miércoles, 18 de noviembre de 2015

Frikis verdes en la montaña (De frikis y no frikis parte 2)

Aunque esta es una entrada individual que puede leerse sola, es recomendable conocer su predecesora, la cual puede leerse aqui. Y vamos al lio.



Hace unas semanas me animé a quitarle el polvo a mi bicicleta y salir a dar una vuelta por eso de “hacer ejercicio” y “dar el aire” y también, por qué negarlo, para huir de la vorágine de llanto, moco y caca de mi hogar dulce hogar. Y normalmente, siempre que salgo a pedalear me pasan cosas apasionantes que cuento en mi otro blog, pero esta vez voy a hacer una excepción, ya que lo sucedido, y más aún la reflexión final, tienen algo que ver con la temática de éste. Pero me dejo de prólogos y voy a lo que pasó.

Lo acaecido:
Serían las seis de la tarde (antes del cambio horario que nos desestabiliza los biorritmos un par de veces al año) y me decidía a subir la empinada cuesta que lleva al castillo. Para muchos no es una proeza, pero para mí es como subir al olimpo, beber de los icores divinos y volver a bajar cargado de tesoros inimaginables (autoestima); aunque en realidad solo es una excusa para ver a las chicas haciendo footing (running, perdón si no es lo mismo). Pero ese día iba a  ser diferente, ya que cuando giré la curva que lleva directamente a la carretera del castillo, me encontré con un espectáculo inesperado: Jeeps pintados de verde, militares con fusiles de asalto, carros de combate de esos con muchas ruedas, ametralladoras, cañones… ¿Qué mierdas estaba pasando? Mi primer pensamiento fue que había empezado una guerra y yo no me había enterado, así que me decidí a dar la vuelta, hacerme con unos ladrillos e ir a saquear la tienda de rol más cercana; pero por suerte (o por desgracia, ya que era mi único modo de hacerme con un “Horror de Eldritch”), un amable transeúnte, oriundo del lugar, me comentó que ese castillo precisamente supone un punto estratégico militar y que muy de vez en cuando se desplaza un destacamento para hacer prácticas. Me quedé más tranquilo y seguí pedaleando, pero con cierto desasosiego.  No tenía ya la moral del principio. Hasta que llegué frente a una especie de tanquecito que cortaba el paso a los civiles. Y yo por lo visto soy un civil.
Entonces bajé de la bici y miré al tipo que asomaba por la parte superior del vehículo. Era un chico joven, con la indumentaria reglamentaria, un casco y unas gafas de sol; solo le faltaba estar masticando un hierbajo, como en las pelis. Me quité las gafas de sol y clavé mi poderosa mirada en él. Él se quitó las suyas y me miró con cierta superioridad. La superioridad del tipo que tiene en las manos una ametralladora con la que te puede volatilizar en cuestión de segundos. Pero yo no soy un tipo cualquiera. Yo no iba a renunciar a mi tarde de bicicleta, dar la vuelta y volver a mi casita tal cual. Así que le miré a los ojos y le dije (muy despacito, eso sí, que no me oyera y me pasara por encima con su especie de camioneta de seis ruedas) “Eres un friki”. Y ya me di la vuelta y emprendí mi camino de regreso a casa.
Pero… ¿Qué conclusión se puede sacar de este desigual encuentro?

La postrimería:
Todo tiene su fin y su objetivo en la vida. Los militares están ahí para luchar en las guerras, para defendernos de nuestros enemigos, para evacuar pueblos inundados… Pero cuando no están haciendo eso no son más que una pandilla de tipos disfrazados que juegan a la guerra subvencionados por el estado. ¿Y es eso malo? Para nada. Pero no quita que sean unos frikis. Como nosotros. Los que interpretamos a los héroes de fantasía sentados en una mesa también somos frikis, lo cual no quita que estemos esperando nuestro momento de demostrar al mundo el resultado de nuestras particulares “maniobras militares”. Porque seamos sinceros… ¿Cuándo haya una invasión zombi quienes sacarán los “lobos” de lo alto de sus armarios roperos y saldrán a la calle a luchar? ¿Cuándo se rompa algún sello antiguo y Ry’leh surja de las aguas, quienes sabremos como cerrar los portales primigenios? ¿Y quienes saben cómo combatir dragones, cazar fantasmas o matar vampiros?
Algún día los que nos llamaron frikis golpearán nuestras puertas desesperados y entonces les miraremos con esa superioridad del que lo tiene todo controlado mientras en el mundo se desata el infierno y por fin, todos aquellos que alguna vez dijeron que esto del rol era perder el tiempo tendrán que callarse y rendirnos pleitesía. He dicho.

¿Quien se ríe ahora, eh, militarcillo de pacotilla?


3 comentarios:

  1. Pongo mi comentario en la entrada referenciada a la que he ido con el enlace que se ha puesto. viva el rol, el metal y los juegos de mesa.

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  2. Tus maniobras para tener visitas en entradas antiguas funciona, enhorabuena genio del marketing.
    Ahora, sinceramente, estoy deseando que llegue el apocalipsis zombie y se inunden los centros comerciales de gente sin rumbo ni sentido o que los cerebros solo sirvan de alimento por no utilizar ni un ápice de ellos, o... un momento.... (=_=).
    Coge tu famosa pala del garaje (http://diadeltesticulo.blogspot.com.es/2015/10/una-pala-en-el-garaje.html?m=1), la vamos a necesitar

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