar saltos de alegría cada vez que alguien conseguía reducir un poco sus puntos de golpe. Finalmente el sapo murió y pudimos curar nuestras heridas en paz y disfrutar de un pequeño tesoro que nos supo a gloria. No había más, ni giros argumentales, ni tramas complejas, ni enigmas indescifrables… Solo un grupo de héroes batiéndose con un monstruo enorme. Y es que a veces, la fuerza de una buena partida está en la simpleza de la misma.
 

5 comentarios:

  1. Este master seguro que era muy bueno y seguro que dirigia a Dragonlance por eliminación ya que los otros mundos de D&D estaban cogidos por que... desdelugo que dragonlance es elmundo mas pastelero de los que en aquel entonces había.

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    1. La DRagonlance nos parecía pastelero porque era demasiado convencional para lo que nos gustaba en esa época. Pero nos lo pasamos muy bien jugando con los "caballeros de somalia", luchando contra grupos indeterminados de draconianos. Además, tuvimos la oportunidad de jugar la campaña de Relatos de la Lanza que, opiniones aparte, es uno de los grandes relatos del Dungeons. Y creo recordar que ese master quiso dar un final apoteósico convirtiendo a nuestros personajes en avatares y luchando contra los mismos dioses, lo cual era una iniciativa arriesgada pero épica donde las haya.

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    2. ¿A quién no le gusta un trozo de pastel de vez en cuando? A mi más de una vez me apetece.

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  2. Pues sí, cuánta razón tenéis...

    Yo siempre digo que, como másters, hay que ponerse en la piel de nuestros jugadores y pensar qué es lo que les puede resultar más divertido. Lo digo, pero casi nunca lo consigo, sobre todo porque no es tan fácil saber qué le apetece a los jugadores (además, lo normal es que como seres humanos y tal no nos apetezca todos los días lo mismo...).

    Saludos

    PS. A mi me parece que comparado con otros mundos de D&D, Dragonlance es de los que menos sorpresas pueden ofrecer a los jugadores. Mola, sí, está bien, sí... pero... no me termina de convencer (y eso que me leí las 3 primeras novelas de los cuarentamil que fueron sacando).

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